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El porvenir es largo


"My father was a great literature teacher; he taught me the meaning of pain. Pain without reason"



Eso dice Bukowski en una entrevista. Su padre fue un gran maestro de literatura porque le enseñó el significado del dolor.

Esa frase también podríamos atribuírsela a Jack, el personaje que a pesar de no ser el favorito de la mayoría, terminó comiéndose la serie Lost.

Tan difícil de abarcar e inconexa es en muchos puntos de su trama que no caeré en la trampa de intentar cerrar las preguntas y los sentidos que dejó abiertos. De hecho creo que ese es su gran logro, haber mantenido en vilo durante seis años a millones de personas y finalmente dejarlos expuestos ante la sensación de estafa. Pero quienes sientan eso yo los digo que no entendieron el espíritu de la serie. La serie los dejó en la posición que me gusta llamar de “horror ante un círculo abierto”. Algunos no tenemos problemas con eso.

Vamos a la escena final donde Jack se tira a morir en el lugar donde había aparecido la segunda vez que llegó a la isla. Con dificultades por su herida mortal, logra acostarse y rápidamente comienzan los estertores que hacen de prólogo al apagón. Nos dejan un instante para la tristeza pero inmediatamente aparece Vincent, el perro de Walt (que para mí se convertirá en el nuevo Jacob y los enterrará a todos los que quieran atacar la isla. El perro digo eh.) y Jack sonríe un poco aliviado. Se sabe que cualquier cosa donde haya un perro es mejor. Ya la muerte está suavizada, es más amigable. Segundos después cuando ve pasar el avión que lleva a algunos de sus amigos, aparece la sonrisa americana del deber cumplido.

Se dice que el ojo es la ventana al alma. Pero ¿Que tal si no hay alma detrás del ojo? ¿Que tal si el ojo es un agujero a una fundamental nada? ¿Que tal si del otro lado hay un olvido completo, inasible y descomunal? Siguiendo la lógica planteada por la serie: ¿cual es el mecanismo por el cual uno al morir olvida eso que sucedió allí y no otra cosa? ¿Por qué al tocarse entre sí comienzan a acordarse? ¿De qué se trata esa materialidad? No hacen falta las respuestas, es tan sólo una serie. Las respuestas de este lado son menos alentadoras. Una de las funciones de la memoria es olvidar, pregúntenle a Funes el memorioso a ver que dice, si no le vendría bien un poco de olvido.

Finalmente, la cámara con ellos en la Iglesia se funde en blanco (y no en negro, esta elección no es para nada casual) y aparece sobre el ojo de Jack, ojo que está a punto de cerrarse. Recordé la escena de Psicosis de Hitchcock cuando la cámara después del asesinato en la baño se pierde junto a la sangre y al agua por el agujero de la bañadera y se metamorfosea hacia el ojo de la muerta, con la ligera diferencia que ese ojo ha quedado abierto, lo que lo hace mucho más terrible, porque ¿quién aguanta mucho tiempo la mirada de un muerto?

El ojo de Jack, el ojo de alguien mucho más amable tiene la cortesía de cerrarse.

Escribe Pavese en Vendrá la muerte y tendrá tus ojos:

“Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como dejar un vicio,
como ver en el espejo
asomar un rostro muerto,
como escuchar un labio ya cerrado.
Mudos, descenderemos al abismo.”
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Triste, solitario y final


“It´s alright ma (I’m only bleeding)”
Bob Dylan


Este es un posteo autista.
Ha quedado advertido.

Lacan plantea para el ser humano la existencia de una segunda vida y una segunda muerte. La segunda vida la relaciona al hecho de que el hombre ha perdido su ser natural por estar atravesado y determinado por el significante. Ha perdido la vida de la naturaleza pero tiene la segunda vida que le da el significante, lo simbólico. Esta segunda vida está afectada por la palabra y el deseo, lo hace disfrutar y sufrir encuentros, desencuentros, el futuro, la derrota. Es la vida que vivimos.

