5 com

El mapa y el territorio


“En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el Mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el Mapa del Imperio, toda una Provincia. Con el tiempo, estos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el Tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos Adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado Mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las Inclemencias del Sol y los Inviernos.” Borges en “Del rigor en la ciencia”

Me levanté en otra ciudad, había tenido una noche difícil para dormir pero me acomodé con el primer saludo del día. Afuera el sol brillaba con fuerza y atemperaba el frío. Tenía por delante un largo día extramuros. La Guía-T (la homofonía me llegó tarde, hasta hace poco sólo tenía una sola lectura) en el bolsillo y los Jayhawks en los oídos. Había mirado dónde tomarme el primero de los colectivos del día, tenía un par de opciones y decidí tomar la más larga pero por calles más familiares, tengo baja tolerancia a errarle el ramal o caminar gratuitamente de más, y no por caminar en sí, que me gusta mucho, sino por sentirme un idiota al ser engañado por mi mismo frente a un mapa.

Presencié el cambio de guardia en la Rosada, recordé aquella gran tapa de un compilado de los Pistols, dudé entre ir al inicio del recorrido del 140 o ir hasta Córdoba. Fui hasta Córdoba, hice el camino más largo pero luego un guiño del destino me devolvió el tiempo: la máquina de los boletos se rompió frente a mis ojos así que no subió más gente, y un viaje de 45 minutos duró apenas 15. El microcentro bursátil capitalino es feo por dónde se lo mire: las ínfimas veredas repletas de gente apurada, las motos y los colectivos que buscan ser tinta roja en los diarios, las callecitas en picada hacia Alem que son usadas por los “genios” de la publicidad.
Luego en aquella oficina de Palermo, entre las tres secretarias no podían formar una persona con capacidades sociales mínimas. Una usaba el teléfono para una averiguación personal sobre una vivienda, para ver cuándo la podía pasar a ver. Las otras dos me miraban molestas porque había preguntado por alguien que no era ninguna de ellas y la hice subir varios pisos a buscar lo que tenía que darme. El único amable era el de seguridad, era coherente.

Tenía casi tres horas muertas hasta la siguiente ocupación. La calle puede ser poco amigable, por suerte existen esos no lugares de tránsito donde dejarse caer a mirar el tiempo. Dicho así suena bien, caminé un rato largo totalmente orientado, ya sin la prisa de tener que llegar, más bien me demoraba. Ya no necesitaba el mapa. Tomé el 106 para acercarme un poco. Paré a comer en una cadena. La gente de las mesas contiguas hablaba sin parar por teléfono como si nadie estuvise a su lado. La chica que estaba a mi izquierda después de lamentarse porque en su trabajo le adeudaban dos meses de sueldo y de regañar a su pareja porque no le había contestado el teléfono después de decirle que se había ido a dormir a su auto por un problema familiar, cuando cortó, rompió en llanto. No se pueden cerrar los oídos como los párpados. Fui comprensivo y no la miré, tampoco ella me dejaba concentrarme en los grafos lacanianos. Me fui.

Una hora y media más para vagar. Caminé por Pueyrredón hasta cerca de la biblioteca nacional, hay una callecitas y pasajes de ensueño. Me detuve en un jardín interno de un palacete donde unos perros eran paseados por alguien que no era su dueño y donde alguien realmente en la calle dormía al sol. Saqué el libro que me había regalado y comencé a hojearlo. Otro de seguridad rondaba sin cesar por ahí cerca, tenía la sensación de que no me quería ahí, pero se me acercaron los perros para que los acariciara y ese gesto lo alejó. Me quité los auriculares como si fuese a hablar con los perros, diez segundos más tarde  no terminaban de decidirse si practicarían o no el mete-saca. Reímos.

Luego el cuarto con las colegas y la vuelta con ellas en el 59. En el centro los volanteros del rubro 59 –oh casualidad- como una epidemia se lanzaban sobre las personas. Hay un gesto y un ruido que los caracteriza: sus vuvuzelas son el golpe en el papel, el golpe que separa un volante del otro. Con maestría de croupier sacan a la luz uno del montón y con dos dedos se anuncian a los potenciales clientes.

Pero no había terminado mi día extramuros. Vuelta a la zona de empedrados y a hacer tiempo en un bar que en su puerta tiene una placa que dice estar protegido por el gobierno. Esa zona en teoría está vacunada contra el progreso edilicio. Ya no necesitaba mapa, conocía el territorio. O creía conocerlo, porque esa distancia ineludible entre lo ideal y lo real, esa no concordancia entre lo representado y la representación está presente más de lo que nos damos cuenta. La cita a Borges muestra la futilidad del intento de apresar lo inapresable. El mapa no es el territorio.

