El paisaje en las nubes
Desde hace unas semanas estamos asistiendo a un feliz rebrote de política estudiantil secundaria. Las repercusiones mediáticas han sido de lo más variada, pero como siempre, me divierten e interesan aquellas que más ganas de pelear dan. Lo que comenzó con un par de tomas aisladas de colegios fue tomando visibilidad y complejizándose como fenómeno. Cierta prensa ha tratado de minimizar el conflicto apelando a formulas autoritarias y descalificatorias de los actores en cuestión –digresión: nada peor que los niños actores-.
Se ha escuchado decir que los estudiantes sólo tienen que estudiar, que están cometiendo delitos, que fuman, que juegan a la PlayStation, que tocan la guitarra en las tomas, etc. etc. y finalmente que no deben hacer política (porque eso de los mayores, claro).
Pero tras este discurso –que puede ser encarnado hasta por cualquier incauto con buena fe- se esconde la negación misma de la política. Cuestionan a aquellos que suben gente a los micros escolares y van a los actos, cuestionan las manifestaciones amparadas por la constitución y sólo se muestran de acuerdo en las manifestaciones que no tienen banderas y donde no hay, vamos a decirlo directamente: (……………..). La vieja historia de que vendrá un bárbaro, un Huno a violar tus mujeres, comer tu pan y beber tu vino. Es una reacción previsible y destinada al fracaso, porque nada más inútil que pelearse con los adolescentes, quienes siempre tendrán motivos válidos para reclamar y una vida más larga por delante para ver cómo los adultos se vuelven ancianos que necesitarán de ellos. Pero es otra cosa, la negativa de Macri a recibirlos muestra la reacción proporcional entre adolescentes.
Recuerdo mi colegio secundario en Neuquén, con la muerte de Teresa Rodriguez fresca sobrevolando cada protesta de la ciudad, cuando la comunidad educativa se manifestaba masivamente para oponerse a Ley Federal de Educación, larga lucha que logró que Neuquén fuese una de las pocas provincias que pudo resistirse a ese plan de pauperización escolar de la mano de las políticas de la larga noche neoliberal (siempre quise usar esta expresión). Y para eso tomamos el colegio, fuimos uno más, un colegio que no tenía centro de estudiantes (ahora me suena mucho peor) ni representación en instancias superiores, un colegio público que tenía tantos pibes bravos que no éramos invitados a los intercolegiales. Sacando a los de la industrial, teníamos el segundo mejor equipo de fútbol, éramos los mejores de básquet y los mejores de handball. Pero no teníamos centro de estudiantes donde quejarnos. Está bien que la conducta extra deportiva dejaba que desear, pero si no se porta mal un adolescente, ¿quien lo hará? Éramos unidos, nadie denunciaba al que iba armado al colegio por miedo a que “otros” lo estuvieran esperando a fuera (de todos modos el arma estaba rota), sólo los dos o tres nenes de pecho que reclamaban más notas eran hostigados. Se juegan cosas muy serias.
La escuela pública genera un tipo de subjetividad particular, al menos en teoría, uno más cercano a la solidaridad y al compromiso, ¿Quién saldría a defender a un colegio de una familia propietaria? Aunque Cobos y rompe huelgas hay en todos en lados. Y hay algo de coerción claro que hay, si estás tomando el colegio reclamando que no se te caiga el techo en la cabeza (al menos en lo explicito) y tenés uno que pide por su profesor en el aula, y encima tiene padre abogado que se presenta en la justicia para denunciar un delito y dice que eso crea las condiciones para los golpes de Estado…(si, vean a Edu que lo lleva) digamos que algo de tensión va a haber.
Es interesante cómo estas cosas suceden sólo porque el tiempo político y del país son propiciatorios. ¿Quién se hubiese imaginado hace algunos años que los imberbes de los secundarios marcarían el camino para que los universitarios tomaran un envión entumecido? Es difícil, en mi experiencia, pasé de un secundario politizado a una desazón terrible de política universitaria. Nunca me sentí representado por los estudiantes- políticos de mi facultad, eso siendo bueno y no contando su longevidad y que nunca los vi estudiar, una linda paradoja de nuestra política. Pero eso es otro fardo.
Cuando la coyuntura favorece, algunas cosas suceden, por eso aparecen por primera vez los testimonios de personas torturadas en la dictadura y que nunca se animaron a hablar y lo hacen ahora no por ser funcionales a un Gobierno sino porque creen que alguien los escuchará realmente. También por eso se toman los colegios, se cortan las rutas –nadie reprime- y se ganan las calles, porque hay lugar para eso de que nadie hace una (pequeña) revolución pidiendo permiso.
Hace unos días fue mi cumpleaños y mis amigos me regalaron libros. Amigos productos de la escuela y de la universidad pública, de la clase media que se aferra a la soga que pasa por el medio de su sector y que con las mínimas posibilidades que tuvieron hace años, ahora entienden que Carver, Cheever, Arlt, Puig, Mailer y Cohen son excelentes regalos para este repetidor.
Los otros viejos repetidores del país del viento no leerán esto porque ni usan Facebook ni leen blogs, están ocupados viviendo vidas más reales.
5 comentarios:
el rock como todo llanto.
quiero ver las reacciones de la gente ante estos piquetes ni de punteros ni de partidos, y contra macri y contra el gobierno...
Eh... Feliz cumple atrasado.
En todo lo demás: de acuerdo. Macri es Skinner y Michetti es la Krabappel.
Enchufalo con esto y suena perfecto
http://youtu.be/jbpEQtdgof0
gracias Ricardo!
y suena perfecto joan, sin duda.
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