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La inversión indie


“Si algo nos han enseñado Los Picapiedras, es que los pelícanos son excelentes mezcladoras de cemento” H.J.Simpson




Durante los últimos años he asistido como uno más de la parroquia de la ciudad de La Plata a interesantes discusiones acerca de lo que es el indie. Intentos de definirlo como categoría, como género, como estilo de hacer las cosas, como manera de darse el ser, como estética.

Mucho se ha dicho y escrito acerca del tema –en circuitos reducidos es verdad- sobre todo en internet, medio al cual toda la movida que ha caído bajo el techo tiene acceso. Trataré de abrir el abanico de la discusión lo menos posible, para que finalmente algo pueda tener un poco de sentido.

Originalmente indie es el apócope de independent, que significa independiente en castellano. Según creo, en Argentina se ha usado y asociado de manera contraria al que debería ser el real sentido de la palabra independencia. Hoy está usado como calificativo de las nóveles bandas que dan sus primeros pasos en el mundo de la música, luchando para grabar discos, tocar en condiciones mínimas de dignidad sin poner mucha plata de su bolsillo y tratar de dar un show que produzca una conexión con alguien.

Ahora bien, la independencia es un ideal y se encuentra –si se encuentra- realmente al final del recorrido que propone el mercado/circuito de la música. Una banda que hace lo que quiere cuando arranca tiene una libertad que es falsa, se enmascara de libertad porque no tiene otra opción todavía, tiene para elegir entre nada y nada. Kant decía que para actuar moralmente en primera instancia debía existir la posibilidad de no hacerlo, de ir en contra de, y ahí si poder elegir. Sartre en ese sentido dice que una elección vale porque somos libres para hacerla, no por la acción en sí misma. Al nacer viene con nosotros la nada, y en cada elección en nuestras vidas nos vamos dando el ser, es decir que tiene un peso ontológico. Y entre nada y nada hay una falsa elección. Si bien él llegó a decir que inclusive el torturado es libre de decir que no da más, acá está todo desdibujado.

Entonces es casi libre Cerati, Calamaro, el forro de Cordera y no Prietto viaja al Cosmos con Mariano o normA –los segundos ejemplos son al azar-, si les preguntáramos a lo que cierta prensa gusta –con el efecto rebote de identificarse a él- en llamar indies si les gustaría dejar sus trabajos en la municipalidad o donde sea y dedicarse enteramente a componer canciones y vivir de ellas, la respuesta sería afirmativamente unánime. Entonces levantar la bandera de la independencia dada así las cosas, es un (auto) engaño. Lo triste de la historia es que hay bandas que tienen mucho talento y jamás podrán vivir de la música, a lo sumo será lo que los haga feliz, el momento bueno del día, pero nunca conseguirán vivir de ella.

Los hay, y creo son la mayoría, que usan el mote indie para enmascarar sus múltiples carencias y citar influencias no reflejadas en su música en las entrevistas - periodistas diciendo que una banda suena como tal otra y el cantante declara no haberla escuchado nunca-. Yo nunca escuché en La Plata una banda que suene como Sonic Youth, tenga el vuelo de las letras de Pixies, o canten tan bien como Malkmus–siguiendo el juego de la reencarnación local de aquellos-.

El indie funcionando como ideología, si seguimos al barbón alemán, sería justamente una conciencia invertida de la realidad, una falsa conciencia, una conciencia desprendida de lo material. Y lo material es Pura Vida y el Favero, que gracias a la entelequia que existen, pero eso es lo que hay ahora y no mucho más post Cromagnon. La parte esperanzadora es que aun así, aun así siguen saliendo bandas muy interesantes para ir a ver y comprarles los discos. El indie que suele poblar la Inrockuptibles tiene un corazón que no me gusta, lo he resuelto admitiendo mi parte conservadora y como canta el Compañero Asma en su canción homónima, fiel a la vieja escuela. Por eso me gusta más Crema del Cielo que los 107 Faunos.

En la parte subjetiva de los gustos es verdad que no hay mucho para decir, no hay parámetro, pero eso bien indie de que me gusta todo, soy tolerante y quedo bien con todos se me hace un poco dudoso, si fuese músico y tuviese una banda supongo que tendría pocos amigos.

