1 com

Una causa

Lacan subraya que el inconsciente de Freud no es en absoluto el inconsciente romántico de la creación imaginativa, “No es el lugar de las divinidades de la noche”, aquél en que Jung hizo hincapié y Freud repudió. 

Cuando los surrealistas franceses se acercaron al Herr Doktor para rendirle homenaje y buscar su anuencia, él les agradeció pero les dijo que no veía relación entre el surrealismo y el psicoanálisis. No tanto porque eso haya sido así, porque de hecho hay puntos de contacto entre la la lógica primaria del inconsciente y el mecanmismo de formación de los sueños con el collage surrealista, sino porque Freud estaba librando una batalla por la legitimación del psicoanalisis, y también porque un cartesiano prefiere los clásicos en materia artística.

Reducir la historia de la psicología a los aportes hechos por Freud es desconocer el vastísimo terreno que ésta ha recorrido y los complejos temas que ha abordado. Pero es tal la fuerza del corpus conceptual que Freud inicióque es ineludible. Para Lacan más allá de la maestría del descubrimiento del inconsciente freudiano (que no quiere decir que no existía, sólo que estaba conceptualizado de maneras diversas) la mano de knock out a sus detractores fue su conceptualización de la sexualidad infantil.

Con todo, siempre pienso en la maravilla de la hipótesis del inconsciente, su eficacia, la práctica que determina, la ética que supone sostener, la potencia de la batería de conceptos-herramientas que la orbitan para pensar las cosas.

Desde el inconsciente descriptivo, pasando por una profundiad incognoscible, por el topológico, por la posibilidad junto a M.Klein y Bleichmar de que el inconsciente se puede fundar mediante intervenciones análiticas, a la idea lacaniana que el inconsciente está estructurado como un lenguaje y está en la superficie. Alguna vez lo apuraron públicamente a Lacan y le preguntaron por la ontologia del inconsciente, contestó que es del orden de lo no realizado. El inconsciente acecha, irrumpe, está ahi siempre, se manifiesta a veces. El problema de la causa es siempre problemático.

Pasa algo interesante con la idea del inconsciente que se puede ver en lo que despiertan los sueños: es la fascinación fetichista del “contenido” supuestamente oculto tras la forma, el “secreto” a develar mediante el análisis no es el contenido que oculta la forma, sino, en cambio, el “secreto” de esta forma. No hay nada “inconsciente” en el pensamiento latente del sueño: este pensamiento es un pensamiento totalmente “normal” que se puede articular en la sintaxis cotidiana, en el lenguaje de todos los días. Ciertamente la lógica del proceso primario que reina en el inconsciente es opuesta a la de la conciencia, pero no estamos hablando de eso. El camino de la interpretación va en la búsqueda y construcción del sentido, la verdad se construye, su eficacia se ve con los efectos. 

Me gusta mucho esta anécdota: en 1909, Freud fue invitado por la Universidad de Clarke de Estados Unidos a presentar sus ideas “revolucionarias” del psicoanálisis junto a sus discípulos Ferenczi y Jung. Fue recibido con todos los honores y el reconocimiento que no le brindaban en Europa. Cuenta Lacan que Jung le contó que Freud le susurró al oído la siguiente frase: “no saben que les hemos traído la peste”. No salió del todo bien porque los americanos hicieron una interpretación diametralmente opuesta de la propuesta freudiana, y luego el giro de los 20 fue leído de manera adaptacionista.

Un psicólogo que abrace la hipótesis del inconsciente (o un psicoanalista) debe pugnar por la subversión del sujeto, la confrontación con las pestes de quien no realiza su deseo, no retroceder ante el inconsciente, ayudar a los otros y a sí mismo a encontrar sus marcas, a distinguir las voces del coro que nos habita. 

No hay que tener miedo a decirlo llanamente: ayudar a otros a encontrarse con su verdad y ser un poco más felices, ajusticiar a la peste in situ. Alguien que abrace al inconsciente no debería ser muy pacato.
Read more »
2 com

Fuego

Los cínicos son longevos. Es una idea que bordea la máxima.  Videla, Massera, Franco, Stroessner, Pinochet, Martinez de Hoz, Menem, todos viejos escindidos a los que nunca les rozaron las balas. Correr el cuerpo y supervivir, ser un instrumento divorciado de las mayorías.

La metáfora del fuego es transparente: te consume. El costado mortífero de la pulsión. Hace unos días Cristina dijo que Néstor no descansaba nunca. Ardió.

Lula, Dilma, Lugo, Chávez con cáncer. A Correa intentaron asesinarlo hace unos años. Néstor muerto, Cristina entre algodones. Parece que algo pasó en esta década en Latinoamérica que le bajó la esperanza de vida a los gobernantes. Otro buen uso del fuego.

Hay algo –no católico- en entregar la vida que todavía en estas sociedades contemporáneas conmueve, sobre todo a los más jóvenes. Estos líderes políticos llegaron a la juventud por entender el código rockero (que no es colgarse una guitarra) de la intensidad, la transgresión, la búsqueda de sociedades más justas, -en fin- utopías.

Los jóvenes no tienen miedo, el futuro­ es un concepto, para los adultos el futuro es asesino. Mejor arder que apagarse lentamente, citó Kurt Cobain a Neil Young en su nota de suicidio. La síntesis perfecta.  

Gobernar con mesura, con diálogo, con consenso. Suena todo tan muerto, tan algodón en la boca, tan receta fallida para que nada cambie, o en realidad si, para que se desande el camino construido.

Mi adolescencia patagónica-dadaísta me inculcó el pesimismo, la derrota geográfica y la obscenidad menemista, pero también me enseñó el poder de la organización, la resistencia  a la ley federal de educación, la toma de colegios y la Zanón tan cerca de mi casa.

No lo sabía entonces, pero también me estaban enseñando el amor y  la esperanza, que nunca es vana.


E­­­s mejor arder. 


Read more »