A dos mesas de distancia una pareja se tomaba las manos y se sonreían. A ella se le hacían unas arrugas más suaves que las de las medialunas. Cuando estaba por tomar unas notas me sonó el teléfono, la intemperie daba paso a la casa, el jabón líquido del baño olía mal, tenía que lavármelas de nuevo antes de cartografiar sus lunares.
Read more »
5 com

La pasión de la ignorancia

O lo que sería lo mismo: “de eso no quiero saber nada”.

Entre ayer y hoy los amantes del deporte asistimos a un hecho histórico en Wimbledon, ese obsceno quinto set que terminó 70-68 a favor de Isner, un joven prometedor del circuito. Fue interesante ver esa lucha hegeliana en una canchita auxiliar del paquete torneo, donde el “a muerte” sobrevolaba literalmente. Casi 10 horas de competencia llevan los indicadores del cuerpo hacia peligrosos extremos. Lo raro fue no verlos caer exhaustos. 

Es verdad que fue histórico, pero fue en una primera ronda y entre dos jugadores medio pelo. Desde hacía unos días venía recordando una de las pocas finales que vi enteras en mi vida -porque admitamos que por más amantes del deporte que seamos, ¿quién se fuma 5 horas de un partido?-. Año 2001. De un lado Patrick “anodino” Rafter, y del otro el gran Goran Ivanisevic

Ivanisevic ya había jugado y perdido tres finales: en el 92 contra Agassi, en el 94 y en el 98 contra Sampras. El 2001 lo encontraba pensando en el retiro, 125 del mundo. Como ex finalista consiguió una invitación especial para participar del torneo, ya que su ranking no le permitía ingresar al cuadro. Este encantador croata no sólo era conocido en el circuito por ser un poco excéntrico, polémico y pasional sino por su gran servicio y su juego de saque y volea, como los antiguos.

En su camino a la final venció entre otros a Greg Rusedski y al local Tim Henman. Rafter era el tercer preclasificado y el favorito de las mujeres, pero el del “pueblo” era Goran. Suena raro decirle “pueblo” al público que ve una final de Wimbledon, pero parece que como esa final se tuvo que jugar un día un lunes porque la lluvia había corrido el calendario, muchos no asistieron y regalaron sus entradas a los calurosos croatas que coparon en buena parte el All England.

La pasión de la ignorancia. Pensemos en el Edipo de Sófocles (pero también sirve Hamlet o cualquier obra donde nos presenten los hechos de entrada), rápidamente sabemos que Edipo es el que mató a su padre y se está acostando con su madre, todos los sabemos menos él. ¿Y por qué nos mantiene en vilo (había puesto “velo”, que también estaba bien)? Quizás porque asistimos como espectadores al suspenso de cómo alcanzará el acto al sujeto, no el sujeto al acto.

Seguramente Ivanisevic no estaba preparado las tres veces anteriores para realizar su único sueño –así lo había confesado-, había otros que también lo querían. Ahora,con su padre paciente cardíaco en la tribuna, Goran sentía que el acto le pisaba los talones, la deuda corría para ser saldada en cada raquetazo, en cada winner, en cada saque. No había querido saber nada, pero gradualmente –como a Edipo- su acto lo iba alcanzando, por eso conmovía verlo pedir una y otra vez la misma pelota con la que había ganado ese punto, las miradas al cielo, sus manos tapando su cara. Cuando el ideal es exagerado sólo produce inhibición, cuando se le va soltando la rienda otra cosa es posible (ver Coria). Y Goran ya estaba listo para saber qué era ser campeón de Wimbledon, como Edipo asesino.

Necesitó cuatro match points, dos los perdió con dobles faltas. El cuatro es un número mucho más pacífico que el tres.

El cuerpo contra el piso, las lágrimas, los saltos y su rival feliz por él. Goran se convirtió en el jugador con peor ranking y el primer wild card en ganar Wimbledon. Más de 200 mil personas lo fueron a recibir a su regreso a su golpeado país, donde dedicó la victoria a su amigo muerto, el genial basquetbolista Drazen Petrovic. El acto lo había alcanzado.

Muéstrenme un héroe y les escribiré una tragedia.

Read more »
8 com

País para los viejos

Finalmente grité un gol. El de palermo. Un segundo y un ademán con el brazo fue el festejo. Todo lo demás queda en un segundo plano. Si no hubiese ocurrido este gol, el análisis de todos modos tendría que haber sido benigno: muchos jugadores debutando contra uno de los equipos más defensivos que jamás he visto. ¿Cómo será la infancia futbolística de estos muchachos? ¿Un picado que termina 1 a 0? ¿0 a 0? Que feo de ver, de jugar, de todo. Porque uno puede entender de limitaciones futbolísticas, pero sabiendo que te estás quedando afuera del mundial, tus chances esfumándote ¿esas son tus armas? Había uno que comía algodón, quizás tenga que ver. Los dioses nuevamente no se dicen adiós.

