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La guerra al cerdo




“volvió esa noche, nunca lo olvido, con la mirada triste y sin luz, y tuve miedo de aquel espectro que fue locura en mi juventud. Se fue en silencio, sin un reproche, busque un espejo y me quise mirar, había en mi frente tantos inviernos, que tambien ella tuvo piedad”.
 Volvió una noche. Gardel-Le Pera


Tuve que levantarme a buscar un lápiz. Tanto que le critico que no hay que marcar los libros, tuve que empujarme mis palabras y empezar a poner corchetes –mientras daba pequeños gritos de hurras sofocados- ante los estiletes de bravura, sutileza y sofisticación de quizás el novelista top 5 de la literatura argentina, el narrador de pulso recoletamente firme.

¡Haber empezado a hacerlo antes! Pero ya iba la página 85, y se lee:

“La mirada de cerca. Fijaba los ojos en los labios, en detalles de la piel, en el cuello, en las manos que le parecían expresivas y misteriosas. De pronto creyó que no besarla era una privación intolerable. Se dijo: “estoy loco”. Recapacitó que si la besaba, estropearía toda la ternura que ella tan espontáneamente le prodigaba. Caeria tal vez en el error que la desilusionaría, que lo exhibiría como un individuo insensible, incapaz de interpretar correctamente una efusión de generosidad; como un hipócrita, que se finge bueno, mientras hierve de apetitos groseros; como un tonto que se atreve a expresarlos. Penso: “Esto no me pasaba antes” (y se dijo que el comentario se le volvia habitual). “En una situación así yo era un hombre frente a una mujer; ahora…”

Un pequeño tratado sobre una (la) cosmovisión masculina que comienza y termina con mujeres, amigos y muerte, desde la punta de la pirámide demográfica. 

“Creyó por primera vez entender porqué se decía que la vida es sueño: si uno vive bastante, los hechos de su vida, como los de un sueño, se vuelven incomunicables porque a nadie interesan.”

El patíbulo es todo el tiempo.

“Después de tantos años de amistad, por primera vez entraba en el cuarto de Néstor. Vagamente miró retratos de personas desconocidas y pensó: “La intimidad que dejamos de lado no impidió que fuéramos amigos”. Esta observación lo incitó a reflexionar sentenciosamente: “Hoy todo el mundo es íntimo; amigo, nadie”
(¡fucking 1968!)

Si hablo lo afeo.

"También da vértigo el futuro –continuó Arevalo-. Lo imagino como un precipio al revés. Por el borde asoman gente y cosas nuevas, como si fueran a quedarse, pero también caen y desaparecen en la nada.”

Más.
 
"Quizá una de las pocas enseñanzas de la vida fuera que nadie debe romper una vieja amistad porque sorprenda una debilidad o una miseria en el amigo. En el conventillo descubrió que toda persona, en la intimidad, es repulsivamente débil, pero también, por los compromisos de vivir y morir, valiente.”

No alcanza la vida para leer lo que queremos, pero hay libros que te obligan a terminarlos cuanto antes, no vaya a ser cosa que si lo bajamos y dejamos librado a pequeños olvidos, terribles cosas nos pasen: los cerdos nos muerdan los pies y un búho (filósofo) nos saque los ojos.

Final de año y las palabras en este panfleto son de otro. 42 años me esperó Bioy en la biblioteca familiar, tenía que hacerle alguna justicia. Y el lápiz tanto no mancha.


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La noche que en el Sur


 ¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?
 "Limites". J.L.Borges.

Hace ya un par de años que no me pasa, pero cada vez que tenía que irme de una ciudad a otra para el receso de fin de año me agarraba algo menor a una angustia, podríamos decir una “cosa”; que comenzaba unas horas previas al viaje en la situación de armado de bolso y retoques finales de heladera limpia, seca y con algo trabando la puerta, cerrar el gas, bajar los tapones, dejar la ventana un poco abierta, lo justo para que ventilara algo y lo justo para que en caso de lluvia no entrara mucha agua. Con eso tenía bastante, por suerte la sensación de olvidarse cosas nunca me tuvo en sus filas.

Claro está que la cita al poema -nunca mejor titulado- de Borges no es azarosa. Solía acompañarme con mayor presencia en aquellos años que en éstos, y sólo es una diferencia cuantitativa. La idea; prestando atención, está ahí disponible para todos, basta poner la pelota riquelmeanamente bajo la suela y dejar que los otros pasen de largo. Esa certeza entraba y salía del bolso.

Llega fin de año y por más que uno no quiera plegarse deliberadamente a los balances burocráticos y saldos sentimentales, como en Teorema, el ejercicio se impone. Asumida la tragedia deportiva y siendo la vuelta a un año más benévolo el único deseo que podría pedir si al soplar el calendario algo pudiera suceder, vuelvo a la escena del bolso y a preguntarme por todas aquellas a las que por distintos y claroscuros motivos dejé (y dejaron) de hablarme. Será que como dice la canción de AC, en estos días “tuve tiempo de pensar en el pasado, entonces tu nombre recordé”. Esa es quizás una parte de la verdad, la otra de dónde dejar el bolso por mucho tiempo es otra, el despedirse otra, el saberlo otra.

Lo conmino a usted lector a que piense en alguien relevante para su biografía de quién se haya despedido sin saberlo y ya no tenga contacto. No se deprima, que en este blog nadie lo hace, y luego le dejo una pregunta para que conteste en su casa y la traiga después de las vacaciones, puede pedir ayuda a quien quiera: ¿Se puede morir una ciudad? Los Paper Lace dicen que sí.

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Teorema


Pienso: ¿Cómo contar algo sin decirlo casi todo? Me contesto: aunque quisiera no podría, entonces tan solo unas ideas que espero no adelanten demasiado la maravillosa película que vi este fin de semana.