En relación a la muerte, sólo a través del significante el ser humano se puede relacionar con su propia muerte, es decir pensándola, la única manera de acercarse a ella. Gracias al significante podemos anticipar la muerte y a la vez eternizarnos. Está la muerte natural, del cuerpo, y la segunda necesaria, la que inscribe un nombre y un legado simbólico que habitará en los otros: en la memoria, en los recuerdos, en su obra y algo muy humano: su lápida.

Entre ambas muertes es que existe el lugar para la tragedia, lo épico y lo mundano.

Hoy descendió de categoría mi equipo de fútbol. Y es una muerte. Anunciada y previsible, pero una al fin. Sentado en un puf, creía y no creía lo que sucedía. Es que lo real tiene esas dos cualidades de imponerse y de negarse a ser asimilado. Siempre algo se nos escapa. Cuando juguemos contra Patronato de Paraná será un poquito más real. Y el efecto sobre las subjetividades de los canayas será insospechable. Las prácticas atraviesan a las personas, y en el Nacional B no pueden ir los hinchas visitantes (una genialidad para combatir la violencia) por lo que perder esa posibilidad de presencia es una doble mutilación.

3 temporadas consecutivas peleando ahí abajo, desaguisados dirigenciales que probaron no saber de fútbol, manchan al equipo más popular del interior del país. Es verdad que lo hicieron crecer patrimonialmente y que se yo, pero el fútbol manda y ahora no sólo se perderán millones en lo que la televisión no dará sino que los buitres comprarán a un tercio del valor nuestras jóvenes promesas (dos o tres, no más, el resto es o muy flojo o muy verde). El burro no tiene culpa de ser burro. Para atacar se necesita del talento, para defender bastante menos y correr, pero el fútbol necesita goles. Bla bla blá. Escribo por inercia.

Suelo decirles a mis novias, o futuras novias, o lo que sea, que nunca se comparen con Central o me hagan elegir porque la respuesta es muy fácil. El amor que entabla un hincha con su club es el amor del tiempo, un amor lleno de faltas, alegrías y sus muchas tristezas, con el particular detalle que nada de eso mina el amor, al contrario. Esa es la causa del amor, cuanto más débil y necesitado, uno lo ama más. Y al mismo tiempo causa de la perdición.

Sobre el final del partido algunos incidentes de los barras, más una protesta gremial por ver amenazada su fuente de ingreso que otra cosa. La mayoría de la gente aplaudió con hidalguía al equipo contrario que fue superior y a los pibes de las inferiores a los que de paso, se les ha hecho un gran daño. Ahora viene el duro momento de la valentía del duelo y el de mantener alejados a los buitres que quieran sacar tajada. Ojalá sea una refundación, pero mi experiencia me dice que no será sencillo, a pesar de que las otras 3 veces que el equipo bajó de categoría volvió en la siguiente temporada.

A esta altura creo que escribí todo esto como pedido/advertencia para mis amigos: no me hablen del tema, gracias.

No es todo lo que tengo para decir sobre esto, pero suficiente. Siento el llanto en mis dedos de quienes lloran en este momento.

Y la puta que lo re mil parió, hay más de dos muertes.

Te doy vida en la muerte que me das y no tomo, no hay una lápida sobre el club que fue fundado por los trabajadores del ferrocarril.
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Boquitas pintadas


Imaginemos la siguiente situación: tres amigos de entre 25 y 35 años se juntan una tardecita a pasar el rato y deciden llamar a una chica de 14 años envalentonados por lo que se dice de ella. Ella accede y como accedió tanto, deciden bajarse los pantalones a ver que pasa y festejarsela. La chica es solícita y comienza a practicarles sexo oral a los tres, metiendo en su boca de a más de un órgano entre otras prácticas. Uno de los tres adultos no contento con el momento, filma la situación y se encarga de que queden bien registradas sus caras de festejo, sus comentarios y sus acciones. La presencia de la cámara evitará detalles del relato y les proporcionará lo que sea -morbo, regocijo- en su reproducción. Sucede que a veces cuando la fantasía se hace realidad –supongamos el caso- el espacio para el horror está a la vuelta de la esquina. Y sobre todo si el cumplimiento atraviesa algo de ley. Y si no es la ley simbólica y es la de los hombres, bueno, la entelequia llamada Estado y al menos uno de sus poderes con suerte se meterá en el medio.