Como reza la frase que se cita en este blog, muéstrame un héroe y te escribiré una tragedia. Durante el primer tiempo mandé tres mensajes anticipando el gol de Palermo. No necesariamente por visión futbolística, si bien el partido pedía otra cosa –como Palermo- para abrir el cerrojo griego, más bien me movía la épica, la excepcionalidad de un jugador atípico, incuestionable, que hizo un gol con la rodilla rota, que se le cayó un muro con hinchas sobre su pierna, que clasificó a Argentina bajo una lluvia torrencial, que hizo un gol en Cutral Có con la barbilla cortada por una esquirla de bomba de estruendo… y sigue la lista. Su ex mujer no quería dejarlo salir del país porque en el medio de su divorcio lo acusó de evasión fiscal, la misma mujer con la que había tenido un hijo que murió a una edad desacostumbrada –al que le dedica sus goles-.

Algunas biografías están marcadas a fuego y bala (la de Tévez por ejemplo), otras son del montón. Y eso determina en algún punto cómo son como jugadores. La épica le será esquiva a Bolatti seguramente. El jugador y el boxeador tienen muchos puntos de contacto, el famoso “hambre” –literal- que los lleva hacia delante, los motiva y hace que sea difícil que alguien les rompa el espíritu así como así. Ciertamente hay excepciones, como Verón –de lo mejor hoy- y otros en un segundo plano que tienen otros recursos y han tenido obra social toda la vida. Pero lo maravilloso del fútbol es la posibilidad de que los poderosos muerdan el polvo ante los débiles. Pero se necesita un poco de valor y de arrojo como lo hace el Chile de Bielsa por ejemplo. De todas maneras las finales además de la bandera del fair play llevan la del statu quo
Pero aun así.

Cuando se vio que Palermo iba a entrar enfocaron a su madre, su hermano y su hijo, todos lloraban de emoción porque de alguna manera lo sabían, ¿cómo negarlo?, el menos esperado lleva la marca de esos pocos. Los chicos ganan partidos, los grandes campeonatos dice el viejo adagio futbolero. Otro más enigmático reza: “Esto es fútbol”, dando entender que todo puede pasar, que en algún punto también todo puede ser sanata. Pero algo de eso hay sin dudas, cuando los viejos zorros piden cautela e ir paso a paso no tan sólo es por cábala y prudencia, sino que combaten al exitismo y a su animismo haciéndose eco sin saberlo de la llamada docta ignorancia, que es la ignorancia de la sabiduría, la sabiduría de los límites, la sabiduría instruida aunque mal no sea instrumentalmente en un hacer.

Hay una luz impensada en ese banco de suplentes y en algunos jugadores. El juego maravilloso comienza en octavos. Y si se termina rápido no pasa nada, es fútbol. 
Read more »
11 com

¡Déjeme que me muera de risa, Ingrid Hammer!



Siempre quise jugar a ponerle puntajes a los jugadores, esa pavada que hacen los diarios, ¿cómo cuantificar? Es imposible, como sacar a bailar a Ingrid Hammer.

Romero: (6) correcto en todas sus intervenciones, da seguridad y tiene pinta de buenudo aunque el ademán después del gol estuvo a punto de romper la armonía del grupo. Casi hace un gol de arco a arco.

Jonás: (4) sufre marcando el lateral como un testigo falso. Ni fú ni fá. Fue amonestado como un nabo por tirar la pelota lejos. Se pierde el próximo partido, pero volverá.

Demichelis: (3) Lento, falta de timing y encima tiene ese corte de cabello. Parece que los rumores sobre las continuas palizas a su mujer hacen mella en él. Cuando le dijeron que no iba a ir al mundial de 2006 dijo que se iba a matar. Para pensar.

Samuel (-) No jugó lo suficiente diría el periódico. Se le endureció el cerebro y el músculo. No saludó a Diego cuando salió. Antes se apellidaba Luján. ¿Un rompe grupos?

Heinze (5) Perdió las pocas veces que lo atacaron. Intrascendente en ofensiva, aportó mucho diente apretado y lengua a medio sacar, gesto atractivo para la transmisión sudafricana. Lo amonestaron por ser Heinze. Igual tiene banca.

Rodriguez (5.5) Correcto en su función de ir y volver por la banda, se metió poco por el medio, tiró algunos buenos centros. Ahora que Tevez tiene pelo largo se los puede diferenciar bien.