Teorema (1968), de P.P.Pasolini muestra de manera brutal como ninguna otra película que yo recuerde;  la tragedia que puede resultar del develamiento de –al menos- una verdad personal, íntima, de esas que van al carozo del ser, silenciada por mucho tiempo y de la que no se quería saber nada.

Una familia burguesa de Milán (Papá, mamá, hijo e hija adolescentes) recibe una carta que dice: “Llego mañana”. Al día siguiente “un muchacho” de rostro angelical (¿el proto Alex De Large?) se instala en la mansión y comienza a empujar todo aquello que en los integrantes de la familia (más la sirvienta) estaba sofocado. Ángel y demonio, fuerza intrusiva que les destruye la vida como la conocían. La verdad develada fuera de tiempo los dispara hacia la catatonía en la hija, un maniático y frío desenfreno sexual  en la madre,  un trance místico y de devoción supina en la sirvienta, un despertar homosexual y artístico en el hijo y otro tanto en el padre, que regala su fábrica a los obreros y se entrega en cuerpo y alma a la inmensidad. No quiero decirles cómo logra eso en ellos este Robledo Puch, ese lugar de sombra se los dejo a ustedes, la sombra que ni El conoce.

A Edipo lo corre una verdad, a Hamlet lo corre una verdad, a usted lector lo corre una verdad, a todos nos corre alguna verdad que una vez hecha carne y alumbramiento nos será imposible volver al estado anterior y negarla (podemos, pero lo sabemos), los pequeños Rubicones que el devenir nos incita a cruzar no sólo son simbólicos.

Entre querer saber y no querer saber pasa un río, unos son nuestros amigos y novias, los otros son los bárbaros con cuenta sueldo y prescripciones de ansiolíticos. 
 
Todo sería verdad si no fuese por una pequeña cosita que nos obliga a bañarnos de humildad: el inconsciente.
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Teléfonos / White Trash


Recuerdo cuando escuché por primera vez “Teléfonos/White trash” de Sumo, tendría unos 14 o 15 años. Opresiva y deslumbrante, un grupo de rock que cantaba las flores del mal. La imagen de un teléfono sonando en una habitación vacía era muy fuerte. Pensaba en un suicida, en alguien que había llegado demasiado temprano o demasiado tarde. Los teléfonos pueblan las canciones de rock, desde Charly y su peluca telefónicaFito y sus cables de Entel, pasando por Estelares y la habitación donde se escucha el telefono, y varias más que podrían ser material para algún ensayito de alguien más metódico que yo. El teléfono como las cartas, como los puentes. Y es posible que del otro lado no contesten, es la premisa que lo sostiene.

Yo tenía algo con los telefonos públicos, me gustaba usarlos, 20 centavos y ya, la moneda de un peso valía doble. Por un tiempo coexistieron en mí con el celular. De hecho el primero me lo regalaron y desde ese entonces (no muchos años, 5  quizás) he abandonado al teléfono público. Solía usarlo mayoritariamente para llamar a chicas (primeras citas o “estoy cerca de tu casa”), la situación de estar en la calle y tener que llamar al fijo de un hogar era toda una situación. Más atrás aun, antes del 2000 si uno quería llamar a una chica, tenía que hacerlo al lugar donde probablemente atendería el padre o la madre, una situación espantosa para quien quisiera desposar a la adolescente del inmueble (nota: todo esto rige para los teléfonos fijos sin identificador de llamada, la sorpresa es fundamental).  El uso del celular sin duda ha producido cambios en las subjetividades, como marca de época, los control freaks podrán acosar a sus parejas o a quienes quieran con la excusa de saber cómo están, que hacen, lo mismo para las madres. Yo diría que está bien no atender el celular cuando uno no tiene ganas, ni contestar mensajes si tampoco quiere (otra nota: los mensajes, así como los mails: llegan, no sirve como excusa), o bien, apagarlo.

Había que ir a la guía a buscar los teléfonos (que antes habíamos usado para llamar y molestar a los de apellidos graciosos), como hizo Bielsa sin suerte hace poco para tratar de contestarle a un tipo que escribió una carta de lectores a un diario (¡genio!).

En estos tiempos tan aparentemente veloces donde las personas navegan por internet con sus celulares, la cantidad borrará todo de nuestra y de las memorias. Una carta quedará toda una vida para ser recuperada, los mails se borran en un par de años, sin ir más lejos toda la correspondencia virtual de algún valor la he perdido en servidores de cualquier país y sólo quedan para los trabajos de archivo de la biografia de fantasía, digamos, lo previo al año 2000 (O usar el Outlook).

Como sabrá usted lector de este panfleto, la lógica que impera es la de la perdigonada, se abre en  muchas direcciones y alguna le pegará.  Acabo de escribir esto cuando tendría que estar haciendo la segunda entrada de Los condenados de la tierra, porque ya nadie quiere los teléfonos públicos.

You know my name (look up the number).

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Perder la división


Unos días después de consumado el descenso de Central vi un llamdo a un concurso de cuentos de fútbol, así que como terapia decidí ver si podía hacer de la escritura un pequeño trabajo de duelo. Escribí el cuento que lleva el título de la entrada una noche de un tirón. Al día siguiente tenía cosas que hacer cerca del correo así que lo envíe. Hoy entré a ver los resultados del concurso y noté que coexistían dos direcciones postales para enviar los cuentos, una que se agregó en algún momento posterior a la convocatoria (que terminaría siendo la final) y la dirección original (que aun está en la página, en las bases) a la cual envié el cuento. Jamás sabré si alguien lo leyó, así que le doy luz en este espacio semi privado. 
Perder la división

Súbitamente el cielo se cerró dando paso a un temporal de lluvia, viento y granizo.  Julián había estado esperando toda la semana aquella tarde de domingo para jugar ese partido; pero el clima, impredecible como siempre, se había opuesto a su anhelo.