Lo que la Escuela de Frankfurt le criticó a la Marx fue justamente que el proletariado había perdido su fuerza para cambiar las cosas, que estaba demasiado integrado, los obreros vivían mejor, tenían vacaciones y obras sociales, etc. Jugando con –y en- los términos en que están planteadas las cosas, el indie anhela ese llamado de la multinacional, de esa marca para ese festival, de por qué no se avivó antes de registrarse en Sadaic, y no está mal, yo respeto la honestidad, pero no me gusta acariciar la piel de cordero que en realidad tiene un lobo debajo. Si El Mató firma con una multinacional a mi me parece perfecto, y quienes los critiquen serán aquellos que sufran del síndrome “los mismos de siempre”. El límite de la libertad para mi en esos casos es la intervención en las canciones, en el arte, como Ed Sullivan pidiéndole a Morrison que no cante “Girl we couldn't get much higher”. El lo hizo igual y no lo invitaron nunca más. La libertad está siempre al final.

Habría que tapar con diarios a la palabra indie y discutir sobre las canciones.

No llegará el día en que uno ponga La 100, La Mega –las radios más escuchadas del país, pagadas por las Multinacionales- y suene normA o Thes Siniestros. Sería genial, porque hablaría o de que esas bandas están a punto de vivir de sus canciones o de que han tomado por las armas aquellas radios. Pero no sucederá al menos hasta que cambie radicalmente la ola del mercado, y créanme que si eso sucede, estaremos demasiado viejos y cansados asistiendo a la amable luz del atardecer.




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Un símbolo de paz


Este posteo está directamente relacionado con el anterior. Ayer gracias a los cortes de ruta y demás, tardé en unir La Plata-Caballito en casi el mismo tiempo que le toma a uno ir en auto a Rosario, y ciertamente pude pensar muchas cosas.

Recordé –no se por qué y no importa- al “malogrado” Guillermo Coria, ex número 3 del mundo en tenis.

Guillermo, nombrado así tras Guillermo Vilas, supo desde que nació que su destino estaba atado a una raqueta de tenis. Su padre, profesor, palabra autorizada en su ciudad, moldeó al gurrumín desde la cuna. Y Guillermo para su desgracia pudo responder con su talento ante tamaña exigencia.

Los mandatos familiares pueden ser devastadores, opuestos a la libertad.

Como sabemos, Guillermo protagonizó una de las tardes más vergonzosas de la historia grande del deporte argentino junto al payaso de Gastón Gaudio cuando en la final de Roland Garros ninguno pudo dar la talla con la cita. Coria tenía ganado el partido y su mente comenzó a jugarle en contra, como si escuchara al abuelo Simpson gritándole al joven Homero, promesa del patín: “Lo arruinarás”. Y si, los significantes aplastan.

Después de esa final perdida, comenzó lo que los medios dijeron fue el comienzo del fin de Guillermo, su ocaso. Pero acá esta lo que quiero decir, y es justamente lo contrario. En este declive deportivo, esta vergüenza televisada fue un eslabón más en el camino de Guillermo hacia su libertad.

En una entrevista contemporánea a la final había dicho que “había perdido el instinto asesino” al salir a la cancha, en coincidencia con haberse puesto de novio y haber salido de su casa y del techo-mandato de ese padre.

Guillermo intentó infructuosamente volver a las canchas pero nunca pudo. En los entrenamientos era el campeón recordado, aquel que el legendario Joseph Perlas (ex entrenador de Agassi y de él) dijo que sería el #1, pero al momento de jugar por los puntos, justamente no podía sacar (salir, comenzar un punto nuevo).

Se retiró joven, con sus millones y una mueca al estilo Gioconda que, a contramano de lo que dijo la mayoría, Guillermo encontró en este contramano, su libertad y su nacimiento como sujeto.


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Lo que fue hermoso será horrible después


Sucedió en lo que duró un viaje en auto a Capital, cuatro personas discutiendo acerca del querido Charly. Yo preguntaba si alguien sinceramente podía decir que Charly ahora está mejor.

No hubo consenso total, lo más parecido fue decir que vivir es mejor que morir. Y ni aun así, porque se defendió la postura de que él era libre de reventar como un sapo llevando la vida que lo mostró con un cuerpo cadavérico, dos dientes de conejo, manos de parca y siendo golpeado por sus asistentes. Esa era la versión de Charly hasta hace un año. Luego el destierro.

Otro dijo que Charly había muerto a mediados de los 80, cerca de Piano Bar.