Mascherano (6.5) Lo que nos tiene acostrumbrados: quite, distribución, bien parado en la cancha. Dio una hermosa patada con la que se ganó la amarilla. No hay reemplazante natural en su puesto, aunque Garcé diga que está en las mismas condiciones que los demás y que Bolatti no tenga músculos en la cara.

Di María (5.5) Buen arranque, a él le hicieron el foul para el primer gol. Se fue desdibujando hasta desaparecer por completo en el segundo tiempo. Lagunero como Toni Kukoc. Hizo dos preciosos caños, el segundo como los que hace Riquelme.

Tévez (6) El cancerbero del equipo. Sacrificio y rocanrol. Cuando se acuerda de jugar e ir hacia delante es cuando vemos lo mejor. Su espiritu inquebrantable compensa los lugares poco habituales por donde se mueve. Pelea como el vagabundo contra el que pelea Homero en el bar de Moe, sólo mira atrás para ver si están sus cosas.

Messi (7) Desequilibra casi siempre que la toca. Estuvo más retrasado ante la ausencia de Verón, hizo un par de apiladas interesantes. Todo positivo. Casi hace un golazo. ¿Qué decir? Bueno, que deje de comprar inmuebles en Rosario.

Higuaín (8.5) Tres goles. Uno de culo, otro de chiripa y el tercero gran gesto técnico. Se mueve bien, sabe correr la cancha, ocupar los espacios, se entiende bien con Tévez y Messi. ¿El Bati de Milito?

Burdisso (5) Bien. No se notó su presencia, apenas pasaron por ahí los rivales. Influencia positiva para el grupo, dicen. El hermano será mejor que él.

Agüero. Entró picante. Gran asistencia para el cuarto gol. Demasiado afierrado para ser tan petiso.

Bolatti. Tibión, no se si le da el piné. Look sudafricano. Veremos.

Maradona: Gran taquito y continuas levantadas con la zurda mágica para que saquen el lateral los jugadores. Jamás lo van a ver usar sus manos. El traje le queda pintado y el rosario le aprieta la mano. Lo queremos.

Ahora falta jugar contra alguien que nos exija la defensa y vemos. Piano piano. Hasta los cuartos de final no voy a gritar ningún gol. Tengo testigos.





Read more »
3 com

Aquel baúl que atesorabas



No se puede dialogar con el dolor físico decía Ciorán en uno de sus aforismos de “Ese maldito yo”. Voy a intentar contradecirlo a pesar de mi fiebre. No quiero imaginarme lo que debe ser tener algo realmente grave, algo donde ese barco con un solo tripulante amenace con venir a segar lo que otros sembraron.

Hay canciones y discos que quedan asociados a momentos de la vida de uno por los motivos que sean. Luego, cada vez que suenen los primeros acordes o reconozcamos la melodía, ese recuerdo estará mucho más cerca que otros, no tanto por su fuerza sino por el lugar que ocupa.

A veces no sabemos por qué nos acordamos de algunas cosas y necesitamos una pequeña reconstrucción, una limpieza del camino de asociaciones, otras no lo sabremos jamás. Ayer mientras volvía en el micro de capital y trataba de mantener una charla animada con un par de colegas (me da impresión la palabra, pero es la que más justicia le hace a la relación que tengo con ellos) recordé dos canciones de una ignota banda argentina que pasó casi desapercibida cuando estaba en vida. La lluvia golpeaba el vidrio, mi garganta ardía y apenas podía tragar, el olor a baño nos buscaba desde atrás.

Fue en el año 2003 si mal no recuerdo, en un outlet en el Malvinas cuando los vimos por primera vez a los Subsole, cerca de las 4 de la tarde. Había muy poca gente a esa hora y sus desesperadas y lúgubres letras nos encandilaron y compramos su disco. Luego caminando de regreso por 51, sin saberlo detrás de ellos, escuchamos que comentaban incrédulos que habían vendido un disco.

Pero las dos canciones que recordé no estaban en su disco debut, sino en un ep que sacaron después llamado “pasatiempo” (click para descargar) que tiene un par de reversiones de canciones y estas dos maravillas que adjuntaré. Un vuelo poético quizás nunca alcanzado por ninguna otra banda que pueda llegar a ser puesta bajo la cada vez menos representativa etiqueta del “indie”. Oscuridad, gritos y soledad, como Don Cornelio sin pero sin cocaína y sin amplificación. No supe más nada de ellos, seguro implosionaron por el propio peso de lo que tenían entre manos.


