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Apuntes desde la plaza


1. Transversalidad: Babel. Mayoría de jóvenes. Banderas del partido comunista en la plaza. Gremios: pregúntenle a algún trabajador sin uno a ver qué dice. 

2. Sabbatella: terminá de estacionar el auto querés. 2.1 Abal Medina. 2.9 Cafiero.

3. Cómo me engañó Lanata tanto tiempo, era fácil ser progre con el turco.

4. ¿Por qué no se muere el turco? Pregunté. “Porque esos tipos son puro cinismo, no le rozan las balas” me dijo ella y la felicité.
5. ¿Qué estará haciendo la pitonisa chaqueña en este instante?, ¿Azotándose en Punta del Este por haber dicho que le gustaría que Cristina enviudara hace dos años?  ¿Besándose con Cleto quizás?
6. Visión de Néstor para no ir por la reelección. Imagínense a ese asumiendo el lunes.
7. Cantitos: de andate Cobos, el que no salta es de Clarín, te la vamos a cuidar, acá están los pibes para la liberación (éste necesita actualización) a para Cristina la reelección.
8. Argumento para correr a la contra por el centro, por el "sentido común": el monumental  Lula, Chávez, Correa, Evo, Lugo, ex presidentes, miles y miles de personas de todo extracto llorando como si fuese un familiar. Algo bueno habrá hecho, ¿no? Eso versus Fujimori, el turco, Collor de Mello. De relaciones carnales a orgía. Se impone lo loco.
9. Loco: darle jubilación a gente que nunca hizo aportes. Loco: darle documentos a medio millón de bolivianos. Loco: gravar la renta extraordinaria. Loco: no reprimir protesta social. Loco: decir que lo sacaron a De Angeli a upa de la ruta. Un rockstar.
10. ¿Cómo evitar la represión? Corriendo a la policía como pidió Cristina bajándose del auto cuando salía de la Rosada.

11. ¡Qué hermosa es la marcha de San Lorenzo y quién pudiera vestirse como un granadero!

12. Qué bien el hermano de Bauer, su ave maría y su hasta la victoria Néstor.

13. La lluvia y la continuidad de la mística, más arcilla para el mito. Me mojé mucho las patas.

14. Las preguntas por el futuro, las respuestas evidentes, la bajada a tierra de la entelequia llamada gente.

15. Los que festejaron: a familiarizarse con el concepto de lo inevitable. 

16. Arlt debería hacer la crónica, yo le doy algunas notas.
17. Hoy cumple años Diego, que me perdone por cajonearlo, es que se fue Caniggia.
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Se muere el padre


Hacia el final de su vida Freud se declaró incapaz de responder con la precisión y luminosidad que lo caracterizaba dos preguntas estructurales,  una de ellas era qué es un padre. Mucho se ha escrito y trabajado sobre este punto. Me interesa pensar sustitutos y no quisiera caer en interpretaciones desmedidas, no quiero poner la etiqueta de hipótesis demenciales.

La figura presidencial tiene mitad de la batalla ganada, es un lugar que bien ocupado puede calar hondo en la psiquis de las personas. No cualquiera se convierte o es convertido en líder, en este caso alguien designado como el ciudadano máximo inspira muchas cosas, al estilo de un padre. Recordemos que no por nada se lo conoce a San Martín como el “padre de la Patria" y con él su frase kantiana que sabemos todos: “serás lo que debas ser o no serás nada”. Una más cercana podría ser “al que madruga Dios lo ayuda” y luego uno sufre un domingo por levantarse tarde. Bueno, esa es una veta de un padre.

También está el padre de la ley, el que pacifica, dona y permite. Ayer en la Plaza de Mayo si bien había gente muy acongojada, el clima no era de tristeza general, era más bien de melancolía y de una clara convicción de por qué se estaba ahí. Mayoritariamente estaba poblada de clase media, gremios pequeños  y partidos no alineados orgánicamente con el Gobierno. Algunos aplausos, algunos cantos contra Cobos y Clarín, pero los menos. Era estar ahí, acompañarse y acompañar a Cristina. El cantito más lindo terminaba en “compañero Néstor entre los trabajadores te la vamos a cuidar”. Recordé las palabras de Dante Gullo: “la defenderemos como leones”.

