La pasión de la ignorancia

O lo que sería lo mismo: “de eso no quiero saber nada”.

Entre ayer y hoy los amantes del deporte asistimos a un hecho histórico en Wimbledon, ese obsceno quinto set que terminó 70-68 a favor de Isner, un joven prometedor del circuito. Fue interesante ver esa lucha hegeliana en una canchita auxiliar del paquete torneo, donde el “a muerte” sobrevolaba literalmente. Casi 10 horas de competencia llevan los indicadores del cuerpo hacia peligrosos extremos. Lo raro fue no verlos caer exhaustos. 

Es verdad que fue histórico, pero fue en una primera ronda y entre dos jugadores medio pelo. Desde hacía unos días venía recordando una de las pocas finales que vi enteras en mi vida -porque admitamos que por más amantes del deporte que seamos, ¿quién se fuma 5 horas de un partido?-. Año 2001. De un lado Patrick “anodino” Rafter, y del otro el gran Goran Ivanisevic

Ivanisevic ya había jugado y perdido tres finales: en el 92 contra Agassi, en el 94 y en el 98 contra Sampras. El 2001 lo encontraba pensando en el retiro, 125 del mundo. Como ex finalista consiguió una invitación especial para participar del torneo, ya que su ranking no le permitía ingresar al cuadro. Este encantador croata no sólo era conocido en el circuito por ser un poco excéntrico, polémico y pasional sino por su gran servicio y su juego de saque y volea, como los antiguos.

En su camino a la final venció entre otros a Greg Rusedski y al local Tim Henman. Rafter era el tercer preclasificado y el favorito de las mujeres, pero el del “pueblo” era Goran. Suena raro decirle “pueblo” al público que ve una final de Wimbledon, pero parece que como esa final se tuvo que jugar un día un lunes porque la lluvia había corrido el calendario, muchos no asistieron y regalaron sus entradas a los calurosos croatas que coparon en buena parte el All England.

La pasión de la ignorancia. Pensemos en el Edipo de Sófocles (pero también sirve Hamlet o cualquier obra donde nos presenten los hechos de entrada), rápidamente sabemos que Edipo es el que mató a su padre y se está acostando con su madre, todos los sabemos menos él. ¿Y por qué nos mantiene en vilo (había puesto “velo”, que también estaba bien)? Quizás porque asistimos como espectadores al suspenso de cómo alcanzará el acto al sujeto, no el sujeto al acto.

Seguramente Ivanisevic no estaba preparado las tres veces anteriores para realizar su único sueño –así lo había confesado-, había otros que también lo querían. Ahora,con su padre paciente cardíaco en la tribuna, Goran sentía que el acto le pisaba los talones, la deuda corría para ser saldada en cada raquetazo, en cada winner, en cada saque. No había querido saber nada, pero gradualmente –como a Edipo- su acto lo iba alcanzando, por eso conmovía verlo pedir una y otra vez la misma pelota con la que había ganado ese punto, las miradas al cielo, sus manos tapando su cara. Cuando el ideal es exagerado sólo produce inhibición, cuando se le va soltando la rienda otra cosa es posible (ver Coria). Y Goran ya estaba listo para saber qué era ser campeón de Wimbledon, como Edipo asesino.

Necesitó cuatro match points, dos los perdió con dobles faltas. El cuatro es un número mucho más pacífico que el tres.

El cuerpo contra el piso, las lágrimas, los saltos y su rival feliz por él. Goran se convirtió en el jugador con peor ranking y el primer wild card en ganar Wimbledon. Más de 200 mil personas lo fueron a recibir a su regreso a su golpeado país, donde dedicó la victoria a su amigo muerto, el genial basquetbolista Drazen Petrovic. El acto lo había alcanzado.

Muéstrenme un héroe y les escribiré una tragedia.