Pero sigamos suponiendo. Supongamos que el hermano de uno tiene el video, porque digamos, ¿Para qué tenerlo si no es para mostrarlo en algún momento? Bueno, el hermano está copado con el video y empieza a moverlo por internet, también gracias a la tecnología bluetooth, que ni necesitamos cables (y que, ojo incautos: si no lo tienen apagado, cualquier hijo de vecino a tu lado te puede sacar fotos o lo que sea) se expande como reguero de pólvora en una secundaria y un tiempo después llega a los medios, o mejor dicho: toma estado público.

¿Cuál sería la reacción esperable de una comunidad? Dificil predecir.

Pero supongamos que hay un sector de la población que organiza una marcha a favor de los 3 adultos acusados de violación, bajo el lema "Si para vos también es injusticia, apoyemos a los tres acusados de violación. Gran cacerolazo, domingo 16, a las 15, en la plaza principal”, y luego se lo escucha decir al intendente –aunque luego tratara de negarlo-: “"Si la chica tuvo sexo con tres hombres a la vez es porque algún problema tiene", "es una chica enferma que requiere de auxilio y tratamiento". Vamos intendente, no es la primera ni será la última que se hacen cosas así.

Pero dejemos de suponer y vamos a General Villegas de una vez. Continuó el intendente:

"Es incomprensible que la Justicia se esté manejando tan lento. La menor tiene una familia que es plenamente responsable, si ellos no nos piden protección o contención nosotros como municipio no podemos actuar". Que alguien la avise al intendente que la doctrina de los Derechos Humanos (y más de los niños, que es el caso) es intervencionista, es decir, ahí donde se está vulnerando un derecho, interviene, no necesita que lo llamen. Y está claro quién es la víctima.

Curioso ver cómo eran mujeres las que defendían a estos 3 hombres, mujeres seguramente criadas en el –cuando funciona aceitadamente- terrible sistema patriarcal, por eso no es llamativo ver las mayores expresiones de machismo justamente encarnadas en las mujeres. Bueno, algunas mujeres del pueblo los defendían -claro que no todas- incluso sus parejas, no molestas por lo que podría llegar a ser una infidelidad, ni tampoco por un delito.

¿Qué decir sobre la chica de 14 años? Dificil saber, ¿Si aceptó gustosa? ¿Si sintió placer? Puede ser, pero no viene al caso, porque el marco es más amplio y deja en un segundo plano la cuestión, simplemente porque lo es. Así como un asesinato se colorea con su trama. Cara les salió la homo-joda a estos tres amigos.

¿Pero por qué tanto escándalo? ¿Por qué tanta tinta, tanto copy & paste y repetición en la televisión? Porque toca algo de la estructura. Y es en ese sentido que el revuelo provocado por Freud no fue tanto por su inconmesurable descubrimiento del inconsciente y las leyes de su funcionamiento, sino por poner de relieve la sexualidad en los niños (y adolescentes, claro). La sexualidad con sus particularidades, momentos y tiempos de constitución. Nadie –a quien le haya operado la repesión más o menos bien- podrá negar que un infante de 5 años es un individuo sexuado, ya sea tocándose la “cosita” o el nombre para aliviar la connotacion sexual con que cada familia designe los aparatos reproductores. ¿Acaso qué hace la madre cuando acaricia el cuerpo del bebé, además de cuidarlo y limpiarlo sino erotizarlo? ¿Dónde creen que se gesta ese lugar en el que les gusta que los toquen? "Perverso polimorfo" lo llamó Freud al niño, porque si, todo lugar es posible. Piensen de nuevo en las madres parasitando un cuerpo de sexualidad, claro que no es sentido de esa manera por ellas, eso ya sería muy otro tema, ¿Y las madres que besan en la boca a sus hijos durante toda la vida? Las hay, creánme.

En fin, tengo que ponerme a pensar en la promoción, esto no es el vacío “con los chicos no” de canal 13, tampoco es Lolita, que merecería –pobre Vlad- una entrada entera para hablar sobre su novela. Acá no hay Humbert Humbert, sino orden de detención para Mario Magallanes, José María Narpe y Mariano Piñero, ojo muchachos que las frases de Francella son delicadas, no son joda: vuelven.


