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Haciendo amigos

La escritura fue una adquisición tardía del hombre, la máquina con el aparato fonador, la mielinización y su desarrollo en el taller mecánico de Dios tardó mucho tiempo. Primero gritó, luego entonó y finalmente aprendió a hablar. Mucho tiempo después cuando pensó en el tiempo y en la existencia, necesitó dejar su voz en un formato que lo trascendiera e inventó la escritura. Desde aquél tiempo incierto se impone la división entre habla y escritura. Si bien una no es sin la otra, algunos personajes que podemos leer en distintos medios, libros, blogs y demás formatos desconocen esa distancia y enarbolan lo que para mí –en forma de bravata irrespetuosa- es una forma de disfrazar limitaciones. En otros ámbitos artísticos también sucede, disciplinas donde el espacio para la innovación a esta altura del partido es mínimo y deben recurrir a rebuscadas racionalizaciones que edulcoren la desafinación, un lexicón pobre, un ideario con cinco imágenes, etc.

Después de leer una novela de Mailer, de Fitzgerald, de Arlt, de Bioy uno puede distinguir que si calle se mete en la escritura, es porque la han dominado antes, de ahí la tremenda de dificultad en escribir buenos diálogos. Al que sabemos que afina, le creemos la desafinada, porque primero estuvo el canon que se estableció en algunas mesas chicas y jodió a todos después. Primero aprendemos a sumar, luego a restar, luego a multiplicar y finalmente a dividir. Esas operaciones respetan una lógica sin ningún desvío. No se escribe como se habla. Pienso que sueno conservador y es probable, pero no estoy negando de ninguna manera la posibilidad de romper los moldes, los cánones, lo establecido, solo que en general esas grietas de luz en los adormilados circuitos que conservan el statu quo, no pasan de modas. Para leer algo que podrían decir mejor las viejas puiguianas de mi edificio, abro la puerta.Corriendo con el antebrazo todo lo que dije, todo eso está bien que exista, mi espíritu dadahumanista celebra la diversidad artística aunque más no sea para reírse de ella. 
 
Ya guardando los botines, no puedo dar palos sin recibir algunos, quizás estoy sufriendo la frase del más grande luego del partido con Uruguay que nos dio la clasificación, ya que no tengo tiempo físico para escribir y las piedras se acumulan en mis bolsillos.

Para terminar, amigos míos, una cita del blogger más genial del país, que el 15 de Septiembre de 1941 escribió en su aguafuerte titulada “Necesidad de un diccionario de lugares comunes” lo siguiente:

“Cuando un hombre habla el idioma de su pasión, de su desorden, de su odio o de su iniquidad, involuntariamente hace estilo. Cuando un hombre hace estilo, agravia, también involuntariamente, la falta de estilo de otros hombres. ¿Por qué el estilo es un agravio? Porque debajo del léxico, como decía usted, se encuentra un determinado edificio espiritual o psicológico. La mayoría de los hombres llevan en su interior monstruosas arquitecturas de juicios, construidas con ladrillos amasados de barro de lugares comunes, y la grosera fábrica en la cual habitan intelectualmente, se les antoja lujoso palacio. Cuando otro hombre, cuyo idioma no está ensamblado de lugares comunes les expresa realidades espirituales o psicológicas diferentes a las que ellos están acostumbrados a reverenciar, se les antoja que están escuchando a un ladrador de injurias; y entonces, odian atrozmente al hombre que por no expresarse con frases hechas, ofende sus convicciones con la fortaleza del estilo."


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Vuelta por el universo


Imagínese el riff de Todo preso es político (pero sin el saxo) antes de las 9 am. Bien, ahora deje de imaginar. Piense en unas calles céntricas. Deje de hacerlo. Vuelva hacerlo. Piense en un imitador de Billy Gibbons tocando con clicks canciones de Creedence a pura fonética. Bien, deje de hacerlo. Piense en su abuela disfrazada de bebota con un cartel que anuncia un sex shop. Deje de hacerlo. Piense en Gianni Lunadei vestido de payaso vendiendo celulares. Deje de hacerlo. Piense en una pareja del altiplano tocando con bases e instrumentos de viento Comfortably Numb. Bien, ahora en esa calle que usted recorre, súmele cientos como les parezca a su alrededor, yendo hacia algún lado. Bien, deje de hacerlo. Ahora usted sortea algunos dudosos artesanos. Luego unos vendedores ambulantes, un pibe que cuida que no se roben los libros de una libreria. Luego personas de lo más variadas le ofrecen shows de tango,  escapadas al Tigre y cambiar su moneda por otra. Bien, ahora usted sigue y unos muchachos con el característico ruido que produce el papel al chasquearle un dedo contra él, le ponen al nivel de su pecho un papel encima. No deje hacerlo. Siga. Usted ve inocentes extranjeros que compran humo. Usted se arrepiente de no ser ese que vende. Deje de hacer eso que está haciendo y sígase. Las calles se angostan, algunos pasan en bicicletas y son mirados mal, no saben que allí mandan las motos. Usted ve en los kioscos los posters del sistema circulatorio, usted piensa en regalarle a alguien el diario del día en que ese alguien nació pero desiste. Toda vidriera está ocupada por gente que no comprará. Usted sigue. Y en su seguir el random de su reproductor cae sobre esta canción de los Strokes y piensa que se parece a la primera. Antes de expulsarse de esas calles, usted lee la frase del cartel que siempre tiene bien a la vista ese limpiador de zapatos: “De todo laberinto se sale por arriba. Leopoldo Marechal”. Deje de imaginar, usted ha caminado por el microcentro porteño.
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