Volvió a su casa con el andar de quien entra al patíbulo, sus pies embarrados marcaban las huellas de la pesada decepción. Se marchó sin despedirse de sus amigos, tal era la tormenta que todos se dieron cuenta sin mirarse que así no se podía jugar. Como consuelo sabían que la cancha no podría aguantar cinco minutos en esas condiciones. Se quitó los botines en la puerta de su habitación, su madre corrió a levantarlos, ensayó un reproche pero al ver el semblante de su adolescente hijo tuvo piedad y pensó que sólo era un poco de barro, los llevó a la pileta del lavadero y con el trapo de piso borró una parte del recorrido del condenado.
 
Ya en su habitación Julián subió la persiana, se quitó la ropa y se metió a la cama. Efectivamente la tarde se había vuelto noche en minutos, el cielo era iluminado por rayos y desafiado por el viento. Cada tanto la lluvia cambiaba su dirección de caída y golpeaba directamente contra la ventana. Las pocas luces que entraban desde la calle permitían iluminar la esquina que formaban la pared y el techo a los pies de su cama y se podía ver cómo recrudecía la histórica filtración, como una herida imposible de cerrar. A su izquierda el calor del viejo calefactor catalítico movía las vendas que Julián había colgado en los soportes de la biblioteca.

Las sábanas secaban su cuerpo mientras no dejaba de lamentarse por la oportunidad perdida, había estado toda la semana enfermo y sólo el día anterior había vuelto a jugar. Aunque solidarios, los amigos no dudarían en reemplazarlo si les fallaba seguido, regla implícita de ese y de la mayoría de los barrios.

La lluvia no paraba y la habitación era cada vez más pequeña, agobiante y oscura, momento en el que su cuerpo dijo basta y lo sumergió en el sueño. Julián se durmió profundamente. A la media hora comenzó este sueño: Julián mirando atentamente el empeine de su pie izquierdo apoyado sobre el largo banco del vestuario vendándose con paciencia de artesano, a sus costados algunos jugadores en pantalones cortos azules con los números en amarillo charlaban sobre sus hijos y posibles pases al exterior. Sintió que alguien apoyaba el pie a su lado para vendarse como él, comparó tamaños y ante la tremenda diferencia comenzó a recorrer de abajo hacia arriba para cerciorarse quién era el desproporcionado. Para su sorpresa a su lado se estaba cambiando Horacio el “Petaco” Carbonari, correcto defensor de formidable pegada que salió de Rosario Central y supo generar grandes amores por un breve período de tiempo. Giró su cabeza hacia la derecha y encontró a Vitamina Sánchez, uno de los últimos grandes jugadores que dio la institución canalla durante la década de los noventas, exquisito armador y estratega. Siguió barriendo el vestuario con la mirada y notó a Coudet, Falaschi, el polillita Da Silva, los jugadores que conformaron el plantel ganador de la Conmebol 1995. Terminó de vendarse el otro pie, se calzó los botines y se puso la camiseta número seis de Rosario Central con total tranquilidad, el sueño respetaba el amor de la vigilia. Se levantó, a lo lejos el viejo Zof miraba con los brazos en jarra hacia afuera por una de las pequeñas ventanas del vestuario, Julián se dirigió presuroso hacia el baño, cruzó frente a un espejo, notó algo raro y caminando hacia atrás notó que era un adolescente y tenía la misma cara con restos de acné de siempre, despeinado y con su ortodoncia que lo volvía tremendamente frágil ante cualquier pelotazo o manotazo en la cara, situación que le hacía sentir el gusto a hierro de la sangre. Por suerte la ropa le quedaba a medida, no estaba ridículo, se acercó al espejo, se miró detenidamente, dejó fija su cabeza y giró su cuerpo para poder ver su dorsal: “nailuj” leyó, o “Julián” si pudiera verse directamente. Se volvió hacia sus compañeros y leyó sus espaldas, todos tenían su apellido y él su nombre.

Fue al baño, el ruido de los tapones contra el cerámico lo llenaba de alegría, era la música conocida, la del juego y los amigos. Cerró los ojos y escuchó por primera vez el canto de la hinchada que entraba por todos lados, los apretó con fuerza una vez más y escuchó su nombre: “Julián, Julián, ¡Julián!” cada vez más fuerte aunque sin ritmo futbolero, era su madre que lo llamaba a cenar.

-Mamá la puta madre, estaba soñando algo hermoso –dijo Julián.
-Dale, a comer, vamos, no es hora para dormir –señaló su madre.
-No tengo ganas, como después.
-Como quieras.

Julián dio media vuelta y dándole la espalda a la puerta; con pasmosa facilidad volvió a dormirse y a continuar el mismo sueño.

Salió del baño, estaba por comenzar la charla técnica, el viejo Zof habló sólo cinco minutos, tiempo suficiente para refrescar los conceptos trabajados en la semana. Le llamó la atención que Zof tuviera la voz de Victor Hugo Morales. Todos lo palmearon, le dieron ánimos y le pidieron que no se achicara ante los delanteros contrarios.

Comenzó el partido, Central jugaba en el Gigante de Arroyito contra San Lorenzo, la primera pelota que le llegó fue un pase de un volante  hacia atrás que con solvencia abrió bien para un lateral, sin riesgo. La segunda pelota que tuvo que despejar fue un rechazo contrario de Manusovich en el que el Gallego González le mostró el rigor de primera y le dejó el codo en el cuello. Pero Julián no tuvo miedo, promediando el primer tiempo, en un contragolpe cuervo quedó mano a mano con el Perro Arbarello y resolvió con gran categoría para sus quince años, extirpándosela como un cirujano un lunar. Ya en el segundo tiempo y con el marcador favorable a Central, comenzaron los primeros sobresaltos: un cabezazo del Pampa Biaggio que pasó cerca, un tiro en el palo de Rivadero y finalmente el gol de descuento de Silas de penal. Todo demasiado vívido para que fuera un sueño. En la última jugada del partido y con los veintidós jugadores dentro del área canalla, la pelota cayó al primer palo, el arquero salió a cortar y quedó a mitad de camino, alguien cabeceó hacia atrás y cuando el Pampa Biaggio se disponía a rematar sin oposición y decretar el empate, Julián se tiró al piso y trabó con su cabeza la pelota impulsada por el pie del delantero. Se fue desviada, terminó el partido y Central festejó, pero Julián había perdido el conocimiento. Sus compañeros fueron a abrazarlo y se dieron cuenta que no se movía, el impacto había provocado un muy mal movimiento en su cuello. Los médicos corrieron a su encuentro, el camioncito que lleva a los lastimados iba a la zaga, éstos llegaron, pusieron el cuello ortopédico y lo subieron rápidamente a una ambulancia.