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La flecha del tiempo


Tengo una pequeña argucia como ayuda-memoria: los mundiales. Si me preguntan qué hice el fin de semana pasado voy a tardar un rato en responder, quizás no pueda contestar, pero si me preguntan dónde estaba en el mundial 90, en el 94, 98, 02 y 06 (para el 86 era muy niño) puedo responder rápidamente y sin dudar. Cada partido está asociado a circunstancias únicas e irrepetibles como es un mundial de fútbol, pequeños hitos. En inglés es más gráfico y tiene más fuerza: “milestone”.

Todo enfermo de fútbol podrá entender fácilmente, aquellos que no lo sean quizás puedan relacionarse a una pasión, y para aquellos que hablan mal del fútbol y como Sebreli y Borges ("El fútbol es uno de los mayores crímenes de Inglaterra") y lo reducen a 22 personas corriendo detrás de una pelota -entre otras cosas-, bueno, yo les digo directamente: son burros. ¿Se imaginan a Sebreli haciendo el gesto posterior a un foul de que fue a la pelota? ¿O a Borges tirando “la boba”? Más bien me lo imagino a Borges picando al vacío, o a Sebreli haciendo tiempo.

Si bien no es necesario haber hecho algo –en este caso practicado el deporte- para poder disfrutarlo, el haberlo jugado te da la experiencia en carne propia, las sensaciones y el conocimiento del juego que de otra manera es imposible. La experiencia tiene algo de inefable e intransmisible: desde jugar un deporte, haber besado a esa mujer o hacer la experiencia del inconsciente en un análisis. Los que pasamos nuestra infancia en pequeñas ciudades sabemos de la pelota de trapo, los partidos a 20 goles o hasta que no haya más luz –y aun así-, el pan y queso, las reglas ad hoc según el barrio (recuerdo un vecino que cuando atajaba decía: “no vale con toda" -si, con a, en esa época se decía así, como dice el abuelo Simpson- y algunas jugadas. Uno puede recordar jugadas de la primaria, de la secundaria, atemporales. A mí me encanta defender, obviamente su génesis tiene que ver con la ausencia de talento para la construcción, pero encontrar a alguien que le guste defender no es común, sacrificarse por el equipo. Los goles son contados, hace poco convertí mi mejor gol: de espalda al arco, piqué la pelota y la puse por arriba del arquero. Si, no pidan explicaciones, fue así. Heroico y levantó los aplausos de los espectadores.

Pero me estoy desviando como siempre, los mundiales. Ya están llegando las propagandas que apelan al sentimentalismo barato, que aun así no son indiferentes, pero agotan y sobre excitan la chances reales que tiene la selección para que le vaya bien en el mundial. Creo que esta vez, con lo que presumo será un juego bastante amarrete, llegaremos más lejos que otras veces. El conductor del equipo, la más maravillosa música alguna vista sobre el verde césped, está comenzando su camino como dt con la selección. Maradona es Maradona en todos lados, no esperen otras cosas, esperemos un poco de Messi ahora.

El fútbol es un fenómeno complejo y un deporte cada vez más sucio, ni los jugadores se salvan, pero los mundiales tienen otra cosa, es verdad que se reparte muchísima plata entre federaciones, jugadores, etc., pero en general éstos ya son millonarios, y se apela a que se juegue por el orgullo y por la gloria que alguna vez anhelaron de pibes. Si esas dos cosas no son suficientes, ¿qué más lo es para motivarse? ¿Qué ya nadie quiere el bronce?

Con el paso del tiempo algunos nos vamos volviendo un poco más tolerantes en lo que a fútbol respecta, tolerante no significa menos apasionado, sigo siendo indiferente a todos los clubes salvo con el mío, odio un par, pero con lo que me hace sufrir el propio tengo suficiente.

No me subí a una camioneta en el 90, sabía que no tenía que hacerlo, dije “diego diego” al unísono con Caniggia en el 94, falté varias veces a Inglés en el 98 y me levanté temprano para ver cualquier partido en el 02. En el 06 admiré maravillado al más grande después de Diego: Zidane.