NO QUIERO

No quiero saber de tu antiguos amores / nombres que ya son del tiempo / espejos retrovisores.
No quiero saber quién te robó la risa / no tengo prisa en conocer /al inventor de la ceniza.
Tantas veces juramos un último encuentro / y nunca pasa mucho tiempo / hasta volvernos a encontrar.
No quiero explicar / ni quiero hablar de lo que siento/ quiero que mientas y me digas
que me crees cuando te miento.
Suele ocurrir / inoportuno son los años /no se por que empeñamos /en esta procesión de daño.
Y cada vez / Es más triste este cuento /Es más oscuro nuestro invierno / Y queda menos que decir.


Y la fílmica:

DISTANCIA

Yo vigilé aquel baúl que atesorabas / vacilé con timidez ante tu diario
me rendí maravillado a tu anorexia / al desorden voraz de tus horarios.
Me desperté una mañana entre tus vicios /me abracé a tus caprichos insolentes
cuando quise volver a ser el que había sido /algo se había perdido para siempre.
Ahora queres saber cuanto queda entre nosotros / distancia es todo lo que hay
entre nosotros.
En la ventana se insinúa la mañana / Los vecinos se despiertan
afuera aclara / entonces te preguntas / ¿acaso es demasiado tarde?
no siempre es recomendable / Darle tiempo al tiempo.
ahora querés saber cuanto queda entre nosotros
distancia es todo lo que hay / entre nosotros.



La belleza puede manifestarse de muchas formas, es sabido. Mi recuerdo de estas canciones fue feliz, nada melancólico, quizás porque mientras intentaba dialogar con mi cuerpo no podía, la fiebre piqueteando los hilos. Como sea, ¿cómo no conmoverse ante una declaración de rendirse maravillado a su anorexia, al desorden voraz de sus horarios?

Las transformaciones de la angustia. Si alguien se angustió le dejo una sugerencia gratis sin pagar la consulta, aunque llevarlo a la práctica sea difícil: la mejor vacuna es desear. Contra la angustia, deseo.

Read more »
9 com

El jugador monoteísta


Apenas pisa el césped su mano baja a tocarlo, luego se la besa, dibuja una cruz sobre su pecho y vuelve a besarla. Algunos lo hacen dos veces. Otros no se tocan primero la boca sino la frente. Con algunas diferencias, todos están haciendo algo parecido: llamándolo. Se dice que pocos tienen el número, que Bianchi fue el último y que por eso ya no trabaja, porque no se puede tener contacto tanto tiempo, que el coaxil se cae.

Solemos ver en los bancos de suplente una virgen de Luján, un Gauchito Gil o cualquier ídolo que haga las veces de representante. En el partido contra Canadá, Diego tenía un rosario en su mano (¡contra Canadá!). Algunos jugadores lo llevan tatuado en su cuerpo (y no hablo del 10, que también habita en un par de sus players), otros en sus oraciones. No está mal, todos necesitamos creer que no estamos solos, que existe algún Otro que vela por nosotros.

En los deportes individuales esta reflexión puede hacerse más rápidamente palpable: recuerdo a Bonavena diciendo que cuando se subía al cuadrilátero no le dejaban ni el banquito. Ese Otro (llámese grupo de trabajo, entrenadores, compañeros) tiene sus límites, y gracias que así sea, de otra manera no quedaría lugar al mérito individual, al rasgo característico. Mi entrenador de natación solía decir que en el momento en que uno estaba parado sobre el cubo con su malla, gorra y antiparras ya era tarde para lamentarse de todos los metros que le había robado al entrenamiento, de las agarradas al andarivel, del esfuerzo escamoteado por alguna dudosa razón, uno estaba ahí solo frente a lo que tenía que hacer. Como si hubiese sido ayer, siento la sensación de los pies helados sobre el cubo de partida en una pileta de La Pampa; un sábado a las 8 de la mañana.

Venimos escuchando sin cesar a los “periodistas” que están cubriendo la previa del mundial en Sudáfrica –tienen más de coordinadores de viaje de egresados que otra cosa- que hay un buen grupo, un excelente clima entre los jugadores, que los campeonatos de truco van bárbaros y que Tévez duerme solo porque tiene ligeras tendencias al exhibicionismo. TyC le dedica la transmisión entera a algo que todavía no es fútbol, porque hasta ahora no se pudo ver nada y eso da lugar a las más risibles conjeturas. Pura sanata diría el periodista y actor cómico Horacio Pagani. Cada conferencia de prensa empieza preguntando el peligroso Arévalo, el masajeador más importante que tiene la compañía. Sólo me interesan las noticias de fútbol, quién puede llegar a jugar y dónde, nada más. El resto es pura sanata.

