Te busca y te nombra


“A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras…”
O.Girondo.


Ovidio, en su Arte de Amar, se pone en el lugar de maestro en el amor para hombres y mujeres y da todas sus recetas, consejos, y dice que al amor se va como a la guerra: con los atuendos adecuados y con las armas que mejor se dominan. Leamos algunos fragmentos entre divertidos y actuales (tiene 2000 mil años el libro) antes de dar paso a otra hipótesis –demencial-.

Nos dice Ovidio en cuanto acercarnos al objeto de nuestro presunto amor (entre muchas cosas, léanlo si pueden):

“Quiero darte la medida a que te atengas en el beber: es aquella que no impide al seso ni a los pies cumplir con su oficio. Evita, en primer término, las reyertas que provoca el vino, y los puños demasiado prontos a repartir golpes. Euritión murió por haber bebido desatinadamente. Entre el vino y los manjares sólo ha de reinar la alegría. Si tienes buena voz, canta; si tus brazos son flexibles, baila, y no descuides, si las tienes, revelar aquellas dotes que favorecen la seducción. La embriaguez verdadera perjudica, y cuando es fingida puede ser útil. Estropee tu lengua solapada la pronunciación de las voces; así, lo que hagas o digas fuera de lo regular, creerán todos que lo ocasiona el exceso de la bebida. Desea mil felicidades a la señora de tus pensamientos y al que tiene la dicha de compartir su tálamo; mas en lo recóndito el alma profiere contra este último cien maldiciones. Cuando las mesas se levantan y los convidados se retiran, aprovecha las circunstancias del lugar y la confusión de la multitud para aproximarte a ella; mézclate entre la turba, colócate sin sentir a su lado, pásale el brazo por el talle y toca su pie con el tuyo. Esta es la ocasión de abordarla; lejos de ti el agreste pudor; Venus y la Fortuna alientan siempre a los audaces.”

Instrucciones para amar en su versión actitudinal. Ahora nos acercaremos más a lo que quiero decir. Sigue Ovidio:

"No esperes que yo te dicte los preceptos de la elocuencia; rompe atrevido el silencio, y las frases espontáneas y felices acudirán a tus labios. Tienes que representar el papel de un amante y tus palabras han de quemar como el fuego que te devora; te serán lícitos todos los argumentos para persuadirla de tu pasión y serás creído sin dificultad. Cualquiera se juzga digna de ser amada y aun la más fea da gran valor a sus atractivos; mil veces el que simula el amor acaba por sentirlo de veras y termina por ser lo que al principio fingía. ¡Oh jóvenes!, tened tolerancia con los que se aprestan a engañaros; muchas veces un falso amor se convierte en verdadero. Esfuérzate por apoderarte de su albedrío con discretas lisonjas, como el arroyo filtra sus claras ondas en las riberas que lo dominan. Prodiga sin vacilación tus alabanzas a la belleza de su rostro, a la profusión de sus cabellos, a sus finos dedos y su pie diminuto; la mujer más casta se deleita cuando oye el elogio de su hermosura, y aun las vírgenes inocentes dedican largas horas a realzar sus encantos. ¿Por qué Juno y Palas se avergüenzan hoy todavía de no haber obtenido el premio en el certamen de los montes de Frigia? El ave de Juno despliega orgullosa su plumaje, viéndolo alabado; si lo contemplas en silencio, recoge sus tesoros. En el certamen de la veloz carrera, los corceles se encienden con los aplausos que se tributan a sus cuellos arrogantes y bien peinadas crines. No seas tímido en prometer; las jóvenes claudican por las promesas, y pon a los dioses que quieras como testigos de tu sinceridad. Júpiter desde lo alto se ríe de los perjurios de los amantes y dispone que los vientos de Eolia los sepulten en las olas; por las aguas de Estigia solía jurar con engaño ser fiel a Juno, y su mal ejemplo alienta hoy a todos los perjuros.”


En realidad no se cuánto va tener que ver, eso lo descubriré mientras escriba esta monserga. Ovidio maestro del amor. Pero yo quiero detenerme en los prolegómenos al amor, sobre qué es el amor y su ontología no quiero hablar, pero si decir algo sobre los movimientos de apertura. Ya Freud decía que en un análisis, como en la guerra o en el ajedrez se podían conocer los movimientos primeros y los de cierre, pero durante su existencia hay que echar mano a múltiples astucias.

Un gran porcentaje de la entrada al amor depende de la presencia o no de esta materialidad esquiva: las palabras. Luego de un tiempo de acercamiento, el encuentro no es suficiente. Los hechos dejan de tener peso una vez consumados, de nada importa los gestos de anuencia, los permisos dados para compartir la vida y el mundo interno si no están presentes las palabras que el otro desea escuchar. Y esto es una gran trampa. El flechazo no es amor, es un atajo que finalmente pedirá las palabras que ordenen lo que sentir y decir.

