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Pasa, hasta que no pasa

Todo varón sabe, en la intimidad de su rivalidad imaginaria, que la revancha se da en los mismos términos que la derrota. Ningún hincha de los equipos descendidos están festejando el nuevo (potencial hasta Octubre) atropello que Grondona y sus siervos están por asestar. Se dice que el gobierno está detrás de esto, ya que es quien pone la plata para televisar los partidos, y como sólo queda un clásico en la A, por ende el rating será menor, bueno, entonces patear el tablero e improvisar.

Ningún hincha de Central, River o Gimnasia podrá sentirse del todo limpio si vuelve a jugar con los equipos de primera, lugar que perdió de buena fe y por falencias propias, por unas firmas talladas con el oprobio de ser siempre un lacayo. El esclavo en la dialéctica hegeliana era el único que podía trascender su ser y lograr su libertad, matando al Amo que tenía su pie sobre su cuello. Pero si la historia ha terminado (y no lo ha hecho) en la AFA y todo es una pantomima democrática que lleva 30 y pico de años, bueno, un poco de culpa y responsabilidad los “indignados” tienen/tenemos.

El Gobierno en ésta la pifia fulero. Esperemos que puedan rever este proyecto y no encuentre el final que se supone. Yo como canaya me siento a las puertas de una infamia innecesaria, de una culpa –que aunque heredada- podrá manchar los colores del club más popular de Rosario por un tiempo infinito (nuestras vidas).

Los presidentes disidentes esgrimen la idea de que para qué hacer cualquier cosa, y tienen razón. ¿Cuál será el sentido de haber llorado la caída? ¿Cuál el sentido de aguantar la embestida folclórica del rival? ¿Cuál será la lección de haber visto caer al padre? Ninguna. Los indignos no nos dejan ni la paz de estar tristes.

Bielsa, el entrenador más capaz del fútbol argentino debe estar retorciéndose en su tumba de cosmogonías, triangulaciones y planificación mientras al último funcionario de la dictadura, por obra de Mefistófeles, se le destapa otra arteria.
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Ella entró por la ventana del baño


Así como las harinas son los enemigos de las caderas, el pozo de un montículo, los turcos de cualquier hombre asustadizo, no tener un lugar en el deseo de al menos una persona, es el enemigo más persistente y letal de la vida.

El desbordante talento de Amy tuvo durante quizás un lustro, un cauce para su fuego (aquel que puede quemar tanto, que hay que apagar con algo, como Ortega con alcohol). La falta estructural se puede tapar con muchas cosas: personas, trabajo, droga. Y cuando se obstruye la falta en ser, (la pregunta nunca es formulada) la falta actúa como la mirada del abismo de Nietzsche: te la devuelve. Y ahí lo que te salvaba, te hunde. El neurótico se mata por un error de cálculo, pero si lo intenta seguido, hasta las matemáticas se humanizan.

No jugamos a leer las interpretaciones de la prensa: ni que su madre lo veía venir, ni a su padre que lo siente mucho y agradece a los fans desde USA, ni a sus ex parejas que se la sacaron de encima y le rompieron el corazón. No, tomamos dos retazos de hits como los panegíricos a desplegar.

Rehab
The man said 'why do you think you here'
I said 'I got no idea
I'm gonna, I'm gonna lose my baby
so I always keep a bottle near'
He said 'I just think you're depressed,
this me, yeah baby, and the rest'
I don't ever wanna drink again
I just ooh I just need a friend



Back to black
We only said goodbye with words
I died a hundred times
You go back to her
And I go back to black


Están aquellos que lo gritan, que lo cantan, que se asustan, que lo hacen. Amy cargaba un cartel gigante sobre su frente con su dolor, no fue suficiente el sostén de la mirada de sus fans que por ejemplo sostuvo más tiempo a Marilyn.

Amy hizo su definitivo back to black, solo que esta vez hacia delante.


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La nuestra


En el mundo del fútbol domina una lógica con enunciados de base 0, o casi 1. Apenas se pasa del nivel descriptivo, las decisiones son tomadas por razones que obedecen al orgullo, la obcecación, el revanchismo, la conveniencia, la corrupción y todo aquello que vaya en el sentido de la construcción de poder. Tanto he escrito y pataleado que sólo pensar en repetir algo me aburre. Obviamente que, como en todo, existen las excepciones, los dirigentes/técnicos preparados, puros, bien intencionados y capacitados.