Julián trató de despertar pero no pudo. Su hermano saltó la barrera que separa la platea del campo de juego y logró subirse a la ambulancia para acompañarlo. En la camilla yacía inconsciente el cuerpo de un hombre que con su arrojo había ahogado el grito de miles y despertado el corazón de muchos más.

Julián entró en coma esa misma noche, su madre se lo atribuyó al calefactor que no tenía salida al exterior, en tanto que el hermano –más poético y enigmático- dijo que solamente estaba durmiendo el sueño de los héroes. El primer año que Julián estuvo conectado a unos aparatos pasaron muchas cosas, entre ellas Tinelli abandonó la televisión, Estados Unidos se retiró de Irak y Central descendió de división. Justo, su hermano, solía decir que envidiaba el estado de Julián ya que no había estado consciente para vivir y sufrir lo que es perder la división –y no la categoría, como aclaraba cada vez que podía-. “Qué hijo de puta, de la que se salvó” solía bufar por lo bajo tratando de que su madre no lo escuchara. Durante la semana se turnaban para visitarlo con algunos amigos y una tía que lo quería mucho. Le contaban sus penurias, le leían el diario, comentaban la televisión, lo peinaban, pero sobre todo le hablaban de Central. Los días de partido eran visita obligada de algún familiar para que le pusiera la radio y viviera junto a él esos noventa y pico de minutos donde el ritmo cardíaco sufría alteraciones (pero en el sueño, el viaje –vuelo- continuaba, la ambulancia no terminaba nunca de salir del estadio) y las fosas nasales se dilataban.

El descenso desató una virtual guerra civil en Rosario, las tropas canallas se movilizaron varias semanas, amenazaron jugadores, exiliaron dirigentes y sumaron nuevos socios al padrón del club, todo mientras Julián salía del Gigante.

El torneo se presentó difícil como era de esperar, en las primeras seis fechas se cosecharon dos empates, dos derrotas y dos triunfos, las tropas esperaban a la vera del río y en las afueras de la ciudad, prestas para salir a cazar a quien sea. El hermano de Julián iba a la cancha cuando podía, cuando su trabajo y su paternidad lo dejaban (eso también había sucedido, pero no era tan importante como para mencionar). El final de la primera ronda encontró a Central en la séptima posición, lejos de los ascensos directos y de la promoción. Los hospitales cada vez recibían más personas con situaciones cardíacas delicadas, el Nacional B amenazaba con afinar la pirámide demográfica canalla. Luego de rumores de cambio de técnico y dudas sembradas sobre varios jugadores, los elementos comenzaron a amalgamarse y el equipo comenzó a ganar, se anotó una seguidilla de cinco victorias consecutivas que lo depositó en la tercera colocación a un punto del segundo faltando tan sólo una fecha. En la última se iba contra Defensa y Justicia de local. Entre aquella mejoría la que faltaba era la de Julián, que estaba al tanto del asunto por su hermano y la radio de la ambulancia. El partido final -que de ganar Central y empatar o perder el segundo, aseguraría la vuelta a Primera- se jugaría un domingo. Justo había estado tratando de convencer a su madre y a las autoridades del hospital que lo dejaran llevar a Julián al estadio, que no podía no estar presente, que nunca se lo perdonaría. De ambos lados recibió una negativa, pero el domingo al mediodía del partido, Justo consiguió la complicidad de su tía y fueron al hospital a buscarlo. Todo el personal estaba pendiente del encuentro, algunos miraban la transmisión de la televisión, otros escuchan la radio, otros se habían encerrado en armarios para no vivirlo, así que la salida fue fácil: lo cargaron en una silla de ruedas y salieron por la puerta del hospital sin resistencia. Pero el día no acompañaba, caían las primeras gotas y el cielo se encapotaba con rapidez. Al llegar al estadio los encantos de la tía abrieron molinetes y algunos accesos hasta llegar al sector que está a un costado del túnel donde salen los jugadores, detrás de los carteles de publicidad.

Las entradas estaban sobrevendidas, no cabía una sola persona más en el Gigante ni en las inmediaciones. Justo miró a su tía y pensó que era una genia y probablemente una libertina. Julián parecía tener otro color en la piel, pero aun así había que sostenerle el cuello para que no se fuera su cabeza hacia atrás, y el paraguas para que no lo mojara ni a el ni a su bata ni a su gorrito azul y amarillo canalla.