Todavía no me doy cuenta que casi estamos, mi indiferencia se va desvaneciendo y Junio y Julio del 2010 preparan los surcos en mi memoria, la banderita de referencia para recuperar los hechos y las sensaciones. ¿Habrá una pequeña épica al menos para inmortalizar en el almanaque?

Por las dudas voy haciendo lugar: nadie recuerda las propagandas, pero si algunos goles y a los buenos jugadores.
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Te busca y te nombra


“A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras…”
O.Girondo.


Ovidio, en su Arte de Amar, se pone en el lugar de maestro en el amor para hombres y mujeres y da todas sus recetas, consejos, y dice que al amor se va como a la guerra: con los atuendos adecuados y con las armas que mejor se dominan. Leamos algunos fragmentos entre divertidos y actuales (tiene 2000 mil años el libro) antes de dar paso a otra hipótesis –demencial-.

Nos dice Ovidio en cuanto acercarnos al objeto de nuestro presunto amor (entre muchas cosas, léanlo si pueden):

“Quiero darte la medida a que te atengas en el beber: es aquella que no impide al seso ni a los pies cumplir con su oficio. Evita, en primer término, las reyertas que provoca el vino, y los puños demasiado prontos a repartir golpes. Euritión murió por haber bebido desatinadamente. Entre el vino y los manjares sólo ha de reinar la alegría. Si tienes buena voz, canta; si tus brazos son flexibles, baila, y no descuides, si las tienes, revelar aquellas dotes que favorecen la seducción. La embriaguez verdadera perjudica, y cuando es fingida puede ser útil. Estropee tu lengua solapada la pronunciación de las voces; así, lo que hagas o digas fuera de lo regular, creerán todos que lo ocasiona el exceso de la bebida. Desea mil felicidades a la señora de tus pensamientos y al que tiene la dicha de compartir su tálamo; mas en lo recóndito el alma profiere contra este último cien maldiciones. Cuando las mesas se levantan y los convidados se retiran, aprovecha las circunstancias del lugar y la confusión de la multitud para aproximarte a ella; mézclate entre la turba, colócate sin sentir a su lado, pásale el brazo por el talle y toca su pie con el tuyo. Esta es la ocasión de abordarla; lejos de ti el agreste pudor; Venus y la Fortuna alientan siempre a los audaces.”

Instrucciones para amar en su versión actitudinal. Ahora nos acercaremos más a lo que quiero decir. Sigue Ovidio:

"No esperes que yo te dicte los preceptos de la elocuencia; rompe atrevido el silencio, y las frases espontáneas y felices acudirán a tus labios. Tienes que representar el papel de un amante y tus palabras han de quemar como el fuego que te devora; te serán lícitos todos los argumentos para persuadirla de tu pasión y serás creído sin dificultad. Cualquiera se juzga digna de ser amada y aun la más fea da gran valor a sus atractivos; mil veces el que simula el amor acaba por sentirlo de veras y termina por ser lo que al principio fingía. ¡Oh jóvenes!, tened tolerancia con los que se aprestan a engañaros; muchas veces un falso amor se convierte en verdadero. Esfuérzate por apoderarte de su albedrío con discretas lisonjas, como el arroyo filtra sus claras ondas en las riberas que lo dominan. Prodiga sin vacilación tus alabanzas a la belleza de su rostro, a la profusión de sus cabellos, a sus finos dedos y su pie diminuto; la mujer más casta se deleita cuando oye el elogio de su hermosura, y aun las vírgenes inocentes dedican largas horas a realzar sus encantos. ¿Por qué Juno y Palas se avergüenzan hoy todavía de no haber obtenido el premio en el certamen de los montes de Frigia? El ave de Juno despliega orgullosa su plumaje, viéndolo alabado; si lo contemplas en silencio, recoge sus tesoros. En el certamen de la veloz carrera, los corceles se encienden con los aplausos que se tributan a sus cuellos arrogantes y bien peinadas crines. No seas tímido en prometer; las jóvenes claudican por las promesas, y pon a los dioses que quieras como testigos de tu sinceridad. Júpiter desde lo alto se ríe de los perjurios de los amantes y dispone que los vientos de Eolia los sepulten en las olas; por las aguas de Estigia solía jurar con engaño ser fiel a Juno, y su mal ejemplo alienta hoy a todos los perjuros.”