En nuestra historia reciente, a excepción de Bielsa y los técnicos que ganaron los dos mundiales para el país, el resto ha hecho sapo en mayor o menor medida. Estoy tentado a pensar que aquello que se forjó sobre la base de dos conquistas muy particulares (con un gran equipo –aunque bajo dictadura- y la otra con el genio de todos los tiempos) y que luego se denominó “la nuestra”, es una mentira. Quizás esas dos conquistas mundiales fueron una discontinuidad en la línea de tiempo del fútbol argentino, quizás fueron dos meses cósmicamente alineados y “la nuestra” no tiene tanto que ver con el buen juego y la calidad de los jugadores, sino con el azar, la discontinuidad y lo imprevisible.

Ya no hay ni tan buenos ni tantos jugadores, han sido reemplazados por atletas mediáticos con un twitter en la cabeza y en el corazón. Y la culpa es de Grondona, ciertamente. El único dirigente que queda de la dictadura sangrienta. El longevo cuervo que no habla una palabra de inglés y aun así es hace décadas el vicepresidente de FIFA. Y de la AFA ni hablar, los guionistas de las películas mafiosas toman nota de sus intervenciones. Es reelegido automáticamente desde hace más de 30 años ya que nadie se presenta a elecciones, y nada parece que vaya a cambiar hasta que vea las flores crecer desde abajo, y eso parece que no sucederá pronto (su madre vivió más de 100 años).

Batista es un técnico sin méritos relevantes, una trayectoria pobre en equipos menores. No es lúcido ni declarando, ni parando a los equipos, ni sosteniendo sus decisiones. El caso paradigmático y escandaloso es el de Tévez. Batista había dicho con tino que no lo tendría en cuenta por motivos futbolísticos, y Tévez, el mal llamado “jugador del pueblo” (si ser irresponsable, poco solidario con sus compañeros, desordenado tácticamente y no acatar las decisiones del dt es algo popular, bueno, que se yo) comenzó el lobby junto a algunos periodistas amigos para su retorno que finalmente se dio con con grandes anuncios como si fuese otro 17 de Octubre. Y Tévez aunque no quieran aceptarlo, es un jugador bueno pero nada más, y en la selección sólo atropelló. Últimamente me gusta pensarlo como la izquierda argentina: irresponsable y adolescente.

Si sos técnico de Argentina y tenés a disposición al mejor del mundo y no podés sacarle un poco el jugo, tenés la culpa. Algunos partidos te lo ganará solo, él o algún otro. Pero si un día plantás un equipo, y al siguiente otro completamente distinto, eso el juego no te lo perdona y se siente. Se siente en un mediocampo quebrado, con la misma falla que tuvo el de Diego en el mundial. Tanto en un caso como en el otro se dejaron llevar por el becerro de oro. Uno siguió el modelo del Barcelona (impractible sin Xavi, Iniesta y Dani Alves), el otro pensó que haciendo muchos goles ganaría, pero se preocupó en crear “un grupo” y se olvidó del equipo. Ambos inexpertos como técnicos, pero las diferencias entre ambos son tan grandes que ni vale la penas enumerarlas, podemos resumirlas de la siguiente manera: uno es Maradona, el otro es Batista.

Sin Bielsa como posibilidad ética-estética-deportiva, todo es lo mismo. Bianchi histérico no te queremos, esto no es Boca. Sabella sería un Bilardito. Russo podría ser. O Cappa, para que nos lleve al descenso a jugar en la Concacaf, total.

Tenemos el torneo más importante de la Argentina para prestarle atención, el más federal, el más imprevisible, el más violento, el más apasionante: el de la B Nacional, donde ninguna generación de jugadores se considera perdida.


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Una estética de lo imposible


Si en casi 50 años Buenos Aires mantuvo estable su población, bien puede mantener otras cosas. Parecería que ningún viento de cola puede hacer mella en la raigambre poco solidaria y sectaria porteña. Mientras Filmus hablaba de reducir la desigualdad entre el Norte y el Sur, Macri hablaba de la buena onda, de que se venía bien, de que había que estar juntos y sin debates que agiten los nervios. Filmus retrucaba con dardos cargados con el aroma del aparato y un discurso de alcance nacional, no tanto local. Y parece ser que a la mitad de los porteños eso no les interesa, es preferible escuchar a un millonario que dice que hay que alejarse de la política y de las ideologías, que mejor que cualquier palabra es hacer. Eso porque no sabe que hay palabras que determinan actos. El ascetismo y las camisas planchadas son epifenómenos de lo políticamente correcto.

