La altura del acto
Ganar o perder son términos más o menos vacíos según el
contexto donde se apliquen. En un juego reglado, como estadío final de las cosas
su significado es pleno, contundente y excluyente: se gana o se pierde. Son los
análisis reduccionistas que gustan algunos fríos corazones bidonistas.
Para el psicoanálisis esos términos no tienen demasiado
sentido. Si se tardó 24 años en llegar al mismo lugar debe ser o que no es tan
sencillo o que no se es tan bueno como se supone. Entonces lo importante debe
ser otra cosa. Ganar o perder implica una dimensión ética y el centro está en
el cómo.
Durante este mundial se puso en cuestión la identidad de
juego de Argentina. ¿Somos un equipo vertical, con gran poderío ofensivo que
ataca asumiendo riesgos? ¿O somos un equipo pragmático, que ocupa espacios de
manera inteligente y contragolpea en la medida en que puede? Bueno, depende. La
estrategia es el Otro.
La “personalidad” en la
historia de las ideas de la psicología tiene su raíz y desarrollo en USA, pero
nosotros (digo nosotros a los deudores del vienés y del francés) aceptamos la
hipótesis del inconsciente y de todo aquello más allá de la razón del yo que
nos determina. Nuestros jugadores son muy freudianos y recurren seguido al Otro:
se persignan antes, durante y a veces después de cada juego, se tatúan nombres de
seres queridos en el cuerpo e incluso armas. Algunos quedan solos frente al
arquero en la final del mundo y la tiran “incomprensiblemente” afuera. Quien es
considerado el mejor jugador, sin motivo aparente vomita durante los partidos,
como si quisiera decir algo y no tuviese la letra.
Quienes apostamos a los procesos, miramos el cómo más allá
del resultado y rescatamos que siempre lo que importa es la construcción del
camino, porque la vida está llena de pequeñas derrotas, de resultados por la
mitad, de pequeños autoboicots, de no estar a la altura de lo que el acto pide.
Por eso la única la derrota verdadera es la de aquél que sabiendo cuál es su
deseo, lo ignora. Y estos jugadores como dijo Mascherano, se “vaciaron”
intentando cruzar el Rubicón de sus carreras.
Muchos no necesitarán
revancha porque no pueden desear lo que ya han conseguido.