Paredón y después
Dejé pasar cuatro subtes hasta que finalmente pude subirme en el quinto, contra la puerta. Arrancar así el día es como besar un cenicero. Levanté la mirada y vi el titular de Clarín que decía que el kirchnerismo había perdido 4 millones de votos en dos años. Me dije que eso no era así ya que la comparación no era acertada, que había que comparar los resultados con la anterior elección legislativa, no con las presidenciales. Me di cuenta que los resultados de las PASO no sólo me habían dejado preocupado sino algo triste. Triste por darme cuenta de que los poderes fácticos en estas sociedades contemporáneas (y quizás desde siempre, en formas menos sutiles) duran más que los gobiernos, y que la democracia es una máscara-plataforma de la que se sirven para desplegar la crapulencia de la acumulación por desposesión.
Temí por la posible desmemoria del pueblo, por el avance del
marketing político vacío, por la desideologización del espacio público, por el
sinsentido, por las generaciones que se volvieron a ilusionar, por los
nuevos ilusionados, por el posible
retroceso de algunas conquistas.
Los cambios culturales necesitan largos años y que lo
implemente alguien en mayoría, de otra manera queda en gestos voluntariosos
aislados. Quebrar el asistencialismo argentino será casi imposible, pero
revertir la pregunta de “¿qué me van a dar?” a “¿Cómo puedo hacer yo?” ya es
mucho.
Cuando alguien obtiene un nuevo derecho difícilmente se
resigne a perderlo sin pelear. De algunas cosas ya no se vuelve. Me gusta
pensar la diferencia entre lo real y la realidad, lo primero como aquello que solamente
es, “que no le falta nada” (a decir de Lacan), que se impone, y la realidad más
del lado de lo ficcional, de lo simbólico y de las imágenes, con la potencia de
ser cualquier cosa.
Quien ahora tiene una ayuda del Estado no necesita que un
diario le cuente cómo es. Si un hijo va a la escuela probablemente haya una
netbook en el hogar y tenga la nueva preocupación de cómo pagar un servicio de
Internet. Y quizás se de cuenta de que hay un mundo más ancho de lo que
pensaba, y quizás le parezca que no tener trabajo o tenerlo en negro no es un
destino inexorable. Lo real complejiza la
realidad y viceversa.
La vida también está hecha de palabras y de su discurrir. El
psicoanálisis ha develado y teorizado acerca de los efectos traumáticos de lo
no dicho, de lo coagulado, del filo mortal del silencio, de los imposibles del
lenguaje. Pero el lenguaje se aborda desde el lenguaje, y no hay un detrimento
de la conciencia ni de las reglas de la comunicación. Si no le decís a tu mujer
de vez en cuando que la amas, pronto vas a ver que que vos lo sientas no le es
suficiente.
El psicoanálisis con Lacan -por decirlo rápidamente-
entiende que al final de un análisis queda un sujeto advertido de su deseo. Ha
reconocido y transitado sus marcas y ha ido más allá de ellas. No sólo las
conoce sino que las nombra, las ve venir, sufre algo menos y hace sufrir menos a quienes
lo quieren, hace algo con eso.
Es hora de que el kirchnerismo tome nota de las nuevas marcas, esté advertido
y se relance hacia el futuro renovado, para
que estos años no terminen siendo sólo un campanazo en el dudoso péndulo de la
historia.
3 comentarios:
muy bueno
Excelente, me lo robaría eh? saludos!
Un poquito de temor yo tambien senti con las Paso pero aun apuesto a que la mayoria de la gente tenga memoria, y que el gobierno tenga un buen tensiometro para medir el pulso social. Excelente blog! CGS
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