El deporte colectivo tiene muchas cosas geniales, una de ellas es el compromiso y la solidaridad con el compañero, se puede hasta adquirir una dinámica y un conocimiento tal entre once personas que uno puede pasarle la pelota al compañero sin mirarlo porque sabe que va estar ahí, y en general está. Pero esas cosas se dan con el tiempo y la práctica, y este equipo todavía no ha dado pruebas de funcionamiento estrictamente futbolístico. La única medianamente aceptable fue esa victoria ante Alemania jugando de una manera bastante amarrete, que para los bielsistas como uno lo dejan con un gusto amargo.

¿Quiero que ganen? Obvio. ¿Banco a Maradona? Obviamente. Freud en su texto Tótem y Tabú –uno de los que más orgulloso estaba de haber escrito- realiza algunas consideraciones sobre el mito de la horda primordial, el lugar del padre, el tótem, bueno, varias cuestiones que inclusive la antropología le ha dado el visto bueno. El padre de la horda es asesinado, el padre que tenía a todas las mujeres, y es su muerte lo que lo eterniza al introyectarse en cada uno de los del clan que han participado en el asesinato; esa culpa y ese trabajo de redención, génesis de la religión.

Burdamente planteado, pero ahora: Maradona el indiscutido, el mejor de todos, ¿cómo funcionará para los jugadores? ¿Será el padre terrible o será el representante de la ley que pacifica, comparte y permite? Es difícil saberlo, cuando termine la participación de la selección veremos.

Me divertía pensando en que todos los jugadores deberían ser ateos, o agnósticos cuanto mucho, así tendrían que verse forzados a creer en sus compañeros y en sus propias habilidades y no tanto en la virgen de Luján, en el gauchito o en el Dios del fútbol parado del otro lado de la línea del lateral. O quizás esa línea real marque lo que no está inscripto del todo en lo simbólico, que el mejor jugador de todos los tiempos ahora es un abuelo que tiene canas y lamentablemente no le pega más a la pelotita.

Ahí sabrán que les han quitado hasta el banquito.
Read more »
4 com

La pelea


Este blog debe su nombre a la primera novela de Norman Mailer, a la cual le debo una entrada aquí mismo. Estos últimos tres años le he dedicado al menos la mitad de mi tiempo de lectura a sus obras, y es tan vasta y soy tan inconstante que aun me queda bastante por leer. Con Norman compartimos el gusto por el boxeo y las letras. Hay una larga tradición de escritores amantes del boxeo, tanto en su práctica como en su contemplación. Alguna vez dije que no existe mucha diferencia entre escribir y golpear.

Cuentan que Hemingway escribía para vivir y peleaba por diversión. Uno de sus oponentes frecuentes era el novelista canadiense Morley Callaghan, quien una vez le rompió la cara después de que Scott Fitzgerald, el cronometrador, dejara que el asalto durara demasiado. Si bien parece haber sido un accidente, Hemingway nunca olvidó el percance y jamás perdonó a Fitzgerald. Hemingway también peleó con el poeta Ezra Pound y con Tom Heeney, quien a su vez combatió contra Gana Tunney por el título mundial en 1928. Cortázar al llegar a Paris trabajó como relator de peleas para una cadena de México pero duró poco porque su erre le jugaba trampas cuando se emocionaba relatando y hacía inentendibles las transmisiones.

Pero otra vez se trata de Mailer. En 1975 publicó “The fight”, pequeña obra que ilustra e ilumina lo que se conoce como la pelea más importante de la historia del boxeo entre George Foreman y Muhammad Ali. Decir que solamente se trata de boxeo sería simplificarlo al extremo. La pelea fue llevada a Zaire por el incipiente promotor Don King, quien les había prometido 5 millones de dólares –que no tenía- a cada boxeador. El dinero salió de los bolsillos del dictador Mobutu, quien utilizó la pelea como intento de blanquear su imagen ante el mundo.

Norman cuenta al detalle y de manera maravillosa su periplo como enviado a cubrir la pelea. La noche anterior al evento habían asesinado gente en ese mismo estadio, se podía oler la sangre debajo del aserrín. Una madrugada Norman salió a trotar junto al campeón, Ali lo respetaba porque sabía que el petiso era grande, testarudo, apasionado y no le rendía pleitesía cara a cara.

Busqué ese libro por todas librerías de calle Corrientes y no tuve suerte, tampoco en internet, estaba agotado desde hacía años y nunca se había vuelto a editar. Le comenté esto a una amiga que estaba viviendo en Miami y una vez que vino de visita me lo trajo de regalo. Fui muy feliz. Me lo devoré en su idioma original y la sensación fue agridulce: la potencia del original es difícil de reproducir en la traducción.