Otro dijo que sin dudas estaba muchísimo mejor que antes, que si había una píldora grande como una mochila, el también la tomaría para estar mejor. Bancó al “chaleco químico” y dijo que de esa manera Charly puede ser feliz. Eso fue polémico, más que la mía de dejarlo reventar como sapo si eso era lo que quería. “Es cambiar una droga por otra” se escuchó.

El acompañante del conductor se preguntaba con tino si no se tratarían de cuestiones éticas, incluso políticas o religiosas. Quizás todas, porque ¿mejor que cuándo?, ¿estar hinchado de medicación es estar mejor? Charly apenas puede hablar, menos puede cantar, como se lo vio en esa conferencia de prensa que hizo promocionando sus shows en Perú, Chile y Argentina.

Cuando me preguntaban por qué yo decía que para mi lo exponían demasiado pronto, después de dar muchas vueltas y no ser muy claro dije que mínimamente hasta que pudiera modular y no ser un personaje de cómic puesto a recaudar con su “regreso”. Si dio las notas sentados es porque no puede estar de pie, porque camina con un cuerpo nuevo que no sabe cómo mover, porque hay 25 kilos nuevos repartidos en su papada José María Aguilar style, y sino, vean el video acá abajo.

Se puso los dientes, bueno, eso está bien, el asado es mejor que el puré, ¿pero decir que quiere ser padre? es demasiado, no puedo dejar de tener la sensación de que esas palabras son impuestas por otros, por esa familia que, “con las mejores intenciones” se hizo cargo de alguien que seguramente iba a morirse empujado por los cuervos que comieron de su cuerpo durante años. Lisa y llanamente como un niño que ve algo y lo quiere, escucha algo y lo repite.

El poder de la Psiquiatría es gigante, nuestro país es uno de los principales consumidores del mundo de psicofármacos –no a nivel porcentaje sino cantidad directamente- y esta industria, top 5 de movimiento mundial de plata. Para mi cuando uno cae en las redes de la psiquiatría está en la delgada línea de desaparecer como sujeto, de morirse como tal –no física-, y no asocio sujeto con subjetividad sino más bien con sujeto de deseo y cierto grado de autonomía en el mundo.

Por decirlo más gráficamente: si algo anda mal en el hardware, es posible que afecte al software, pero si lo que anda mal es el software, la solución es de software. Bueno, para la psiquiatría todo pasa por el hardware y ahí interviene, entonces Charly es un sujeto – y todos, son unidimensionales- que no puede decidir por si mismo y hay que internarlo en una quinta, tutelarlo como a un niño, marcarle sus horarios, empastillarlo hasta que no tenga sensibilidad en los dedos y no pueda tocar el piano, que su lengua sea el doble de lo que debía sentirla antes –si es que la sentía algo- y esté “tranquilo” y pueda adecuarse al discurso del buen decir que prefiere una quinta con pasto al departamento de Coronel Diaz y Santa Fe.

Pero el sujeto no se entrega tan fácilmente, se me viene a la mente la escena final de Atrapados sin salida, recuerdo que cuando la vi por primera vez yo tendría 15 años y pensé que el Jefe se había apurado, que McMurphy había sonreído con complicidad y lo había puesto a dormir injustamente, pero cuando la vi de más grande, entendí que era el destino que le daba justicia, porque esa lobotomía lo había convertido en un vegetal, había cercenado lo que lo hacía bello y único.

El tiempo de los relojes, como el deseo, avanza como locomotora. Yo me siento más cerca de dejar que cada uno intente arreglarse con el mundo como pueda, y si necesita por ejemplo de ayuda de psicólogos o psiquiatras, está bien, pero existe la chance que no salga bien y que las instituciones de secuestro –como las llama Foucault- puedan dejarte irreconocible, todo bajo el amparo del poder de las “buenas intenciones” que pueden llamarse Instituto no se cuánto o la felicidad ah ah ah ah…


Cerca de la revolución yo estoy cantando esta canción que alguna vez fue hambre.


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La melodía del rumor


Una de las leyes de la Gestalt es la de la semejanza, y dice que cuando percibimos algo, nuestra mente va agrupando los objetos según su similitud, según las cosas que ya conozca. Así cuando -los que hayan estudiado- vemos una película en inglés y se nos escapa una palabra, lo más probable no es que no la pudimos escuchar bien, sino que no la conocemos.