El primer tiempo terminó empatado a cero. La lluvia le daba un ambiente aun más épico al partido. Cuando pasaron los jugadores para el vestuario en el entretiempo; Justo pudo ver del otro lado del túnel a Vitamina y a Carbonari detrás de los carteles como ellos. La ambulancia había encendido las sirenas para avanzar. El equipo salió con fuerza y desorden a conseguir el resultado, la voz del estadio había anunciado que el segundo había perdido y un gol los devolvería a Primera. La tía cada vez menos cómplice se preocupaba por Julián tomándolo de la mano y por Justo que estaba a punto de perder su voz entre el frío y la desesperación. Pero a los treinta minutos llegó un córner bajo desde la derecha, un rechazo con pifie del defensor de Defensa y Justicia y la pelota hizo una parábola ridícula y terminó metiéndose en el arco visitante. Delirio y fervor en las tribunas: Justo invadió el campo de juego, los jugadores formaron una montaña humana irreconocible, mientras en la ambulancia Julián se sentaba y quitaba el cuello ortopédico, en la cancha le apretaba con fuerza la mano a su tía que ya no le sostenía el cuello y en su habitación la filtración comenzaba a secarse.
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Marcelo Bielsa


"Gracias le doy a la Virgen
 gracias le doy al Señor
porque entre tanto rigor 
y habiendo perdido tanto
no perdí mi amor al canto
ni mi voz como cantor"

Estas estrofas del Martín Fierro las citó Calamaro en su concierto regreso en  el Luna Park tras casi cinco años de ausencia en los escenarios argentinos. Hace unos días Marcelo Bielsa dio una magistral conferencia de prensa donde anunciaba que si al día siguiente perdía el presidente de la AFA chilena, dejaría su cargo luego de sus últimos compromisos del año, dando una serie de argumentos sociológicos y deportivos irrefutables, nunca apelando a lo sentimental. Tratar de condensar la conferencia y lo que pienso de Bielsa me llevaría miles y miles de palabras que le ahorraré a usted, ocasional y recurrente lector.

Al día siguiente de la conferencia finalmente ganó las elecciones un español (¡!) que fue elegido por los presidentes de los clubes chilenos, en una acción que revela la poca intención de profundizar el modelo en el cual Bielsa había sido una parte importante (cosa que él tratará de negar sistemáticamente), primando –cuando no- intereses menos generosos e individuales.

Hace unos días JP Feinmann decía que él podía darse cuenta cuando alguien pensaba con rigor, en relación a Cristina, y lo mismo puede decirse de Bielsa. No existe ni ha existido en el fútbol argentino un técnico con la rigurosidad de pensamiento, claridad argumentativa y expositiva de sus ideas, sus métodos, su trabajo de campo, su preparación, en fin, la idoneidad para el cargo. Hasta podría decirse con el eufemismo con el que algunos profesionales de Recursos Humanos rechazan candidatos por estar “sobre calificados”, Bielsa está sobre calificado para dirigir fútbol, el lo negaría de corazón (y yo) y sería cierto, pero entre tanta mediocridad y pensamiento mágico que se puede divisar en las palabras de los técnicos de nuestro país, Bielsa suena al padre de la criatura, a aquél que sufre por lo que se le escapa de las manos.

El dice que su experiencia en Chile le despertó la vocación, aquella entidad de dudosa existencia que quizás sólo exista para el que la encuentre. El deseo algo tiene que ver ahí. Bielsa trabajó en Chile para darle mucho de lo que no tenía, juntó medio millón de dólares dando conferencias y lo “devolvió” en inversión para el complejo Pinto Durán, donde, ante la mirada incrédula de Mayne-Nicholls pidió vivir, un lugar de cara a la montaña; ubicada en una modesta zona de Chile.

Logró unir temporalmente a los dirigentes y tocó el alma excesivamente patriota de los chilenos (mi pasado patagónico así me autoriza) y les mostró artleanamente que a base de trabajo y calidez humana, podían un poco más. Recibía a todo aquél que se acercara al predio, a cualquier DT que pidiera observar sus trabajos y ponía una persona a disposición para que lo guiara por el mismo y explicara todos los ejercicios si así lo requería, extendiendo una copia de su base de datos de manera desinteresada, ya que en la base de este proceder él sostiene que mientras mejores sean los otros (técnicos, jugadores) uno consecuentemente se mejora.

Habló sobre la idea de invertir en aquello que no se verá inmediatamente sino con los años, en los jóvenes, en los beneficios que verán otros, y recordó el orgullo que sentían los habitantes de algunos pueblos cercanos a Rosario cuando los árboles de su calle principal eran tan altos que se tocaban en sus copas desde las veredas enfrentadas. También recordó que algunos intendentes los mandaban a podar para borrar ese símbolo del anterior gobierno.


Del rigor en la ciencia

Bielsa es un personaje borgeano, laberíntico, pero jamás un loco. Aquí comienza el trabajo de deconstrucción de su apodo, que espero sigan otros más lúcidos. Históricamente la locura ha apresado en sus redes a los pobres, los desposeídos, los extranjeros, la famosa otredad, todo aquello que despertara algún temor, algún rechazo en los supuestos normales, que por un lado no son más que aquellos que han ganado, que han llegado primero y han impuesto su discurso. También se ha asociado la psicosis a lo deficitario, cuando en realidad la inteligencia no se ve afectada (aunque si en las esquizofrenias). Hablo de inteligencia, de voluntad, de rigurosidad porque intuyo que Bielsa no se debe llevar muy bien con la hipótesis del inconsciente, es decir, aceptar que hay algo más allá de nuestra voluntad y que nuestro yo no es el que determina nuestra conducta. Y Freud lo propuso y demostró cartesianamente, ¡un genio! Ese trabajo desmedido, esa puntillosidad, ese declarar conocer a todos los jugadores sub-20 de los 32 equipos del fútbol chileno quizás sea la argucia de su fantasma para evitar el horror del inconsciente. Pero no quiero ir por ese lado.  Bielsa es un iluminista, el pensamiento es un reflector que no solamente va sobre el campo de juego.

Yo desde la supuesta razón, en mi condición de devoto del equipo más popular de Rosario, debería odiar a Bielsa por ser de la contra, pero no lo hago, sino lo contrario, ya que ¿Qué culpa tiene de haber pertenecido a una familia que abrazó al club de la ciudad que lleva un nombre en inglés? Académicamente toda definición psicológica de “normalidad” es cuestionable. 
Los franceses a principio de 1900 describieron y delimitaron  las“locuras razonantes”, pero éste no es el caso. ¿Acaso no podría decirse de un loco que es alguien que no sabe lo que dice? ¿O que no tiene sentido? ¿Acaso yo tengo un hilo, hay una coherencia en estas líneas? ¿Acaso usted sabe lo que dice?