De todas maneras, y siendo un amateur en esa profesión, pensé en traducir yo mismo el libro, sé que hay un público que lo leería más que agradecido. Y así como así, pensé en Anagrama y les escribí un mail contándoles lo que quería hacer. Me contestaron al día siguiente de muy buena manera, conocían el libro, habían editado algunos capítulos en América, uno que recopila artículos de Mailer y varias cosas más muy amables pero diciendo que por el momento tenían la agenda cerrada. Un rechazo inglés que me dejó conforme. Luego escribí a algunas editoriales argentinas y nada, ni las supuestamente interesadas en el deporte, ni las más pequeñas y rascas. Nada. No reply.

Decidí comenzar para que al menos pudieran leerla mis amigos. No hice ni un capítulo entero, pero la voy a terminar algún día tan sólo por placer.

Es muy difícil hacerle justicia a algunas construcciones de Mailer.

Así comienza:

“Siempre es un shock volverlo a ver. No en vivo como en la televisión sino parado frente a ti, luciendo en su mejor forma. Luego el Atleta más Grande del Mundo corre el peligro de ser nuestro hombre más hermoso, y el vocabulario del Campamento está condenado a aparecer. Las mujeres dibujan una respiración audible. Los hombres miran hacia abajo. Se les recuerda nuevamente su falta de valor. Si Ali nunca hubiese abierto su boca para hacer temblar la gelatina de la opinión pública, aún así inspiraría amor y odio. Porque él es el príncipe del cielo, así lo dice el silencio alrededor de su cuerpo cuando él es luminoso.

Sin embargo, cuando está deprimido, su piel se vuelve de color café con leche aguada, pero sin crema. Un verde mórbido como el de una mañana depresiva. No se lo ve bien. Esta sería una justa descripción de cómo apareció en el gimnasio de Deer Lake, Pennysylvania, una tarde de Septiembre siete semanas antes de su pelea en Kinshasa con George Foreman…”


En una hermosa nota que escribió Tomas Eloy Martinez cuando murió Mailer, recordaba sus dos encuentros con él, separado por doce años. El primero en 1979. Yo recorto este pedazo:

"Como a las nueve, después de haber sudado todas las intoxicaciones de la noche, se dispone a boxear dos rounds de tres minutos con José Torres. En el ring, el ex campeón fintea, esquiva los golpes del escritor con displicencia y cada vez que los brazos cansados de Mailer se desorientan, dejando al descubierto la cara, Torres lo toca con suavidad. Los tres minutos parecen un día. "Aguanta un poco más, Norman", trata de alentarlo el campeón. "A mí también me duelen los brazos." "No me mientas", replica Mailer. "A un peleador de tu clase nunca se le acaba el aire."

El intervalo entre un round y otro tarda otra eternidad. Antes de empezar el segundo, Mailer me pide que lleve la cuenta y haga sonar el timbre con puntualidad. Avanza hacia el centro del ring, trata de acertar un jab, pero Torres le adivina la intención antes de que haya movido los brazos. A los dos minutos, las piernas del escritor se quedan rígidas, en la frontera del calambre. Alarmado, toco el timbre y anticipo el fin del round. Mailer se inclina, enfurecido: "Nunca le hagas eso a un boxeador", reclama. "Nunca lo humilles."


El jugo brota de los párrafos. Lo difícil parece ser saber cuándo detener (se).


Read more »
3 com

Canción desesperada


Ayer mientras miraba uno de los documentales que trae el DVD Gouge - que cuenta algo de la historia de Pixies- tuve de nuevo esa certeza de que son una de las bandas más geniales de la historia, de mi historia. Siempre le presté mucha atención a las letras. En este caso es una combinación perfecta entre la música, lo que se dice y cómo se dice. O cómo se grita. Charles Thompson (a.k.a Frank Black) es uno de los compositores americanos más originales que se pueda conocer, antes de Pixies es difícil encontrar una banda a la que relacionarlos directamente. Cuando aparecieron, los charts estaban dominados por bandas como Poison y ese pseudo metal berreta, y así como les sucedió a los Ramones, primero fueron reconocidos/entendidos en Europa. Beatles, Buddy Holly y las canciones de dos minutos.

Charles cuenta que cuando conoció al genial guitarrista Joey Santiago y decidieron formar una banda, supieron que no lo harían para divertirse y perder el tiempo, sino para que sucediera algo. Y la primera vez que tocaron supieron por el feedback con la gente que realmente iba a suceder algo.

Grabaron su primer demo de 18 canciones, la pequeña compañía con la que firmaron le dijo a la banda que no necesitaban grabar un disco, seleccionaron 8 y de esa manera editaron “Come on pilgrim” (1987). Charles tenía 22 años.

