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Los muertos se mueren de sed

Todo tiempo pasado, represión mediante, fue mejor. Toda vez que un hilo se cortó, siempre fue por lo más fino. Cada vez que el Estado parpadeó, muchos murieron.
 Cuando un servicio público está en manos privadas, se crea una tensión lógica entre el departamento contable y la calidad del servicio a prestar. En las paredes de las empresas privadas, sin demonizar, se lee: “rentabilidad”. Hay que problematizar si los servicios públicos deben estar en manos privadas o estatales. Sabemos con  sobrada evidencia, que en todas las dependencias estatales hay personas que nos defraudan –si, en un múltiple sentido de la palabra-. Pero no se trata de eso.
Los accidentes existen, los “olvidos” por parte del Estado son imperdonables.  Suele suceder en una lógica de hacer las cosas, que hasta que los hechos no se agravan, nadie realmente se preocupa. Correr detrás de los desastres es un síntoma  de no haber estado. Cuando pasan cosas como las del tren de Once, el Estado/Gobierno siempre es el responsable, no importa que esté tercerizado.  De donde el Estado se retira, alguien sufrirá.
Así como no se puede respetar a nadie que nunca sintió vergüenza de sí mismo, tampoco se puede respetar a aquél que solamente se queja. Es una gran complejidad. El Estado se retiró de los trenes en los 90, pero este gobierno los sigue subsidiando. Los que viajamos todos los días en el trasporte público capitalino (porque recordemos eso, oh porteñocentrismo miope, esto es algo que pasó en una ciudad, no en el país) en hora pico sabemos que es una odisea.
El hecho de haber abandonado el medio de transporte masivo más eficaz, barato, ecológico y puntual que existe ha redundado en el crecimiento y beneficio (interesado  o no, cada uno tendrá su opinión) del transporte terrestre. ¿Y qué campera asoma detrás de ese medio? La de Hugo. Cuando un sector de la industria, del país, de lo que sea, se vuelve demasiado poderoso, se comienza a preguntar por qué no podría seguir avanzando en sus potestades, si ya que está...
En los meses pasados asistimos a esa tensión de estos gremios con el Gobierno. Y sea como sea, valga un subrayado: nadie rebaje a lágrima o reproche nunca a estos actores, son ellos los que le pararon al riojano, son ellos los que, cuando usted trabajador se sienta más solo que Felipe Solá en el día de la Lealtad, pedirá la ayuda de un gremio.
Buá (diría Magdalena RG), preguntas: ¿Qué hace Sobrero en los programas de chimentos de la mañana? ¿Qué hacen los hijos de puta de siempre causando disturbios en Once cuando la familia del chico que buscaban pedía calma? ¿Qué hace TBA culpando al motorman? ¿Qué hace el gobierno que no sale raudamente a abrazarlos a todos? Porque recordemos que el sistema presidencialista es un sistema paternalista, inconscientemente son un eco de mamá y papá que protegen, y cuando pasa una tragedia, la culpa es de ellos, no de nosotros que aun somos jóvenes de la democracia. Esa es una manera de ver las cosas. En esa línea, si nadie se hace cargo inmediatamente se genera el espacio para que, de manera vil, el sentido común diga presente y lance la idea de que puede pasar cualquier cosa, que nadie nos protege, que todo vale. ¡Y no es verdad! no pasan estas cosas todos los días, aunque si suele pasarle más seguido a quienes ocupan los lugares del olvido. Y eso sin dudas no es producto del azar: pregúntenle al barrio de Once.
Quiero y no quiero seguir escribiendo sobre este tema, me contradigo mientras pienso, lo dejaría en borrador, hago algo que jamás hago: releo y edito, suavizo opiniones, maldigo. Preferiría hablarlo para el intercambio, para el diálogo como método de conocimiento, para tener otras voces en vivo. El pensamiento se fortalece en su ejercicio, y el pensamiento también es acción. Pero también hay que ponerle el cuerpo, estoy harto de aquellos que nunca pisaron una calle para reclamar por derechos y mientras toman y comen cosas light sentados frente a sus computadoras se indignan, estoy harto de aquellos que nunca sintieron el terror del olvido del Estado y señalan con el dedo sin proponer una idea que construya, mientras se deprimen por no poder comprarse algo. 

No se debería respetar a nadie que no se haya creído equivocado y haya tratado de remediarlo. El mundo es tan bello como horroroso, sépanlo.




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