Bielsa si, un pre freudiano.

“Yo sé que la verdad es la verdad del que tiene poder." No lo dijo Nietzsche, lo dijo Bielsa en esa conferencia, y  ahora debe estar cantando la canción de Loquillo, Línea clara:
"Dicen qué me repito
de lo claro que hablo,
será que no me entrego
a las reglas del mercado
porque milito en la razón
del pensamiento ilustrado."

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Nadie con un arma sabe bien qué es lo que pasa

Cachetazo dice TN, cuando en realidad se ve claramente la artera trompada que la presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la cámara baja le propinó a Carlos Kunkel. Con su mano izquierda le corre la derecha con la que se “defendía” y a renglón seguido estampa el puño cerrado y traidor. Freud decía medio en chiste que la cultura nació el día que en lugar de tirarle una piedra a alguien por la cabeza, el ser humano lanzó un insulto.

Que son campanas de palo las razones de los pobres decía Martín Fierro. Son campanas de palo los argumentos –por ser bueno- de la oposición. ¿Y la tolerancia?, ¿Y el consenso? ¿Y Marcela y Felipe? ¿Y la moto? Apenas sucedido el hecho vemos la operación mediática de ese sector de siempre por invisibilizar.

Cuando la estructura sale a flote, se revela, algo impredecible puede pasar. Si la verdad (una) es una ficción por algunos compartida, venimos asistiendo como nunca a la instauración de una realidad en los medios que poco tiene que ver con algunos hechos. Más que nunca se trata de palabras, los hechos parecen perder peso y gracias a una repetición maquinal, casi dejan de existir. Estaba trabajando sobre otra cosa hasta que vi el golpe de hociquito Camaño, esposa del truhán Barrionuevo y me distraje hacia este lado. Pero vuelvo a cuando se pierde la máscara: es casi imposible que las cosas sigan como estaban, porque hasta la persona más cómplice en silencio de la infidelidad de su pareja, cuando ésta se hace burdamente presente, no se la banca. Espero ansioso ver las repercusiones.

Para alguien será un cachetazo, para otros una piña, para otros una metáfora, para 678 un loop eterno. ¿Qué dirá la pequeña Lilita, la diputada Hotton (de la parroquia de Maru Botana) sobre los valores, esa entelequia malversable que siempre son llamados por derecha?

Y hablando de fachadas, de mentiras y de caídas, finalmente se retiró el muy mediocre boxeador Fabio “la mole” Moli, que la única vez que fue a pelear afuera por el título mundial, se tiró apenas le pasó la primera piña de Klitschko cerca. Casi como hizo el poeta de los cabellos más cortos del mundo, Arthur Cravan (quien dijo que la gente embrutecida sólo sabe ver belleza en las cosas bellas), en 1916 cuando desafió a pelear al campeón de los pesos pesados y se dejó caer en el primer round mientras decía: “no me mate, se lo suplico”.

Al menos era más honesto, no es poco.

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Carrió, la Cappa de la oposición


Ayer me quedé despierto hasta tarde viendo la sesión de diputados donde se intentaba tratar el presupuesto 2011. No quisiera detenerme en las bajezas y oportunismos de los sectores contrarios al Gobierno que intentan decirles cómo administrar, con qué números, partidas y tiempos podrán hacerlo el año que viene, cuando deberían constituirse básicamente en un mecanismo de contralor. Estuvo bien Rossi al decirles que parecía que actuaban como si no creyeran en que podrían ser gobierno el año siguiente.

Pero voy al punto: la irresponsabilidad, la ligereza, la liviandad con la que Angelito Carrió se expresa es –justamente- de proporciones bíblicas. La mirada fija sin parpadear, los movimientos de su cabeza hacia los costados, un pensamiento basado en axiomas (que sabemos que no se demuestran) con el que ha podido construir una carrera política básicamente a fuerza de epítetos y un jarabe léxico si bien bien articulado, vacío de toda aplicación en la realidad. Carrió nunca ha gestionado, nunca ha gobernado nada, ha desmembrado todos sus partidos y vuelto a fundar otros, ha visto “cosas terribles” y ha callado. Hasta ha visto el futuro. Como bien la denominó Mario Wainfeld, la "pitonisa chaqueña" se sostiene –quizás, por qué no- en base a un gran delirio construido alrededor de la política. Un mundo que existe en su cabeza y los miles que la votan. Ayer decía que el gobierno tiene que cambiar, que la Argentina de la prepotencia terminó (¡ja!) y que gracias a que ella impulsó que no hubiera derrota en Diputados, las cosas podían seguir funcionando. Denunció sin pruebas –obviamente- que ayer hubo Banelco (en referencia a las coimas del gobierno de DLR) y que la pagó Cristina. Ay ay ay alma bella


A alguien así, en el fútbol se le dice vende humo. La imagen es muy gráfica. Y el principal productor de humo junto a Caruso Lombardi es Angel Cappa. Durante algún tiempo no podía tomar partido si me caía bien o mal, no podía estar en desacuerdo con algunas ideas futbolísticas (de la boca para adentro) que profesaba, pero su materialización en la realidad nunca se han visto. Quizás el Huracán que perdió con Vélez el campeonato haya sido un buen equipo, pero después le fue bastante en mal en casi todos los clubes de dirigió. Para mí es un poco enigmático por qué lo tienen tan en alza no habiendo conseguido títulos (sólo de ayudante), sobre todo en un mundo tan básico, podrido y cabeza como es el del fútbol.  Porque tampoco  es que habla tan florido, defiende algunos puntos de manera vehemente pero eso no es un mérito (como tampoco Alfaro tirándose contra el Checho, que dicho sea de paso el primero hizo la peor campaña en la historia de Central, gracias).

Con el tiempo, esa gran distancia entre el señor correcto ante la prensa y el desaforado, incitador a la violencia y sobre todo mal perdedor (nunca la falla es propia) hizo que el personaje se me haga impresentable. 