Reacciones que poco tienen que ver con lo político y más con una fibra íntima familiar, no me toquen al que está haciendo el duelo porque se arma. Hoy se verán las escenas de dolor y la continuación de la mística que se respiraba ayer. Volveré a la calle y a la plaza, pasaré nuevamente como ciudadano a mover con el pie las piedritas de ladrillo y me saludaré con algunos que jamás volveré a ver.

Uno deja de pelearse con su (un) padre cuando lo ha matado simbólicamente, es decir, toma lo que le sirve, no lo sigue en lo que no le parece, se desmarca y aun así hay paz, quizás hasta amor. Otras culturas tienen ritos de pasaje quizás más largos pero menos lacrimógenos que nosotros, pero eso ya es otra cosa. 

Néstor, el millonario menos ostentoso que he visto pidió ser enterrado en su ciudad natal, en el cementerio municipal, junto a su padre. Si eso no es consenso…
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Néstor


La historia lo pondrá bestialmente en el lugar de privilegio de los presidentes que nunca tomaron una decisión en contra del pueblo de los trabajadores. Ahora por la densidad propia del presente muchos no lo podrán apreciar pero en perspectiva las medidas de gobierno tomadas desde el hondo bajo fondo del 2003 serán reconocidas como deudoras, como ecos del primer peronismo.

Los buitres excitados con sus lágrimas de cocodrilo buscan poner su cara en el tablero, yo sinceramente no creo ni quiero condolencias de quienes lo aborrecían. Desde aquí siempre lo apoyamos. La gente muere, y  con ellos se abre un enigma a significar.

Su cuerpo le pasó factura, dio su vida a la politica, a su pasión, y como sabemos hay pasiones y amores que matan. Un animal politico que sacándola a Cristina y al jefe de Gabinete, no tiene comparación contemporánea posible. Recuerdo su asunción, tirándose al público y cortándose la frente, su pelea en el barro de la politica.

Hace un rato JP Feinmann le dijo a Victor Hugo algo muy cierto, no es la muerte de Perón, ya que él había dejado atrás a una mujer incapaz y a un criminal.

Cristina crecerá en esta desgracia porque está hecha de esa madera. El feriado le agrega una pizca de mística a este dolor.

Siento la necesidad de espacio público, de foro, de calle, de plaza.
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Muchos mitos


“Tengo miedo de la escena de la calle. Tengo miedo que en la calle no haya nadie” canta Charly en Gato de Metal, misma escena de Moretti en  El corazón sobre todo, que nadie espere en la vereda de enfrente.

No sólo es una verdad de la lógica sino del seguir vivo: se necesita al menos uno (a) persona que te ame, nadie se mantiene sin eso.  El amor, tema inagotable desde que se inventó, ya no desencadena guerras, ya nadie lleva un país al campo –ni siquiera virtual- de batalla. Pelear por un amor puede sonar tan vacio como un baño cuando le quitamos la cortina de baño para cambiarla, a lo sumo un eco, un eco.

El amor envuelto en la maraña de racionalizaciones, tan en boga en ciertos lados, ciertos ámbitos, cierto rango etario con el que uno se relaciona, poblado de soldados útiles e inútiles para el amor, con sus estandartes y sus ropas (como equiparaba Ovidio, al amor y a la guerra se va con las mejores ropas) para vaya a saber uno qué.

Mal podría hacer yo en negar todo lo que se ha dicho y teorizado sobre el amor (imposible saberlo, de hecho), pero como alguna vez se dijo en este panfleto, quizás el amor sea un bien decir. Porque quizás nombrar al amor, a las palabras del lazo social reconocidas como amor, sea eso el amor. Y no nombrarlas, no adecuarse, no sea amor. Usted decide.

Sucede. O no sucede. Lo imposible de decir se dice cuando el amor no está, porque cuando está uno está demasiado ebrio para hablar, ningún espíritu feliz hace una revolución,  idea contraria a la lucidez de Bielsa, que dice que hay que tocar los equipos en la victoria.

Pienso en algunos aforismos lacanianos e inmediatamente los dejo de lado, no porque no digan cosas interesantes, sólo que no es el momento. Pero si un punto: si el amor es un bien decir, está dicho con palabras, no como en el sexo donde uno balbucea –y nada tiene que ver con el amor- con palabras que alguna vez fueron insertadas en nosotros por otros, la lengua materna, quizás el faro que guíe mucho tiempo esa búsqueda.