Un discurso vacío no es para nada inocente, la estasis de las cosas suele ser un fundamento de la derecha. Y ojo, Macri no es estrictamente un tipo de derecha, no le da el piné político para serlo, de derecha es López Murphy, tanto más honesto que el hijo del cartero.

Pero esos tampoco son valores que le importen mucho al electorado  que votó a “Mauricio” por amplísima mayoría y que le dará 4 años más de gobierno. No importa que esté procesado, que haya puesto funcionarios de probado pasado oscuro a trabajar a su par, menos podría importar la sub ejecución del presupuesto de viviendas (¡menos el Indo Americano!) y la lista sigue, para la enumeración lean en otro lado. Inclusive ganó en los sectores más pobres de la Capital, donde tendrían que odiarlo por su negligencia, su odio y su olvido para con ellos. Pero no, Macri festeja con la producción de los barrios bajos: la música de Jóvenes Pordioseros, Gilda y La Mancha de Rolando (¡Que hizo campaña para Filmus! Recordemos a Dárgelos: “la música no tiene moral”), una apropiación perversa de clase. Insisto siempre en la falsa conciencia de clase y en Castells apoyando la intentona golpista del “campo” a ver si ligaba algo.

Si bien a nivel nacional la repercusión en los hechos será menor, es un momento para que el Gobierno y quienes lo apoyan (mos) sean cautos y aprendan, no hay que burlarse de Macri como si no tuviera méritos, la crapulencia suma votos, de todos modos un gran porcentaje de los que votaron a Macri, votarán con el bolsillo a Cristina. Macri es un fenómeno complejo que no responde a un partidismo ni a un trazado reconocible más allá de su cosmética, su marketing y su liquidez. Un ecuatoriano lo hace hablar, le recomienda afeitarse el bigote, dejar de referirse desdeñosamente a la presidenta, globitos, cotillón, cuándo y cómo festejar, hasta cuándo embarazarse, por qué no.

Como decía hace unos posts, perder requiere coraje, hacer que no se perdió es una pérdida de muchas cosas, entre ellas tiempo y dignidad. La respuesta de aquellos que apoyan no debe ser hacer que no pasó nada, porque esa es la prueba de que si. Un boxeador cuando se ríe es porque le dolió el golpe. El escenario es complejo y apasionante, un gobernante que es reelegido no por su gestión (que a luces vista es paupérrima) sino por un miedo atávico a los peronistas y a la incertidumbre de un cambio. Ni Filmus, un hombre proveniente de la academia es suficiente para limpiar la imagen del peronismo de aparato. Ganar cuando se sabe que se va a ganar es de bully de secundaria, el que no arriesga en este caso gana. Complejo, ¡Pino perdió la mitad de sus votos! (el buzón se lo comieron de ambos lados), Biondini sacó unos buenos miles, ¡Castrilli otro tanto! ¡Qué ciudad!

La palabra que da miedo no es “inseguridad”, es “redistribución”, que significa ni más ni menos que quitar un poco de un lado y ponerlo en otro. Y como todos saben, sobre todo los grupos de poder y sus acólitos, ya no existe tal cosa como el progresismo en sentido estricto, el progresismo es una palabra que ha sido apropiada por la derecha y es usada de manera despectiva según el rival que se tenga enfrente (les recomiendo una lectura muy interesante, el libro de JP Feinmann sobre sus diálogos con Kirchner, imperdible! Inclusive para quienes no lo quieran, si tan sólo fuesen más inteligentes, ahí tienen mucha tela para atacar a Néstor, por ejemplo cómo cuenta que iría por Duhalde. Esto se merece una entrada entera). La izquierda, bueno, para que hablar, irresponsables como monos con navajas.

A estar atentos, intentar desmenuzar la complejidad con paciencia y sin perder el compromiso y el respeto por los otros y su voto, a no inmolarse ciegamente porque detrás de cada paso en falso, la derecha sonríe y se come un alfil.

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¿Un descenso al Maelström?

“Castigo me dio tu mano, pero más dolió tu ausencia.” 
Homero Manzi, Milonga triste

Es fama en el mundillo psi que dos preguntas Freud no pudo contestarse, dos que esperan al final de toda la tierra que cubre  la arqueología  de la mente, y una de esas  fue (es): ¿Qué es un padre? El maestro vienés también entendió que la pérdida del padre es aún más devastadora que la de la madre. Y en apariencia podría ser contradictoria con su cita del aforismo latín de que la madre es certísima y el padre es siempre incierto, porque ¿De qué material está hecho el lazo que nos une con aquel que vertió su líquido en algún momento de una mañana, de una tarde, de una noche, en el principio de la máquina de la vida? El adn tampoco alcanza. Los neuróticos aceptamos de manera automática que aquél que  (en general a través de la madre) se  designa, acepta, se nombra y nos nombra como sus hijos, es nuestro padre. Cuando la cosa no funcionó o no funciona por distintos motivos, es que vemos los fragmentos, la dislocación y lo no natural del asunto. Muchos puntos deben ordenarse para decirle “padre” a alguien, y que ese alguien le diga a otro “hijo”.

