El sindrome Synecdoche



Siempre dije que poniéndolo en contexto, la historia de la psiquiatría nos da grandes momentos tragicómicos. Sobre todo en sus comienzos cuando las clasificaciones estaban basadas puramente en la observación; para conformar sindromes y nosologías hasta llegar mucho después de la mano de los desarrollos de la lingüística y otras disciplinas relacionadas a lo que bella y concisamente Foucault en “Nacimiento de la Clínica” sintetizó como: “una gramática de los signos ha sustituido a una botánica de los síntomas”.

En los comienzos de la Psiquiatría allá por mediados del siglo XIX, personas con presentaciones extravagantes, ideas raras (delirantes), malformaciones físicas, eran secuestrados por esta incipiente disciplina, que según sus ideas acerca de qué era lo que causaba tal fenómeno actuaba en consecuencia. Así, algunos agitadores incansables eran desangrados hasta que claro, casi muertos, no tenían más fuerza para jorobar. También existían los “tratamientos” con agua: las personas eran sometidas a constantes baldazos de agua helada hasta que depusieran sus conductas bizarras (como el genial opistótonos) o los nunca olvidados electro shocks. Para no mencionar lo que en ese entonces se llamaba “histeria”, mal que se pensaba que su origen estaba en el útero de la mujer, por lo tanto extirpándolo…

Hace unos días vi Synecdoche ny, el debut de Charlie Kauffman como director. El protagonista está interpretado por el genial Phillip Seymour Hoffman. Es un director de teatro que se llama Caden Cotard. Y aquí es donde me detendré. Trataré de no decir mucho sobre la película, pero sucede lo siguiente: una vez que uno sabe algo sobre algo, pasa a formar parte de los anteojos con los que ve la vida: hacia el final de la película, donde el protagonista va sufriendo unas enfermedades sin aparente explicación, que le causan fenómenos de los más curiosos, recordé esa página de la picaresca historia de la psiquiatría que dice: Sindrome de Cotard: también llamado delirio de negación o delirio nihilista. Es una enfermedad relacionada con la hipocondría y donde el afectado cree haber muerto, sufrir la putrefacción de sus órganos o simplemente no tenerlos. A veces también se creen incapaces de morir, esas ideas coexisten y lo que queda solamente es un alma en pena. Fue descripto por Jules Cotard en 1880. Años después se la sumó al club de la psicosis.

Quizás haya sido una coincidencia, más me gustaría creer que no. La película tiene algunos pasajes muy interesantes, pero jugando al crítico de cine, no terminó de gustarme. Hay muchas cosas que suceden sin sentido aparente, lo fantástico se mezcla con lo cotidiano, como la mujer que tiene miedo que su casa se queme y ella no pueda salir, y cuando la vemos a ella en su casa, ésta está siempre en llamas, o cuando Cotard puede leer el diario íntimo de su hija a los 4 años y mucho tiempo después aunque ella viva lejos, el lo siga leyendo actualizado. Pero eso no es lo malo ni lo nuevo, el surrealismo tiene 90 años.

La así llamada posmodernidad logra aburrirnos la mayoría de las veces. Si el relato ha caído a favor de los fragmentos, este old school seguirá defendiendo lo primero. Puedo reírme con un gag, con dos, pero al final del viaje no se que decir sobre lo que pasó. El relato instaura la dimensión temporal, y el tiempo es una categoría indispensable para vivir. Quizás existan algunas verdades que no puedan ser conmovidas, porque el “Rosebud” del comienzo del Ciudadano Kane es un recurso que altera el tiempo sin alterarlo, el peso de una historia más bien simple pero bien contada todavía se impone a una llena de guiños y 2.0.

Aunque por poco tiempo más.

4 comentarios:

flor | 3 de marzo de 2010, 9:34

qué impresionantes las fotos de theslideprojector. A algunas de las de imágenes las "histéricas" ya las conocía. Hay algo que nunca termino de comprender de la llamada histeria. Hay algo que siempre me parecerá irreal. ¿el útero como causa? ¿la masturbación para aliviar los síntomas? ¿la extirpación? Uhm.

Por otra parte, me pareció gracioso (¿gracioso?) que la peli comparta dos actores del reparto de In treatment (la primera temporada me gustó, la segunda no la soporté.

siempre preferiremos los relatos.

Lisandro Capdevila | 3 de marzo de 2010, 18:24

Todo eso flor se creía en aquél entonces, de más está decir que no tiene ningún asidero hoy en día (eso justamente, otras cosas más o menos).
Nunca vi In treatment, está buena?

flor | 4 de marzo de 2010, 8:45

a mí la primera temporada me gustó bastante. En realidad, creo que lo que me encantaba era uno de los casos, el de Sophie. La segunda temporada fue demasiado para mí y el foco se corrió un poco de los pacientes y eso no me gustó. Estaba bueno el formato, eran capítulos de 20 minutos cada uno, 5 por semana. No mucho más que psicoanalista y paciente.

Antonymo | 4 de marzo de 2010, 12:28

no creo en la psiquiatria, disculpe usted

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