Un Carrió del fútbol y Lilita una Cappa de la política. Quizás deberían intercambiar roles y Lilita ponerse los cortos y hacerles hacer a jugadores ejercicios con pelota (¡la novedad de Cappa!),  adelantarle las visiones de las jugadas y Angelito usar los sintagmas inamovibles de ella vociferando desde la cámara baja, ¿Por qué no? Dicen que habría negociaciones en un lado, entre un señor y una señora,  según una fuente que habría recibido un mensaje de texto de la ex compañía donde importante actual funcionario habría tenido o tendrá amigos para beneficiar.
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Negro de alma


“Pero si es negro, tiene menos de 40, es hincha de Boca, su padre es albañil, toda la familia peronista, él maneja un taxi en Pinamar…  ¿Cómo puede odiar a Kirchner y estar a favor de Macri?” se preguntaba entre dolido y asombrado un amigo sobre un conocido de toda la vida, casi dispuesto a cortar relaciones con él. Yo le dije que eso era exactamente la ideología en su acepción marxista clásica de falsa conciencia (de clase), un individuo de una clase, habla y es hablado por otra, aun no ha tomado conciencia de la suya y defiende los intereses de otros que no pudiéndolo ver, son sus opresores. La conciencia invertida.

Recuerdo a Castells apoyando al campo en su intentona golpista, sumándose a un reclamo ajeno, le resalto este comentario de su amigo, recordamos a los que trabajan de seguridad en boliches, recitales -personas que tan sólo por sus apariencias hubiesen sido los tronquitos con los que hubiesen prendido una fogata alemana- escucharlos referirse a los chicos del público como “negros de mierda”. Fascinante en un nivel teórico, despreciable a un nivel humano.

Fascinante porque son ejemplos de cómo los discursos funcionan con independencia de las condiciones materiales, ahí con demente impunidad nos alejamos de la ortodoxia marxista y las vemos funcionar en todas las clases sociales, en todo el abanico posible de una sociedad. Es verdad que el arrastre familiar, etario, del grupo de pertenencia influyen mucho, pero cuando alguien empieza a dudar y a repensarse y a pensar qué hace, para qué lo hace, para quién, empiezan los problemas y quizás se desata la neurosis.

Una pregunta  que divide aguas es cómo piensa uno al que tiene al lado. Si es un par, un compañero de existencia o es algo inferior, indigno, o directamente no reconocido como persona. Si esto es así, la puerta está abierta a todos los atropellos imaginables, desde la discriminación en la escuela, en el trabajo, hasta los genocidios. Aceptar la diferencia no es tarea fácil, la castración necesita algo de coraje y masaje. Lula es tornero y su primer diploma fue el de presidente.

Volviendo al comienzo pero ahora la ideología en su acepción de cuerpo de ideas relativamente sistematizadas. En estos días que corren –ni en los anteriores- no se ha escuchado a los ideólogos (¿habrá?) contarnos las bondades del neoliberalismo, de todas las políticas públicas de privatización de servicios llevadas a cabo en los noventas, la entrega de los fondos de los jubilados, la masacre a la educación y a la salud…nada,  ¿cómo alguien que perdió todo en los noventas y lo recuperó en este último lustro y medio puede estar fervientemente en contra del gobierno y apoyar directa o indirectamente a quienes ayudaron a vaciar al país y destruirlo material y simbólicamente? ¿Cómo un pobre diablo caído del catre se puede sumar a la superficialidad de carteras, botox, tonos fuertes y puños cerrados? Y peor la gente “instruida”, con cierto ejercicio crítico, ¿Quién, con su panza rebosante puede quejarse porque quizás haya que pagar un poco más caros los artículos de tercera o cuarta necesidad como un Iphone o un Blackberry?

No a los “ismos” dicen algunos como si fuese decir algo, como pedir tolerancia, consenso, mesura, puras pavadas que hay pedirles  a un tipo que maneja un auto con su familia dentro. Si la historia ha terminado entonces no hay nada que hacer. Mentira, idioteces lights, burradas postmodernistas, grises anti solidarios que hacen cintura, gambetas y dejan que muchos caigan del mapa. Todo se juega en la solidaridad. Licuar el valor de la política así como el valor de las ideologías, tanto como negarlas, es justamente afirmarlas y sin saberlo, actuarlas. Y recuerden que lo verdaderamente insoportable es darse cuenta de estar a merced del otro, en estado de interpretado diría Heidegger, en repetir que no estaba en el cajón, que medía más de su altura, en el dicen que dicen, que dicen que dicen. Vendrá la muerte y tendrá tus ojos, Néstor.

Y las fábulas  que todos hemos escuchado y nos han adoctrinado de alguna manera sin saberlo: el lobo soplando las casitas, ¿cuál resiste? La de material, la choza se vuela. Blancanieves y sus enanitos lumpens trabajadores, etc. ¿Qué culpa tendrán los colores?

Para finalizar, en este querido formato de las  perdigonadas, como le dije al cantante de Crema del Cielo sobre su canción que da título a esta entrada, será el soundtrack de la reelección: “No tengo que pedir permiso, ante ninguno me arrodillo. Mucho mejor si te molesta, si eso es ser negro, soy negro de alma. De piel y de alma.”

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Apuntes desde la plaza


1. Transversalidad: Babel. Mayoría de jóvenes. Banderas del partido comunista en la plaza. Gremios: pregúntenle a algún trabajador sin uno a ver qué dice. 