¿Es siempre el mismo el amor? ¿Por qué –hasta cierta edad supongo- uno cree que siempre se podrá amar? ¿De qué está hecho ese reservorio de amor? ¿Por qué alguna vez fue tanto y hoy el olvido cubre esos recuerdos? Si uno se dejara hacer por el amor como sugería Cortázar, nada tendría que preguntarse. Por eso cuando Iorio le dice a Casella que lo que falta en el mundo es amor, es imposible negarse a ese enunciado, only love can sustain cantaba el inverosimil dúo de Guillermo Vilas y Spinetta.

Pero no, nadie que haya estado relativamente despierto sabe que con amor alcanza. Pero esa es la harina que está  un poquito más abajo en el hangar donde descansan las reservas amorosas. Ni hablar del amor no correspondido (¿es?). El lenguaje nos da vida y nos arruina, una banda lo duda en su título, pero las mujeres están seguras.

Es la rapsodia de los que decoran el tiempo.

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Los que esperan

La autopista no estaba cargada, el auto había sido lavado por la mañana, el cielo se ennegrecía como un cierre relámpago sobre nosotros. Llegando a la ciudad, a la derecha el escenario de un otro festival. Un plan ogro estaba en marcha: transito lento (el único que existe) por Figueroa Alcorta, monumento a los españoles, Plaza Italia, estacionamiento, lluvia para retirar las entradas, un familiar, periodistas mojándose bajo la lluvia ante la descortesía de la organización, muchas camperas negras y personas en sus mediados cuarenta –algunos con sus caras pintadas de blanco-.

El show empezó a horario, antes Victoria mil paseó su gélida y anodina existencia ante la indiferencia de la mayoría (aunque uno movía la patita en gesto qbt) que esperaba con emoción a los Echo & the Bunnymen. El show comenzó un poco flojo, temí que fuera largo, pensaba en la pizzería que nos esperaba a dos cuadras. Antes habíamos estado hablando con  un músico amigo sobre recitales y entretelones. Nos contó la anécdota sobre el mundo del rock quizás más espeluznante que haya escuchado jamás.

Una puesta de luz mínima, todas apuntando desde el escenario hacia afuera, ninguna de frente, lo que hizo que jamás la cara de Ian estuviese iluminada. Y estaba bien, sólo luces blancas y azules durante el show, recien en los bises se entrometieron unas violetas y verdes. El mismo músico nos contó que en el 90 cuando vinieron los Jesus & Mary Chain tan sólo vio sus siluetas. 

El cielo encapotado coincidía con el ambiente lúgubre del recinto y de los ogros de la isla. Un gran cantante y una banda donde a pesar que solo siguen dos de los integrantes iniciales, suena a la altura de su nombre. Terminaron tocando todos sus temas más conocidos, por lo cual hasta los que menos habiamos buceado en  su obra (como yo) pudimos hacer lip-sync.

Luego la pizzería donde nos atendieron muy mal y el otro familiar que se levantó a pedir el libro de quejas, y ante la negativa de darlo nos retiramos habiendo consumido algunas cosas y sin pagar. Ya comido y a resguardo de la lluvia, emprendiendo el retorno, resonaban en mi las luminosas  palabras encerradas en Nothing lasts forever, junto a la invitación a walk on the wild side:


"...I want it now
Don't tell me that my ship is coming in
Nothing comes to those who wait
Time's running out the door you're running in
So, I want more than I can get
Just trying to, trying to, trying to forget
Nothing ever lasts forever..."


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El camino a Mariana




Esperó hasta la última canción para decir un suave “Thanks a lot”. Durante la hora treinta y cinco que tocaron, el cantante no le dirigió una sola palabra al estadio repleto. Cual Dylan –y lo es para esta generación, y sólo necesita ¼ de palabras- sus movimientos eran verticales, a tomar agua hacia atrás, hacia delante para cantar. Una puesta de luces mínima, ellos vestidos con ropa de calle y sonando como la música que se debe escuchar en el Infierno.

Y hay mucho de eso: las letras son collages surrealistas, imágenes una arriba de otra, los estribillos más inverosímiles para cualquier banda en boca del genio de Black Francis son ese suave agradecimiento final aunque sus palabras salgan de las tripas del Cancerbero. No se me ocurre ningún cantante (ni Dimebag Darrell) que pueda gritar de esa manera no humana sin desmayarse (como en Tame). Y no sólo sigue cantando sino que luego pasa a un estado de arrullo cuasi de perdón.