Junto con ésta tenemos la de cierre, aquella que nos hace decir que vemos un círculo ahí donde ese aun no se ha cerrado y constituído como tal. Cabe decir que son muchas y no trabajan solas. Ejemplos en la vida cotidiana hay a montones. Hace unos días, le conté a varias personas que estaba sufriendo de alergia y se preguntaban por qué. Si ud. lector tampoco entiende, es porque no dije alegría, dije alergia.

¡La percepción nos juega trucos! Ni de ella podemos fiarnos, porque la percepción está atravesada por nuestros esquemas personales de cognición, tal es así que es psicología suele ser llamada apercepción.

No hay que sentirse impotente, ya decía Descartes que no podemos fiarnos de nuestros sentidos. Estos muchachos alemanes de la Gestalt trataron al rumor según estas leyes. No se sabe bien cómo empezó, va creciendo y cerrándose -haciéndose verdad- hasta imponerse con una evidencia que a pesar nuestro, nos deja inválidos.

Es la impotencia de lo imaginario, hagan una banda de moebius con papel, piensen que pasaría antes de cortarla por la mitad, luego cortenla exactamente por ahi y vean que sucede. Si nunca lo hicieron o leyeron por ahí, es muy dificil adivinar que sucede.

A lo nuestro: cuatro canciones con melodías casi idénticas. Sólo R.E.M dijo que la había copiado de la de Leonard Cohen, de los demás no tenemos noticias.

Son cuatro hermosas canciones que aseguran por ahí que fueron compuestas por...




Elvis - I Just can´t help believing



Leonard Cohen - Suzanne



Pulp - Glory days



R.E.M - Hope
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Todos los muertos tienen la misma piel

El viejo genio de Freud dijo que hay dos cosas en el inconciente: sexo y muerte –desnudos y muertos-.

Nuestro aparato psíquico, si se dan ciertas condiciones; reprime, sublima, hay muchos mecanismos, se constituye de equis manera y entra con nosotros en la cultura por decirlo con Freud. Los representantes de la mayoría fueron llamados neuróticos, y asociados a la vara de la “normalidad” en la sociedad. La entrada en la cultura –Freud clásico, no hace falta que esté(n) de acuerdo- no es sin consecuencias. Esta tensión, este equilibrio es una lucha entre Eros y Tánatos, la pulsión de vida y la de muerte. Caricaturizando: Los dos personajes hablando uno a cada lado del oído, uno con tridente, otro con alitas.

A veces uno puede llegar a tener ganas de matar a alguien, pero tiene recursos simbólicos, una ley internalizada, lo habla con alguien, al rato se pasa. Eso gracias a que tenemos una estructura psíquica constituida de equis manera, estamos sujetos a equis funcionamiento social, etc. No quiero simplificar demasiado las cosas, pero en resumen ahí vamos. Hay gente que en el reparto le tocó otra cosa y pudo hacer con eso algo otro.

Superados los primeros momentos de escozor ante algunos grandes crímenes, siguiendo a Thomas de Quincey en su divertido libro llamado “Del asesinato considerado como una de las bellas artes”, siempre hay tiempo para algo más.

El jueves 10 de Septiembre en Rosario un chico de 20 años mató a cuchillazos a su hermano, golpeó brutalmente a su madre, agarró el auto, salió de su casa y se incrustó en lo de un vecino, ahí mismo, agarró un gran tronco y se lo tiró por la cabeza, matando al anciano dueño de casa de 84 años y dejando malherida a la hija de éste. Regresó a su casa y según dice la nota del diario, mientras gritaba que se sentía Dios, trataba de arrancarle a mordiscones en la cara el Diablo a su madre. Fue encontrado en el baño de su casa totalmente desnudo y ensangrentado.

Sexo y muerte.

Barreda se dirigía a podar la parra, fue a buscar un casco y encontró la escopeta española que su suegra le había traído de Europa parada entre la biblioteca y la escalera. “Sentí como una fuerza que me impulsaba a tomarla” Fue a la cocina y en segundos mató a sus dos hijas, esposa y suegra. Juntó los cartuchos y la escopeta y los subió a su auto. Se fue al zoológico y de ahí al cementerio “para charlar un rato con los viejos”. Cerca de las 5 de la tarde llamó a su amante y pasaron casi 3 horas en un hotel alojamiento.