2. Sabbatella: terminá de estacionar el auto querés. 2.1 Abal Medina. 2.9 Cafiero.

3. Cómo me engañó Lanata tanto tiempo, era fácil ser progre con el turco.

4. ¿Por qué no se muere el turco? Pregunté. “Porque esos tipos son puro cinismo, no le rozan las balas” me dijo ella y la felicité.
5. ¿Qué estará haciendo la pitonisa chaqueña en este instante?, ¿Azotándose en Punta del Este por haber dicho que le gustaría que Cristina enviudara hace dos años?  ¿Besándose con Cleto quizás?
6. Visión de Néstor para no ir por la reelección. Imagínense a ese asumiendo el lunes.
7. Cantitos: de andate Cobos, el que no salta es de Clarín, te la vamos a cuidar, acá están los pibes para la liberación (éste necesita actualización) a para Cristina la reelección.
8. Argumento para correr a la contra por el centro, por el "sentido común": el monumental  Lula, Chávez, Correa, Evo, Lugo, ex presidentes, miles y miles de personas de todo extracto llorando como si fuese un familiar. Algo bueno habrá hecho, ¿no? Eso versus Fujimori, el turco, Collor de Mello. De relaciones carnales a orgía. Se impone lo loco.
9. Loco: darle jubilación a gente que nunca hizo aportes. Loco: darle documentos a medio millón de bolivianos. Loco: gravar la renta extraordinaria. Loco: no reprimir protesta social. Loco: decir que lo sacaron a De Angeli a upa de la ruta. Un rockstar.
10. ¿Cómo evitar la represión? Corriendo a la policía como pidió Cristina bajándose del auto cuando salía de la Rosada.

11. ¡Qué hermosa es la marcha de San Lorenzo y quién pudiera vestirse como un granadero!

12. Qué bien el hermano de Bauer, su ave maría y su hasta la victoria Néstor.

13. La lluvia y la continuidad de la mística, más arcilla para el mito. Me mojé mucho las patas.

14. Las preguntas por el futuro, las respuestas evidentes, la bajada a tierra de la entelequia llamada gente.

15. Los que festejaron: a familiarizarse con el concepto de lo inevitable. 

16. Arlt debería hacer la crónica, yo le doy algunas notas.
17. Hoy cumple años Diego, que me perdone por cajonearlo, es que se fue Caniggia.
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Se muere el padre


Hacia el final de su vida Freud se declaró incapaz de responder con la precisión y luminosidad que lo caracterizaba dos preguntas estructurales,  una de ellas era qué es un padre. Mucho se ha escrito y trabajado sobre este punto. Me interesa pensar sustitutos y no quisiera caer en interpretaciones desmedidas, no quiero poner la etiqueta de hipótesis demenciales.

La figura presidencial tiene mitad de la batalla ganada, es un lugar que bien ocupado puede calar hondo en la psiquis de las personas. No cualquiera se convierte o es convertido en líder, en este caso alguien designado como el ciudadano máximo inspira muchas cosas, al estilo de un padre. Recordemos que no por nada se lo conoce a San Martín como el “padre de la Patria" y con él su frase kantiana que sabemos todos: “serás lo que debas ser o no serás nada”. Una más cercana podría ser “al que madruga Dios lo ayuda” y luego uno sufre un domingo por levantarse tarde. Bueno, esa es una veta de un padre.

También está el padre de la ley, el que pacifica, dona y permite. Ayer en la Plaza de Mayo si bien había gente muy acongojada, el clima no era de tristeza general, era más bien de melancolía y de una clara convicción de por qué se estaba ahí. Mayoritariamente estaba poblada de clase media, gremios pequeños  y partidos no alineados orgánicamente con el Gobierno. Algunos aplausos, algunos cantos contra Cobos y Clarín, pero los menos. Era estar ahí, acompañarse y acompañar a Cristina. El cantito más lindo terminaba en “compañero Néstor entre los trabajadores te la vamos a cuidar”. Recordé las palabras de Dante Gullo: “la defenderemos como leones”.

Reacciones que poco tienen que ver con lo político y más con una fibra íntima familiar, no me toquen al que está haciendo el duelo porque se arma. Hoy se verán las escenas de dolor y la continuación de la mística que se respiraba ayer. Volveré a la calle y a la plaza, pasaré nuevamente como ciudadano a mover con el pie las piedritas de ladrillo y me saludaré con algunos que jamás volveré a ver.

Uno deja de pelearse con su (un) padre cuando lo ha matado simbólicamente, es decir, toma lo que le sirve, no lo sigue en lo que no le parece, se desmarca y aun así hay paz, quizás hasta amor. Otras culturas tienen ritos de pasaje quizás más largos pero menos lacrimógenos que nosotros, pero eso ya es otra cosa. 

Néstor, el millonario menos ostentoso que he visto pidió ser enterrado en su ciudad natal, en el cementerio municipal, junto a su padre. Si eso no es consenso…
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Néstor


La historia lo pondrá bestialmente en el lugar de privilegio de los presidentes que nunca tomaron una decisión en contra del pueblo de los trabajadores. Ahora por la densidad propia del presente muchos no lo podrán apreciar pero en perspectiva las medidas de gobierno tomadas desde el hondo bajo fondo del 2003 serán reconocidas como deudoras, como ecos del primer peronismo.

Los buitres excitados con sus lágrimas de cocodrilo buscan poner su cara en el tablero, yo sinceramente no creo ni quiero condolencias de quienes lo aborrecían. Desde aquí siempre lo apoyamos. La gente muere, y  con ellos se abre un enigma a significar.

Su cuerpo le pasó factura, dio su vida a la politica, a su pasión, y como sabemos hay pasiones y amores que matan. Un animal politico que sacándola a Cristina y al jefe de Gabinete, no tiene comparación contemporánea posible. Recuerdo su asunción, tirándose al público y cortándose la frente, su pelea en el barro de la politica.

Hace un rato JP Feinmann le dijo a Victor Hugo algo muy cierto, no es la muerte de Perón, ya que él había dejado atrás a una mujer incapaz y a un criminal.

Cristina crecerá en esta desgracia porque está hecha de esa madera. El feriado le agrega una pizca de mística a este dolor.

Siento la necesidad de espacio público, de foro, de calle, de plaza.
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