Mientras escuchaba esos gritos en vivo pensaba que es una buena manera de definirlos: un grito no tiene sentido en sí mismo, no tiene palabras, convoca. Convoca al otro que responde en miles y rinde homenaje a la banda sin la cual la mayoría del rock que nos gusta a cierta clase de amantes de la música no podría existir.
Y como les dije a unos parroquianos ayer en un ataque de pappismo, en unos años nadie recordará ninguna canción de una banda electrónica, en cambio las guitarras y las melodías pop disfrazadas por  esos dementes seguirán en los corazones de los ogros con camisas escocesas. Y tiene la batalla ganada porque su imaginario con diferentes figuras y de distintas formas toca dos puntos de la estructura: sexo y muerte. Sumergirse en ese mundo es peligroso, como decía Borges, uno de los escritores menos rockeros de todos los tiempos: “Un símbolo, una rosa te desgarra y te puede matar una guitarra”.

Esta banda te puede matar si estás desprevenido, acá crecieron en ausencia, y desde ayer en un salto lógico nos encadenamos por segundo vez a ellos. Y encadenarse a una ausencia no es sin consecuencias.

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Todos los muertos tienen la misma piel

Estaba en un parque, un parque moderno planeado centímetro a centímetro, largas rectas para la gente en rollers, skates, bicicletas y algunos otros medios que no conozco sus nombres, como esos zancos metálicos con suspensión asistida a lo Robocop (pero el modelo malo de la 1). Tan bien planeado que un desnivel geográfico separa ese parque –y un par más- de la Costanera donde pasan su domingo The Others.

Niños hábiles como chimpancés, adolescentes tardíos con buenos modales, perros socializados, un césped súper resistente a los pisotones, jardines con flora en una depresión inalcanzable que no necesita ser regada, un símil risco donde los enamorados calientan motores mientras por la calle una manifestación de ciclistas encabezadas por payamédicos se extiende por 4 cuadras levantando pocos bocinazos. Su cantito es “bici si, auto no”. Y después dicen que estamos aislados del mundo.

El sol entibia las pieles dormidas por el invierno, la temperatura es justa: tibieza sin transpirar. Una niña salta cerca, su abuela le sonríe. Estamos en una esquina, el grupo está por dividirse, amablemente nos saludamos mientras delante mío pasa en skate alguien que hace mínimo 10 años que no veo y nació antes del golpe de Estado.

Entre besos de despedida nos damos cuenta que algo sucede, nos damos vuelta y en la esquina de enfrente a la nuestra un hombre yacía sobre la rampa de sillas de ruedas. Había caído hacía unos segundos, mientras hablábamos, porque un minuto antes yo había mirado y ahí no había nadie. Todo entre infantes, skaters y cariños a tu familiar. Le ahorraron la vista a un par de niños que estaban por ahí. De lejos ésta parecía la situación: una señora grande se lamentaba, otras dos lo atendían al señor, unos curiosos se acercaban, al menos 4 personas llamando al 911 y otra corriendo a buscar a Prefectura. 

Hay una especie de fascinación en esos espectáculos. Yo quería quedarme a ver que pasaba, un ratito como vidriera, pero no hubo pacto, rondaba en el aire que allí estaba. Comenzaron a hacerle masajes cardíacos, parecía que se los hacían bien. Traté de recordar lo que me había enseñado mi amigo cirujano pero no recordé todo el procedimiento, eso me intranquilizó, es algo que debería saber, como poner de nuevo la cadena de la bici.

Teníamos que cruzar por ahí, el lento paso del voyeur: un hombre en sus mediados sesenta, bien vestido, una gran panza y toda la ropa en su lugar. La boca demasiado grande, abierta. Su expresión era neutra. Llamativamente no había gritos ni alarma excesiva, mientras cruzaba escuché a la señora decir: “Acababa de salir del hospital”.

Nos enteramos que murió en la calle y que estuvo mucho tiempo allí porque la ambulancia no traslada muertos así que tuvo que esperar al de la morgue. Ya en San Telmo, mientras la imagen todavía reverberaba en mí y me burlaba internamente de los brasileros y sus tambores fuera de contexto, recordé este pedazo de un poema del gran Boris Vian:

“…No quisiera morir
no señor no señora
antes de haber palpado
el sabor que me atormenta
el sabor que es más fuerte
no quisiera morir
antes de haber probado
el sabor de la muerte.”