5 comentarios:

Juan Antonio | 24 de junio de 2010, 14:27

muéstrenme un héroe y les escribiré una tragedia. Genial este recoveco donde el reglamento de un torneo hace que la cosa se convierta casi en una película, en la que ya no importa el juego sino el sabor de la victoria y el derrumbe del derrotado. Pero... (siempre tengo un pero preparado para vos)... no es como Sting haciendo el amor durante 8 horas? Lo bello del deporte son sus límites. Si un partido de fútbol durara, supongamos, 300 minutos, perdería su gracia, su envase, aquello que nos obliga a convertir más goles que el rival dentro de un determinado tiempo. Sé que el tenis tiene eso de finalizar cuando se alcanzan los puntos, olvidándose del tiempo... pero eso no puede hacernos obviar que no estábamos ante dos expertos que sorprendían una y otra vez, sino ante dos medio pelo que si no se sacaban ventaja era porque ninguno brillaba lo suficiente. No hablo más que por lo que lei y porque adoro la polémica aún cuando no tengo por qué proponerla. Disculpá, querido dude: no miro tenis porque me aburre, aunque no detesto a los que adoran este deporte y son capaces de emocionarse cuando la monotonía alcanza su punto cúlmine... diez horas después.

Ivmks IV | 25 de junio de 2010, 5:39

Peligrosamente se acerca a la crónica diaria, lo cual me pone muy feliz, pero me pregunto si sus seguidores(me incluyo)no irán por su cabeza ni bien saque el pie del acelerador y nos quiera imponer nuevamente la intermitencia a la cual nos tenía acostumbrados con sus escritos.


Cada deporte tiene su toque que lo hace único, apasionante, y a la vez, aburrido. Las definiciones reñidas muchas veces resignifican todo un juego, o al menos dignifican al mismo(¿quién no dijo alguna vez sobre una película:"me gusta el final"?). Los penales, los goles de oro y plata, los minutos que generalmente duran los últimos veinticuatro segundos de un partido de basquet o simultáneos matchpoints en el tenis. Como se dijo mas arriba, lo bello del deporte son sus límites y la cercanía al epílogo(aunque sea simplemente una percepción del mismo, falsa o no, ¿que importa?) pagan holgadamente la pasión por cualquier deporte independientemente de su desenlace.

La historia hubiera sido otra, por ejemplo, si Isner o Mahut hubieran caído secos sobre el césped enluteciendo a todo Winbledon, y el hoy nos encontraría hablando sobre las modificación del mismo reglamento que permitió esta epopeya u otras, sobre los límites éticos del deporte profesional o sobre la vida privada de los tenistas. Estaríamos hablando de una tragedia. Y posiblemente de los mismos héroes.

Joakkin | 25 de junio de 2010, 7:06

Perder una batalla así, como se lo vio a Garnett el otro dia en el Staples Center, tiene que ser desgarrador. Mahut apenas se podía poner de pie, no del cansancio sino de la amargura que queda después de semejante derrota. Deberían evitar un 70-58, la próxima un tenista albano y otro uzbeko jugarán hasta 100 y caerán redondos.
Por otro lado, tutta la felicitá por la derrota italiana, equipo mezquino y amarrete, bastardeado por Eslovaquia, recibió su paga por el injusto campeonato del mundo en Alemania. Muéstrame un héroe y te retrataré a Marcelo Bielsa.

Lisandro Capdevila | 25 de junio de 2010, 17:55

J: pero estos NN no me llamaban la atención, era Goran. Ellos hicieron una prueba de resistencia, no se podían quebrar el saque! el tenis es más aburrido de ver que el voley, hay que ser justos.

Iv: lo pensé un segundo, pero no puedo sostener una crónica diaria, ni quiero. Lamento decepcionarlo, pero si quiere venir a fajarme lo espero con un ferné. Yo esperaba cuanto menos que uno de esos dos cayera redondo, seco, que entrara el desfibrilador o algo, sin lloriquear como Gaudio, pero algo malo. Ni eso nos dieron.

Jk: lamenté mucho la derrota de los Celtics, no se por qué pero a Gasol no me lo banco.
Que mala pata la de Bielsa, y cómo sufre! me hace quererlo aun más.

Beto_Reyes | 27 de junio de 2010, 10:28

Leyendo un poco....coincido con Gasol...Gritón, gesticula exageradamente todo el tiempo, es una persona que solo verla molesta, jugando no hay dudas que sabe y mucho... me pasa con Nowitzki lo mismo que con Gasol, aunque el alemán es 10 veces más jugador claramente.

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