Su singular forma de escribir está atravesada por algunos recursos que habían sido poco usados hasta ese momento, una suerte de collage surrealista donde las referencias al Antiguo Testamento se mezclaban con las motocicletas, el desierto, el incesto, le asesinato, el amor y desesperación. Angustia en su fondo y en su forma, pero como sabemos, cuando esto lo presenciamos en clave de arte podemos disfrutarlo y no sólo sufrirlo. Los Beatles psicóticos los llama Bowie en el documental.

Como fan de ellos y de las letras estoy llegando al lugar que quería, citar algunas de sus canciones. Y como creo que la mayor traición al traducir se produce con la poesía, lo lamento por quienes no sepan inglés, trataré de no caer en esa tentación.

De este primer disco, recorto dos canciones maravillosas, la primera es Caribou:

"I live cement / I hate this street / Give dirt to me
I bite lament / This human form / Where I was born
I now repent / Caribou
..."

Y Nimrod´s son

"...In my motorcycle mirror I think about the life I've led /
And how my soul's been aking all the holes where I have bled /
My image spoke to me, yes to me and often said /
'You are the son of incestuous union'..."


Luego llega el segundo disco, con la producción de Steve Albini y es el que para muchos es su punto máximo, el groundbreaking, llamado “Surfer Rosa” (1988). “It´s a horror record, it´s really really really fucking violent” dice Thom Yorke. Bowie resalta la dinámica –que no era obvia en aquel momento- de tranquilidad de los versos y la erupción hacia el coro. Bono adhiere y dice que eso lo inventó Pixies (si, Bono, lo banco).

También hay humor, el humor que permite una aguda observación; quizás demasiado consciente.

Leamos algo del segundo disco, la sobrecogedora Cactus, probablemente mi favorita:

"Sitting here wishing on a cement floor
Just wishing that I had just something you wore
I put it on when I grow lonely
Will you take off your dress and send it to me?

I miss your kissin' and I miss your head
And a letter in your writing doesn't mean you're not dead
Run outside in the desert heat
Make your dress all wet and send it to me

I miss your soup and I miss your bread
And a letter in your writing doesn't mean you're not dead
So spill your breakfast and drip your wine
Just wear that dress when you dine

Bloody your hands on a cactus tree
Wipe it on your dress and send it to me
."

En Break my body

"I'm the hard looser

You'll find me crashing through my mother's door
I am the ugly lover
You'll find us rolling on the dirty floor
Break my body, hold my bones, hold my bones
..."


Al año siguiente llega Doolittle (1989), el álbum más pop donde alcanzan su cima y por ende comienza el tobogán (¡El tenía 24 años!). Hey se lleva el podio:

"Hey /Been trying to meet you
Hey / Must be a devil between us
Or whores in my head
Whores at my door
Whores in my bed
But hey /Where
Have you /Been
if you go I will surely die
We're chained..."


En Wave of mutilation

"...I've kissed mermaids, rode the el nino
Walked the sand with the crustaceans
Could find my way to mariana
On a wave of mutilation,
Wave of mutilation..."



O en Gouge away

"Gouge away /you can gouge away
stay all day /if you want to
sleeping on your belly /you break my arms
you spoon my eyes / been rubbing a bad charm
with holy fingers
..."

Cuatro personas vestidas de entrecasa haciendo musica extraordinaria.

Al año siguiente llegó Bossanova (1990). Ya se ven signos de agotamiento de la maravilla. Y en sus propios términos está bien, porque algo tan candente y excitante no puede durar mucho. Tampoco lo hicieron los Clash. Signos de libertad y de que cada uno estaba por empezar otro camino. Aparecen los ovnis y las peliculas clase b americanas. “Parece música de los cincuentas hecho por psicópatas” dice Graham Coxon.

Leamos:

Velouria

"Hold my head /We'll trampoline
Finally through the roof /On to somewhere near
And far in time / Velouria
Her covering /Travelling career
She can really move /Oh velveteen!
My velouria/ my velouria
Even I'll adore you /My velouria
..."


Is she weird

"Is she weird
Is she weird / is she white
Is she promised to the night
And her head has no room
And her head has no room
Your heart is ripshit
Your mouth is everywhere
I'm lyin' in it
..."

Finalmente en 1991 sacaron “Trompe le monde” un disco irregular que delataba que el volcán estaba quedándose sin lava. Quizás dijeron todo lo que tenían para decir. Sin ellos ni Nirvana ni Radiohead hubiesen existido.

Dejo en la mesa de sus ojos lo que yo creo que es evidente: la belleza y la fuerza de sus canciones. Y como esto ya se hizo demasiado largo me gustaría dejar planteada la pregunta acerca de si un artista puede alcanzar su cima compositiva a una temprana edad y luego no poder igualarla nunca, gérmen de los reproches de los fans que no entienden nada.
Read more »