En realidad no se cuánto va tener que ver, eso lo descubriré mientras escriba esta monserga. Ovidio maestro del amor. Pero yo quiero detenerme en los prolegómenos al amor, sobre qué es el amor y su ontología no quiero hablar, pero si decir algo sobre los movimientos de apertura. Ya Freud decía que en un análisis, como en la guerra o en el ajedrez se podían conocer los movimientos primeros y los de cierre, pero durante su existencia hay que echar mano a múltiples astucias.

Un gran porcentaje de la entrada al amor depende de la presencia o no de esta materialidad esquiva: las palabras. Luego de un tiempo de acercamiento, el encuentro no es suficiente. Los hechos dejan de tener peso una vez consumados, de nada importa los gestos de anuencia, los permisos dados para compartir la vida y el mundo interno si no están presentes las palabras que el otro desea escuchar. Y esto es una gran trampa. El flechazo no es amor, es un atajo que finalmente pedirá las palabras que ordenen lo que sentir y decir.

Y casi todo se juega en ese plano, inclusive las palabras tienen su fuerza de actos, lo sabemos. “No bajó para decir adiós que mal, y la vida empieza a terminar otra vez” canta Calamaro en All you need is pop. Ni siquiera dijo eso final, “me dejó la ropa en el portal”. Recuerdo que alguna vez me pedían palabras para generar un “círculo de confianza”, y cuando respondía con las pedidas, tampoco eran. No funciona así, eso no se pide, se da. No dar como algo de tener, es algo que escapa hacia el otro, dar lo que uno tiene es beneficencia. Ya en otra entrada hipoteticé sobre el amor como la imposición de un relato sobre un otro sobre qué es el amor y cómo son sus reglas (fijas) y cómo se lo hace encajar. Un afortunado error en el fundamento lo hace funcionar.

Recuerdo haber ganado la entrada a su cuerpo preguntándole sobre la amiga (sirve con las histéricas). Su cuerpo y su deseo, pero no su amor. También recuerdo alguien que me contaba que cuando su enamorado le decía que la amaba; ella le decía gracias. Ahí alguien escuchó a Ovidio, porque siguió y supongo que ahora ella responde en espejo, lo cual nos da el espacio terrible para preguntarnos por su realidad. Una respuesta podría ser: es una ficción, como otras de tantas, aunque un poco más importante y popular. Nadie puede sostenerse vivo sin ser amado por al menos una persona. La creencia popular sostiene que mejor hacer que decir, mejor hacer que pensar, que a las palabras se las lleva el viento. Pero si es así, ¿Cómo soportar el tiempo sin el ser amado? ¿Cómo alguien puede apoyarse en gestos vacios? Porque se tienen las palabras del otro, al que hemos completado dando un salto de fe desde el campanario y sabemos que su mirada y sus palabras están sobre nosotros cuando no miramos.

¿Puede ser el amor un buen decir? No comienza el amor si no están algunas palabras, de las que nada sabemos. Preguntémosle a los chamuyeros cuántas veces han provocado la apertura hacia el amor en los demás sabiendo que era todo una mentira. Hay que estar un poco incauto para el amor, inclusive aquellos que engañan sistemáticamente a sus amadas/os no dudan de su amor. El amor también es malvado, ¿acaso no hay amores que matan? Existen algunas personas que podríamos llamar “enamorados del amor”, que tras esa lanza siempre rígida se pierden de bastante. Nada más violento que alguien que te quiere amar desde el día uno y no tiene las palabras adecuadas.

No pude cumplir con eso de no meterme a hablar del amor y en trayecto pensé que mejor sería borrar todo, pero siempre es así: imposible de asir y de decir lo que uno quiere.

Por eso siempre habrá canciones, poesía y personas que errantes en las sombras nos amen, no nos amen y peor: no nos amen más.