Sexo y muerte.

Como si se rompieran las puertas de la civilización y la orgía diera paso.
Algo de eso hay. Nuestro francés amigo ya citado muchas veces lo llamó “coyuntura dramática” o “coyuntura de desencadenamiento”, es decir, cuando ante equis situación, ligada a lo novelesco, no podes responder de otra manera que no sea con la explosión de lo imaginario y te den ganitas de ser un Fabián Tablado. Es una posibilidad entre otras, pero parece ser una bastante popular.

Algunos dirán que estas son patrañas, y quizás tengan razón, pero la institución psiquiátrica –llamada de “secuestro”, junto a otras por Foucault- ha construido un edificio de poder tan fuerte que la Justicia tiene que aceptar sin chistar sus dictámenes sobre imputabilidad o no de un sujeto que cometa estos crímenes, no así con las pericias psicológicas que son no vinculantes.

De paso el dato Rial: Barreda era inimputable pero la presión política torció un par de peritajes. No puedo develar mi fuente –que bueno poder sentirme un periodista deportivo-.

En fin, la muerte siempre es de los otros.

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Y que los eunucos bufen


Y que los eunucos bufen

Por Roberto Arlt

"Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana. Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene qué decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.
Orgullosamente afirmo que escribir, para mí, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Máxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupación de buscarse distracciones le produce surmenage.

Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de sus familias. Para hacer estilo, son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en salones de sociedad. (...)
El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad, libros que encierren la violencia de un “cross” a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y “que los eunucos bufen”.

El porvenir es triunfalmente nuestro.


Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la “Underwood”, que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero... Mientras escribo estas líneas pienso en mi próxima novela. Se titulará El amor brujo y aparecerá en Agosto del año 1932.
Y que el futuro diga."


Estos extractos pertenecen al prólogo del genial Roberto Arlt a su libro Los Lanzallamas. Creo encontrar ahí, una preciosa síntesis de algunas ideas de la modernidad. Recuerdo que cuando leí la frase “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo” tuve que poner el libro sobre mi pecho y sonreír. No podía estar más de acuerdo.

Esta introducción viene como prólogo de algunas ideas que ahora se me aparecen inconexas y que trataré de ver si pueden relacionarse sin forzarlas mucho. Me gusta esa idea de texto a descubrir.

El viernes pasado salió en nota de tapa del Suple Si de Clarín a Banda de Turistas, los prematuramente llamados a ser “la nueva gran cosa” del rock argentino. Si bien el disco debut tiene algunas canciones interesantes, el foco fue hecho en que se los mezcló un productor internacional con cierto renombre. Su nuevo disco –llamado “el retorno”- fue mezclado por un ingeniero de los estudios Abbey Road.

¿Se puede usar un poco de marxismo para leer algunas cuestiones ligadas al rock y a estos niños bien aunque pueda parecer excesivo? Si. Sólo –aquellos que hayan leído- piensen en las condiciones materiales de existencia. Copio partes de la cronista y declaraciones de ellos:

Viernes, 11 horas.
La cita es en la puerta del Sheraton frente a la Estación. Están los cinco + un amigo grandote que se ocupa de monitorear el recorrido hasta Maquinista Savio, donde está la casa de Bruno.

La idea de la nota era hacer una parte en tren hacia Maquinista Salvio. Amigo grandote = seguridad.

Viernes, 14 horas.
“…Llama la atención la dinámica de grupo entre los cinco. ¡Hasta completan las frases unos de otros! Lo cierto es que ellos dicen que ninguno quiere sobresalir. Y a las pruebas se remiten.”


Si, hasta que haya que firmar en Sadaic.

–¿Qué hacen para contrarrestar el efecto "Victoria Mil", que tienen consenso de banda- que-está-buena y nunca son masivos?
Pato: –Tratamos de que haya una bajada popular en las letras.
Tucán: –Y ser accesibles para todo el mundo.
Luis: –Hay niveles en los que la gente puede ir accediendo a nuestra música, pero la idea es que haya un primer nivel.


Primer nivel. Más transparente imposible. La gente es idiota, para ser masivos hay que darles basura, según entienden sus pares.

