Cruel en el cartel


Ayer en la Comisaría del Humor (lugar en el que nos juntamos con los ogros amigos) mientras charlábamos sobre las zonceras más irrelevantes –apasionantes-, y hacíamos los comentarios más improbables sobre diversos temas, modulando nuestras voces como niños, algunas hipótesis e ideas encontraban en el silencio posterior algún asidero.

El silencio no tiene cualidad, uno se lo pone. Entre tanta risa es dificil que surja. Cuando Jimmy Page contó que se había hecho su primera guitarra con sus manos, hubo uno de respeto. El rockumental que nos juntó fue una buena excusa.

Hoy pensaba en otros silencios. Por ejemplo el que provocó el padre de Wanda Taddei hace unos días cuando prácticamente le echaba la culpa a su hija de lo sucedido, contaba sin pudor cómo ella había tenido problemas con las drogas desde que era pequeña, las peleas con su ex marido y con el actual, pero sobre todo dos conductas: cortarle la luz de la casa al baterista de Callejeros sabiendo que el no soportaba estar a oscuras sin entrar en pánico, y hablarle de la madre muerta “cuando se daban” con Vázquez. Silencio, salvo el del muñeco de torta G. Andino que se entusiasmaba oliendo sangre. Nadie se atrevió a decir que ese padre era un tanto extraño.

En otro momento de la noche, le dije a uno que contaba algo sobre una chica, que algunas personas suelen estar sostenidas en la mirada de los otros, y que esa posición de ser adorada puede imposibilitar verlo a el en su situación actual. Hipótesis. Silencios.

Hace unos días pudimos ver la entrevista en la que el ex economista (¿?) Bonelli con su delaruístico tono de voz sometía y juzgaba a la Hiena Barrios, quien en una interesante confesión, dijo que (sea verdad o no) pensó en suicidarse estando detenido, pero que no lo hizo porque sabía que le iban a sacar una foto y de alguna manera se iba a filtrar, y no quería que sus hijos lo vieran de esa manera.

La fuerza de una mirada, tanto que hizo que no se matara, al igual que cuenta Maradona que la mirada de sus hijas lo salvaron, que por ellas decidió intentar vivir un poco más. Como el silencio, la mirada en si no dice nada, hay que revestirla de una condición, de una palabra. Y no es algo insustancial. ¿Acaso no hay miradas que atraviesan?

Roberto Arlt en su aguafuerte (“He visto morir”) cuenta el fusilamiento de Severino di Giovanni, nos dice que cuando lo sientan y lo atan para fusilarlo y le están por poner la venda en los ojos, éste grita:

venda no”. Y continúa:

”Mira tiesamente a los ejecutores. Emana voluntad. Si sufre o no, es un secreto. Pero permanece así, tieso, orgulloso. Di Giovanni permanece recto, apoyada la espalda en el respaldar. Sobre su cabeza, en una franja de muralla gris, se mueven piernas de soldados. Saca pecho. ¿Será para recibir las balas?

— Pelotón, firme. Apunten.

La voz del reo estalla metálica, vibrante:

— ¡Viva la anarquía!
— ¡Fuego! …

Cómo romper las miradas, cómo desviar los silencios, cómo hacerlos hablar. Miradas que sostienen y salvan. Miradas que destruyen. Todo un abanico que depende del timing y que no es sin consecuencias.

4 comentarios:

El Tony | 26 de febrero de 2010, 14:06

Reconozco algunos de los silencios aquí mencionados. Sé también -estuve presente en la reunión ogra pero difiero en que haya sido en una comisaría, fue más bien en la casa de la tolerancia y el respeto por el prójimo- que algunos de esos silencios se debían a otros motivos. Por ejemplo, no entendíamos su teoría lacaniana producto de nuestra falta total de capacidad de abstracción y al consumo de sustancias prohibidas como el alcohol despuès de las 21hs y un disco de Herp Alpert & the Tijuana Brass, entre otras. De cualquier manera estuve de acuerdo con su idea de "la aprobación del otro" en esta chica. Está buena, para más. El silencio tal vez obedezca a que uno no se explica cómo pudiendo salir todo bien siempre hay algo que caga la cuestión.
Pienso ahora que en la música el silencio es una herramienta más, y no la mera falta de sonidos. Solemos creer que entre tema y tema, en los discos, el silencio es casi una pérdida de tiempo (fíjese en algunos discos que andan por ahí, y verá que se cae en eso fácilmente). La elección o no de ese silencio es parte del disco, parte de la obra. El silencio dice mucho.
Hay un proverbio hindú que reza: "Al hablar, procura que tus palabras digan más que el silencio". Es una frase tan sencilla y hasta mersa como lo es sublime. Me recuerda a la respuesta de George Harrison durante una conferencia de prensa, al ser consultado sobre por qué no reía como los otros: "Porque temo que se me lastimen los labios", o algo así.
Llámese a silencio entonces, cuando está todo dicho, cuando no hay nada para decir o cuando el silencio sea salud. Si cae un árbol en medio de un bosque sin gente para oír esa caída, hay ruido? Curioso también que en el espacio no haya sonidos, y que en algunas películas de ciencia ficción nos pongan ese ruido a viento espacial, imposible sin dudas.
PD:

arielv | 26 de febrero de 2010, 15:20

en la casa de la tolerancia y el respeto por el prójimo nos sentimos como en casa. Por eso celebremos que los ogros pueden estar en silencio cuando habla Jimmy Page, a pesar de que no sea nuestro ídolo. Respeto y Her Albert. Condimentos necesarios como Harrison y sus pequeñas y grandes frases.

Lisandro Capdevila | 26 de febrero de 2010, 15:42

tolerancia y respeto por el prójimo, sin duda. Salvo cuando metemos pines a full. Pero bue.
Que gran comentador que es Tony.

flor | 27 de febrero de 2010, 9:18

¿acaso el silencio no habla por sí solo? ¿siempre necesita una resignificación?

me quedé con muchas muchas muchas ganas de ver el rockumental y suspiré tranquila cuando me di cuenta de que no me había enterado de nada de lo que dijo ese señor sobre su hija.

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