Entonces si el padre es incierto (relájense, de un modo más inconsciente que otra cosa) se entiende que su pérdida cale tan hondo, porque es una doble pérdida, es también la pérdida de un misterio, de un enigma construido también con una pizca de fe, con algo que no le confesaremos a nadie. Y quizás a esta altura del avance de la Antropología (no de la Sociología, una ciencia menor que la citada para entender al hombre) suene un poco rudimentario y parcial intentar explicar fenómenos sociales a partir de conceptos psicoanalíticos (pero ojo, esto es complejo y no tan así, ya nadie que se considere un pensador riguroso puede ignorar algunos conceptos psicoanalíticos) pero ¿quién nos podría negar rápidamente que ver perder la categoría a nuestro equipo de fútbol de toda la vida no es ver caer  derrotado al padre?

Vegh siempre dice que el que aun se pelea con su padre es porque todavía no lo mató (simbólicamente, claro). Ese es un ir más allá del padre, tomar su posta, agradecer lo que dio (si lo hizo) y sirvió e ir un paso más allá de él. Si el padre también lo permite, la ley se habrá transmitido y habrá pacificado, si no, todo se empantana y puede dar paso a desastres (tan vital es la función que luego Lacan construyó un concepto nodal a partir de su nombre para distinguir las estructuras psíquicas).Piensen en esos padres que juegan al fútbol con sus hijos, pero nunca dejan que éstos le quiten la pelota  versus los que les enseñan a jugar y gozan con ello.

¿Qué hay (también) detrás de esas lágrimas de al menos tres generaciones que lloran en una cancha y tras televisores porque su equipo desciende de categoría sino la pérdida de algo que se ha introyectado en lo profundo del ser y que resuena en la caja donde según la imagen de Cortázar, vive el pececito intercostal? Las generaciones que han sido introducidas por sus padres a una pasión innegociable, quizás una de las pocas certezas que puede tener un varón (mujeres también, pero hoy la imagen va entre hombres) en su vida: que sus colores no se cambian porque en eso se va literalmente, parte de la vida. ¿Por qué viajar, gastar la plata que no se tiene, sufrir viendo matungos por el fútbol? Bueno, porque se trata parcialmente del fútbol como deporte, por eso la selección importa menos que el club que uno es hincha, ¡qué me importa que no salgamos nunca más campeones del mundo! Tengo la B Nacional.

Bukowski dijo que su padre fue un gran maestro de literatura porque le enseño el significado del dolor. Es una versión del padre, Bukowski tuvo un padre que le hizo vivir el mismísimo infierno, infierno que llevó consigo toda la vida, escribió decenas de cuentos sobre el, inclusive de cómo tras su velorio se fue de putas a “festejar” (sexo y muerte). Hay al menos dos de esos y un libro entero llamado “Hijo de Satanás” que era como su padre lo llamaba a él. Intuyo que nunca pudo matarlo del todo y que ese fantasma lo persiguió toda la vida. A Dalí su padre lo llamaba el “muerto vivo” ya que fue el siguiente hijo después de que su esposa hubiese perdido uno y Salvador haya sido el reemplazo, ligando la atroz denominación. Lennon dejó caer a su primer hijo y amó al segundo, el talento se salteó una generación, pero como podrán comprender, eso tampoco tiene que ver con los genes.

Hay muchas versiones del padre, los hay también dóciles caballeros que en su bondad también pueden por omisión ser la fuente de las más grandes desadaptaciones para la vida en sociedad de sus hijos, o el padre recio que sólo tocó a su hijo cuando resbaló. Entonces no es fructífera la pregunta acerca de qué es mejor, si un padre ausente, un padre tremendo o como sea. Así como nadie se cuestiona cómo se hizo hincha de su club, el padre no necesita ser salvado de ningún descenso porque se  puede ir la vida en eso (Hamlet). El padre como el club, no se elige, pero es sabido que los partidos se ganan en la cancha, ya que “nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie”.




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