– ¿Cómo se despegan del cliché de la imagen de rockero?
Bruno: –Es un verso de una generación de hace cuarenta años. Así como no tenemos frontman, menos compramos esas boludeces.
Pato: –Ni los delirios del rock'n'roll. Estamos viviendo en una época post Pomelo.
Tucán: –Es un hecho cultural. Llega la parodia y se destruye.


Y esta declaración la saqué de otra nota, mucho más importante en Página 12:

¿Niños prodigio? “Niño prodigio se cree Charly García, y así le va.

Y esta de otra menor:

No tenemos ideología: ni antisistema ni prosistema, no hay ideales que podemos defraudar"

Oh juventud divino tesoro. Vayan al colegio.

La ideología no es una abstracción filosófica, está ahí circulando y más fuerte que nunca. A contramano de lo que se piensa o se hace pensar, ésta es una época de fuertes ideologías. Algunos utilizan -sin saberlo- la así llamada posmodernidad y se ponen bajo ese paraguas-bolsa-de-gatos con el que se trata de racionalizar –que es una razón a medias- un momento en el estado de cosas del mundo del rock.

Están muy bien las nuevas tecnologías, el avance –no progreso- es inevitable y ciertamente no democrático. El medio periodístico está en tensión entre las bandas históricas y masivas de la escena y un afán por lo nuevo, muchas veces desmesurado tratando de encontrar el diamante en el barro. Una opción también es resignarse y esperar.

Durante estos días hemos estado hablando con los ogros amigos y nos hemos dado cuenta que lisa y llanamente estamos de un lado de la vereda, más cercano al de la vieja escuela, métodos viejos, romanticismos cuasi reaccionarios. No nos caen simpáticas las hipérboles a bandas sin recorrido, con un puñado de shows, algunas sin discos, pero bueno, la vieja escuela tiene esa parte de viejo cascarrabia y la acepto. Me gustan las bandas que antes de interesarles dar entrevistas se preocupan por grabar un disco y tocar y tocar y tocar.

De todas maneras, creo que la situación es insoluble, al menos para mí o por ahora, el negocio de la música enfatiza más la primera palabra. Banda de Turistas acaba de firmar con Popart, la gran compañía nacional, incluso algunas de La Plata están por firmar o han firmado recientemente con multinacionales y todas sus etiquetas y poses encuentran su otoño. No estoy hablando de talento, estoy más cerca de hablar de poder respaldarse en vivo en sus shows, algo básico.

Todas las palabras pensadas, los maniqueísmos aprendidos, las imágenes con photoshop, los myspace muy lindos; dicen en apariencia. La era del vacío, si, algunas veces. La prepotencia del trabajo, pocas.


Para los que resistieron esta perorata hasta acá, cito al amigo Zizek en una entrevista en la tv:

“Digamos que tenés un buen padre chapado a la antigua, es domingo a la tarde, tenés que visitar a la abuela, el viejo padre autoritario te diría: escuchame, no me importa cómo te sentís –si sos un chico pequeño, claro- vas a ir y te vas a portar bien.
Está bien, no te podes resistir, no se rompe nada.

Pero digamos que tenemos al así llamado padre posmoderno tolerante, lo que el te dirá es lo siguiente: sabés cuánto te ama tu abuela, pero aun así, solo tenes que visitarla si realmente querés. Ahora, todo chico que no sea idiota –y no lo son- sabe que esta aparente libertad de elección secretamente contiene una orden aun más fuerte, no solo tenes que visitar a tu abuela, sino que te tiene que gustar.

Este es un ejemplo de cómo la aparente tolerancia, las decisiones, conllevan una orden mucho más fuerte.

-¿entonces que? ¿Hay que volver al papá que dice: “porque yo lo digo”?

-absolutamente, es más honesto."



Café descafeinado, azúcar sin azúcar, sexo seguro –sexo sin sexo-, guerra sin muertos, chocolates laxantes, un escenario en apariencia despolitizado, la ideología funcionando a toda máquina y las bandas en la encerrona de las contradicciones de la (des)honestidad intelectual y del corazón.
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En un momento


"Sunlight and the city is barely awake
as all the early morning drifters make their way
headlights in the distance too bright for my eyes
still I love the dusk, the dawn, between times
they are mine..."

"In a moment". Ray Davies



Si, en el principio está el verbo. El del Otro. En los momentos princeps de la vida todo se juega en ese plano, si no hay nadie anticipando, no habrá nada, no llegaremos. Ese Otro es alguien que cumpla la función materna, en general son las madres. La ligazón es tan iítima, tan profunda y marca tanto la vida, que en lo fundamental, si se tiene suerte, se reprime.

