Hasta que choque China con Africa
Siempre sospeché que la Ecología era mentira. Bueno, quizás no la Ecología como rama de la Biología, pero si como corpus (soy bueno) de conocimiento que brega por el cuidado del medio ambiente. La Ecología es al planeta lo que la dietética es a la salud, una nueva ortopedia que a los jóvenes-viejos nos importa un bledo.
Como toda ortopedia, tiene su brazo de poder, su discurso, sus prácticas. Su foco no está necesariamente puesto en la prevención sino en la exaltación de los desastres por venir, y eso: ¿es funcional a qué? Por ejemplo tiene una pata en la industria cinematográfica yanki, que año tras año produce películas que anuncian el fin del mundo (como lo conocen ellos, por ende total) debido a imprudencias, a desvíos, a malos manejos del hombre, el lobo del mundo.
Se ve en la tele lo que pasa en Japón, cómo se destruye todo, muere gente y algunas personas se sensibilizan de verdad, temen por sus seres queridos y piensan en apagar un poco más seguido las luces de su hogar cuando no las usan, a racionalizar el agua. Y bueno, los medios como siempre de terror, literalmente, novelando, musicalizando, gozando con las imágenes de la gente corriendo y los techos cayendo a sus pies. Esto dará mucha tela, luego las historias mínimas y la gente que encuentran bajo los escombros. Esto ya se ha visto mil veces, la forma de la tragedia es plástica pero repetitiva.
Como sabemos científicamente, el mundo está apoyado sobre una tortuga gigante y cada vez que ésta se mueve suceden estas cosas. Hay que dar gracias a un Dios que no está apoyado sobre un castor porque otra sería la suerte. Que se yo, la semana pasada gracias a un capitán buena onda que tenía que hacer tiempo para aterrizar, sobrevolamos el glaciar Perito Moreno y mi diagnóstico fue que todavía hay un montón de hielo.
Es de un antropocentrismo escandaloso pensar que tenemos tanta injerencia en el destino inmediato de algo tan grande, la acción del hombre nada tiene que ver con estos movimientos naturales de la tierra, nada. Somos un suspiro en el ballet cósmico.
Pienso en los que se compadecen con alguien desconocido a miles de kilómetros y no registran a sus seres cercanos que sufren, o peor los ignoran. Pero eso ya es otra cosa. Lo que no es otra cosa son los motivos que están detrás de la llamada solidaridad. Quien presta su cuerpo, tiempo y demás para apoyar una causa noble, ¿para quién lo hace? ¿A quién está ayudando en verdad?
Estará quien diga que me equivoco en todo y la temperatura ha subido no se cuanto tiempo, exagero, palabras sesgadas, etc. etc., y le daré la razón, pero como dijo cartesianamente Homero Simpson: “con evidencia se puede probar cualquier cosa”. Las formas del miedo encuentran muy a mano las de lo políticamente correcto y recesivo.
Ojalá un geólogo o un biólogo lea esto y me destroce, pero yo diré que cuando el Indio Solari tocó Jijiji a 30 cuadras de mi departamento, el edificio se movió y el sismógrafo de la ciudad lo registró como un pequeño terremoto. Que me lo explique Aníbal Fernández.
3 comentarios:
"Somos un suspiro en el ballet cósmico", no con esas palabras tan poéticas pero algo así pensé cuando comenzé a ver las imagenes de Japon. Pero como decis por ahi, el hombre nada tiene que ver con el movimiento interno de la tierra. A mi estas catastrofes lejanas no me producen lamentos. Si me inspiran a saber más sobre los sismos.
me río porque hace 22 horas me indica twitter escribí: "lo quiero a herzog filmando en japón. ya. una fuga radioactiva".
No, no, no! La Tierra está sostenida por cuatro efefantes parados sobre la tortuga! sino cómo explicás el terremoto de chile del año pasado? ... o creés que es la tortuga que competia con Aquiles?
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