Y casi todo se juega en ese plano, inclusive las palabras tienen su fuerza de actos, lo sabemos. “No bajó para decir adiós que mal, y la vida empieza a terminar otra vez” canta Calamaro en All you need is pop. Ni siquiera dijo eso final, “me dejó la ropa en el portal”. Recuerdo que alguna vez me pedían palabras para generar un “círculo de confianza”, y cuando respondía con las pedidas, tampoco eran. No funciona así, eso no se pide, se da. No dar como algo de tener, es algo que escapa hacia el otro, dar lo que uno tiene es beneficencia. Ya en otra entrada hipoteticé sobre el amor como la imposición de un relato sobre un otro sobre qué es el amor y cómo son sus reglas (fijas) y cómo se lo hace encajar. Un afortunado error en el fundamento lo hace funcionar.

Recuerdo haber ganado la entrada a su cuerpo preguntándole sobre la amiga (sirve con las histéricas). Su cuerpo y su deseo, pero no su amor. También recuerdo alguien que me contaba que cuando su enamorado le decía que la amaba; ella le decía gracias. Ahí alguien escuchó a Ovidio, porque siguió y supongo que ahora ella responde en espejo, lo cual nos da el espacio terrible para preguntarnos por su realidad. Una respuesta podría ser: es una ficción, como otras de tantas, aunque un poco más importante y popular. Nadie puede sostenerse vivo sin ser amado por al menos una persona. La creencia popular sostiene que mejor hacer que decir, mejor hacer que pensar, que a las palabras se las lleva el viento. Pero si es así, ¿Cómo soportar el tiempo sin el ser amado? ¿Cómo alguien puede apoyarse en gestos vacios? Porque se tienen las palabras del otro, al que hemos completado dando un salto de fe desde el campanario y sabemos que su mirada y sus palabras están sobre nosotros cuando no miramos.

¿Puede ser el amor un buen decir? No comienza el amor si no están algunas palabras, de las que nada sabemos. Preguntémosle a los chamuyeros cuántas veces han provocado la apertura hacia el amor en los demás sabiendo que era todo una mentira. Hay que estar un poco incauto para el amor, inclusive aquellos que engañan sistemáticamente a sus amadas/os no dudan de su amor. El amor también es malvado, ¿acaso no hay amores que matan? Existen algunas personas que podríamos llamar “enamorados del amor”, que tras esa lanza siempre rígida se pierden de bastante. Nada más violento que alguien que te quiere amar desde el día uno y no tiene las palabras adecuadas.

No pude cumplir con eso de no meterme a hablar del amor y en trayecto pensé que mejor sería borrar todo, pero siempre es así: imposible de asir y de decir lo que uno quiere.

Por eso siempre habrá canciones, poesía y personas que errantes en las sombras nos amen, no nos amen y peor: no nos amen más.



3 comentarios:

Ante La Duda Consulta A Mi Médico | 11 de mayo de 2010, 9:44

Las palabras que se dicen en el lugar y tiempo adecuados.
Las palabras que no se dicen en el lugar y tiempo adecuados.
Decir y no decir, conquistar armando el diálogo como una partida de ajedrez entre el hombre y la máquina. Prometer amor, anticiparse de amor al deseo sexual y nada más. Prometer amor en múltiples esquinas, y cuando el tráfico está terrible desprometer y quedar como un villano. El amor es tan rico y duele tanto. No hay quien pueda resistirse a su veneno. Errante en las sombras, acecha.
Hablando de Ovidio (ogro), hace unos días hablábamos de esta chica que era interesante, bella, canchera y con personalidad fuerte, de las que te dejan chiquito si quieren. Y por el exceso en el vino, por el exceso en el vino es que se fue transformando en otra cosa. Seguramente nosotros también estábamos hechos unos pelotudos con el vino, pero no importaba. A nuestros ojos, ella perdió el encanto... un poco, seguía estando buena.

Lisandro Capdevila | 11 de mayo de 2010, 20:52

Ovidio es ogro, sin duda.
El hombre y la máquina de pin pon.
Y cómo va cambiando la percepción el vino, cómo no se van a cometer orgías y asesinatos bajo la balacera de su río. La había olvidado.

Joakkin | 11 de mayo de 2010, 22:49

Ese tema, acompañado del vino me da un brote adrenalínico irrefrenable.Cuánta polenta en una canción. No como Corazón en Venta, del cual hablabas en otros textos, que es un tema cara de verga.
El amor,el scrabble de la vida,las palabras valen tanto como los silencios,también una cajita musical.

Por menos no me voy a levantar________________para qué??!!

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