Los primeros contactos, las primeras palabras que bañan al cuerpo recién nacido, las posibilidades de la crianza, las vicisitudes de cada aparato psíquico que se apodere de éste en ciernes, definirá muchas cosas que luego uno por tiempo indefinido no sabrá de dónde vienen.

Somos arrojados a la existencia, y si, es esa la imagen, nadie decide venir a este lado de las cosas, luego con suerte uno podrá acomodarse y vivir su verdad. Hay una psicoanalista llamada Aulagnier que sintetiza bajo el concepto de violencia primaria esta acción de bienvenida al mundo: una psique (madre o quien sea) impone a la de otro (niño) una elección, un pensamiento, una acción, motivados por el deseo de aquél que lo impone y lo hace pasar por el registro de la necesidad. Golazo, victoria asegurada. El niño llora por cualquier cosa y la madre dice: “tiene hambre”, “tiene sueño”, “es mañoso”, etc. Tal es el desvalimiento, que ese otro se vuelve necesidad. Y más vale que así sea, sino moriría. Después se llamará amor.

Esta violencia es absoluta y necesaria. Luego el niño tendrá que ganarse su espacio en el mundo y sus propias palabras. Pero esto siempre tiene una cuota de ilusión. El yo es entendido de muchas maneras según la teoría que uno tome, para los americanos -obviamente- el yo es fortaleza, conciencia y autonomía. El yo es moderno.

En la otra vereda, en la que venía en patineta, la francesa, lacaniana –todo lacaniano es freudiano, sino es verso, no se dejen engrupir- el yo se forma desde una exterioridad, y básicamente es puro desconocimiento, el yo es un esclavo de distintas instancias psíquicas, está en lucha constante y suele ser aporreado con frecuencia. Por eso cambiar cosas de uno por medio de la voluntad o solo diciendo que no volverá a suceder, es bastante complicado. Si así fuera, ud. no caería siempre en los mismos errores, no se expondría a las situaciones que le hacen mal, a lo que no sale, etc. Sucede que ahí no todo es displacer, pero eso ya es todo otro cantar.

Encontrar las palabras propias, ser el conductor de la historia propia y el portavoz de los enunciados es una ardua e imprevisible tarea. Hoy en el hospital una madre llegó a la consulta para pedir un turno para su hija de 16 años. Comenzó diciendo que estaba ella estaba muy rebelde, que no podía ponerle límites, que le usaba las botas, que la llevaba a dormir con ella a su cama y la arropaba como un bebé–madre e hija viven con sus abuelos, nunca se fueron de la casa-. La madre a veces sale y llega a las 8 de la mañana y su padre la reta. Cuenta que la mandó a conocer a su padre biológico sola a otro país luego de más de 10 años sin contacto. El padre se encontró con una mujercita desarrollada y se quiso pelear en la calle porque le gritaban cosas. "Es muy celoso" decía la mujer, mientras una capa de abuso paterno caía entre las líneas.

Ahora la hija tiene un noviecito y la madre no lo soporta porque es “muy celosa”. Hace poco lo amenazó en la calle porque la estaba abrazando.

¿Para quién pedía ayuda?

El nacimiento biologico no coincide con el nacimiento del sujeto, hay operaciones que deben suceder. La mayoría de las veces suceden sin que nadie sepa nada de nada qué se debe hacer, cómo, etc, por eso la “Ser padres hoy” es un sin sentido, salvo para aquellos que gustan de Coelho. Todas estas cosas que conté son años y años de gente que ha estudiado y teorizado al respecto. Un criterio de “normalidad” puede ser por mayoría, es el del sentido común, nada más. Un chico autista, ¿sufre? Se puede vivir sin muchas cosas, entre ellas la psicología.

No hace falta para nada psicologizar la vida, aunque es inevitable, todos tenemos teorías del funcionamiento de la mente y de las personas. Lo que si debe suceder, es la individuación, que no se trata de la exacerbación hedonista de no caer a una fiesta con el mismo vestido que tiene otra o de elegir los jugadores "tapados" para el Gran DT, sino de la posibilidad de poder decir de vez en cuando una palabra que sea propia, aunque más no sea un verbo.

Nunca hablé de libertad.




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