La única que busca y encuentra.

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Matar a un ruiseñor


La primera aparición fulminante la tuvo luego del incidente en el cual Colombia so pretexto de tener la posibilidad única de matar a un capo de las FARC, invadió territorio ecuatoriano violando la autonomía y las fronteras de su país vecino. Siendo hablado por el imperialismo yanki, el entonces presidente Uribe adujo que era una oportunidad única para deshacerse de ese eje del mal. Se tuvieron que juntar los presidentes de la región para desactivar una posible escalada bélica entre ambos, de la cual Chávez hubiese participado gustoso contra la Israel latinoamericana.

Grandes horas de tensión y debate, un Correa viril vestido con los ecos de sus pueblos originarios, graduado universitario con máster en Europa y un doctorado en Economía en EEUU, hacía el ferviente intento por no trompearlo a Uribe y mantenía con firmeza la distinción que posibilita un buen funcionamiento de lo simbólico: el representante y lo representado. Hacia el final del encuentro se llegó a un acuerdo de paz, se dieron la mano –no un abrazo- pero Correa dijo que como presidente de Ecuador daba por zanjada la cuestión pero que “soy un hombre de carne y hueso y moriré indignado con los que agredieron a mi patria”. Por un lado el estandarte, por otro el hombre.

Hace unos días no sólo lo quisieron derrocar sino que lo quisieron matar. Y él fue a meterse al centro mismo del lugar donde olía a magnicidio, a poner el cuerpo tras la envestidura. Y allí, frente a los centenares que lo querían voltear, salió al balcón y pronunció una de las frases de la década sin dudas: “Si quieren matar al presidente, aquí está, mátenlo si quieren pues, mátenlo si tienen valor, en vez de estar en la muchedumbre cobardemente escondidos […] si quieren destruir la patria, aquí esta, destrúyanla, pero este presidente no dará ni un paso atrás. Viva la patria”.

Su lenguaje no verbal acompañándolo, aflojando su corbata para mostrar el cuello, ancestral lugar para dar fin a una vida ante la postura imperturbable de sus escoltas. Y aquí lo interesante es este arrojo donde a Correa no le importaba ser asesinado, el pedía que mataran al presidente, no tanto a el. He escuchado en algunos medios una acusación de que Correa estaba haciendo una telenovela. Dios mío, eso es o bien ser un ignorante o un hijo de puta. Es mentira que no existen los ideales ni las ideologías, me he cansado de ponerlo en relieve desde este panfleto virtual, hay causas por las que morir, además, si uno es presidente: ¿Qué lugar más cercano a la épico puede haber? Es verdad que se puede obviar ese honor, ya sea yéndose en helicóptero o vendiéndole armas a países hermanos para guerrear contra otro de la patria grande.

Correa fue al lugar, dio la cara, puso el cuerpo y finalmente intentaron matarlo sin suerte por haber dudado en el momento preciso, quizás esa figura demasiado potente que los incitaba a cometer el acto los inhibió de momento, compró tiempo y dejó todo muy en evidencia. Hay un momento para todo y aunque parecía un escenario similar al que asesinaron a Allende, no, no podía ser, porque Allende murió con dignidad y en un espacio cívico, hubiese sido una injusticia poética si Correa hubiese muerto en tierras policiales.

Entre varias cosas me quedé pensando en las frases dichas en los momentos de máxima tensión y en el posterior a su liberación. Esta hipótesis: en los momentos de extrema tensión, de vulnerabilidad y encerrona, la chispa creadora toma el timón del habla, surgen las frases célebres (“la más maravillosa música”), frases que surgen de la combinatoria de lo único, ya que como no se sabe bien que decir, hay que decir cosas nuevas o de otra manera, en cambio en el alivio, la distensión, la homeostásis y la alegría uno hace más uso de las frases hechas, de las frases ya probadas. Ejemplo: “Salgo como presidente o como cadáver” versus “no habrá olvido ni perdón” una vez ya liberado. Una digresión.

A la distancia y sin conocer mucho de la realidad ecuatoriana, yo me sentiría reconfortado por un tipo así. Qué sabrán Kissinger, De la Rúa, Menem y la CIA sobre el honor. 


Su discurso en la ventana


La balacera


Un análisis interesante de la tv yanki sobre la CIA y su responsabilidad
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