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Las ideas de la noche


"Life is a tragedy when seen in close-up, but a comedy in long-shot."
C.Chaplin

Recuerdo que cuando tenía unos 12 años –un poco más, un poco menos- estaba enamorado –es la palabra, lisa y llana- de Virginia, una chica que jugaba al básquet en el mismo club que yo. Conocía su nombre, su edad, el colegio al que iba y dónde vivía. No teníamos amigos en común ni posibilidad de cruzarnos. Vivía muy lejos de su casa y mis actividades no se tocaban nunca con las de ellas, no había chance. Así viví malamente algunos meses en los que sólo podía verla si tenía suerte en el club (entrenaban los días que nosotros no) o de pasada en el auto.

Por ese entonces el destino me hizo un guiño: un familiar de ella compró la casa de junto a la mía. Nos habíamos mudado hacía poco y todavía no estaban hechos los paredones que dividían los terrenos, así que una tarde la vi a través de unas maderas grises, era Tom Sawyer pero sin valentía. Recuerdo su pálida piel, sus pecas, sus mil dientes y la verdad que no mucho más. Hoy no podría reconocerla fuera de contexto –y no justamente la cancha de básquet-.

Ese amor cortés, el amor distante, no realizado, se nutría de pequeños gestos y tímidas conversaciones, todas ocasionales y banales. No recuerdo cómo se deshizo el amor nunca confesado, pero un día no la vi más a Virginia –el inconsciente escribe bien, nada mejor que buscarse una virgen para no acercarse- y seguí como si nada. Tiempo después tuve una novia muy parecida.

Por aquel entonces, ese pelilargo pre adolescente que era, acuñó en la soledad del barrio entre ciudades, una categoría que denominó: “las impracticables ideas de la noche”. Su nombre es transparente. Me recuerdo pensando estratagemas para acercarme a ella, encontrando las palabras precisas para declararle mi amor a esa desconocida (las primerísimas novelas de amor me hacían efecto, junto a la negación de la homeopatía: las tormentosas flores del mal del loco francés) en un momento determinado, palabras en hojas Rivadavia, esas a las que no me importaba no ponerles ojalillos.

A la noche era posible, después de algunos pensamientos encontrados –el campo donde todo sucedía- uno podía encontrarse con la respuesta mágica a esa situación, ¡claro! ¡Eso era! Buscarla a la salida del colegio por ejemplo. Pero no, vivía muy lejos para eso. Impracticable. Posible, pero la luz día minaba todo impulso de valentía, las cartas escritas. La luz del día hacía polvo lo pensado la noche anterior.

Hace unos días, en la habitación a la que voy una vez por semana, recordé una perlita asociada a este recuerdo, y fue este sueño –que luego sería fantasía-: en una calle que yo transitaba casi todos los días, una calle larga y poco concurrida, a ella le sucedía algo malo, un robo, un forcejeo, algo contra su voluntad, y yo, único presente podía ayudarla y de esa manera conquistar la mirada de su corazón. La fantasía ciertamente tiene una pata en la realidad, pero no las dos. El fin anhelado era para mí, mi deseo, para que sucediera, ella debía sufrir una pequeña tragedia, algo desagradable que nos terminaría uniendo.

El inconsciente escribe bien.

Afortunadamente para todos, no tengo más recuerdos sobre esa época de aquel amor nonato, no supe más nada de ella durante mi adolescencia, ni nada después. En este preciso momento como experimento puse su nombre en facebook y ahí está esperando: sigue linda y al menos no tiene una foto de un bebé en su perfil.

Todo este largo prólogo innecesariamente personal –luego se lo puede hacer con los propios pacientes- fue para comentar esta idea que fue discutida en otra habitación a la que voy más espaciadamente: ¿Por qué aunque estemos felices, lloramos en un nacimiento, en un casamiento, en el primer día del hijo en la primaria? La respuesta que dio Isidoro fue: porque “si todo va bien, ha nacido el que llevará tu cajón”.

Todos son momentos, actos, donde se deja de ser algo y se pasa a ser otra cosa, ya no se es más el mismo, hay una pérdida que no es necesariamente déficit, la flecha del tiempo de Bios va para un solo lado, se angosta y al final una buena tragedia no está tan mal, se transforma en un clásico.

Y los clásicos duran más que el tiempo que conocemos.
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