Hipótesis demenciales I



La mecánica de la sección es la siguiente: se toma una frase cualquiera dicha por quien me venga en ganas y a partir de ahí, con cierta independencia de su biografía (que están hechas para la policía) comienza una hermenéutica salvaje sin bordes ni contrastación posible.

La primera la tiene a la bella Marilyn Monroe como protagonista, y la frase es la siguiente: consultada por un periodista ante qué era lo que más le gustaba, ella dijo: “Un whisky antes, un cigarrillo después”. Esta respuesta la leo a la letra, nada de metáfora. La hipótesis es: Marilyn no disfrutaba el sexo.

De que haya sido el icono sexual más importante de su época no se deriva nada. Sabemos a que se refiere, los que hayan pasado por esa situación y los que no, saben que se refiere ahí abajo, a lo que tiene tantos nombres y en el momento del montaje de la escena ancestral, las palabras se reducen hasta ser puro sonido o balbuceo. También las/los hay que pueden hablar y tener una dicción que envidiarían poder tenerla en algún final oral. Sea de una u otra manera, se requiere del armado de una escena, y ésta como trato de subrayar seguido, es bien fija. Nada más fijo que una fantasía. Cuando algo no se da, cuando los elementos están corridos de su lugar acontecen las más variadas situaciones que vuelven el frágil encuentro entre dos (o más) personas; irrealizable. Basta un comentario “al pasar”, una mirada detenida demasiado tiempo en un lugar para correr el eje.

Es una escena que se construye para ser narrada, sobre todo en las mujeres. Y Marilyn le pone claramente los límites: antes un whisky, después un cigarrillo. En el medio, eso que no le resultaba tan importante. La historia de Marilyn es trágica desde el principio, su padre no la reconoció, su apellido se lo dio el segundo marido de su madre. Al poco tiempo su madre la abandonó. A los 16 años se casó para salir del orfelinato. Comenzó a trabajar de modelo, luego en el cine.

Cuenta Marilyn (ya siendo Marilyn y no más Norma Jean Baker) que cuando tenía ataques de angustia imparables; la calmaba desvestirse y mirarse desnuda ante el espejo (el whisky antes, el cigarrillo después). Era muy importante para ella sentirse mirada, reconocida como una bella mujer. No es que sea tan lineal, pero las marcas de la historia son las marcas de la historia. Este cuerpo se sostenía con las miradas de los otros y aún sola por la suya propia atrapada en el espejo. Y en esa dialéctica de atraparse y atrapar miradas cayeron el campeón del béisbol americano, el máximo dramaturgo americano, el presidente de USA, su hermano y sigue la cuenta.

¿Qué tenía Marilyn para que todos fueran a beber a su arroyo?

Yo digo, entre otras cosas, un gran desapego por el sexo. Porque antes está el whisky, después el cigarrillo y mientras; en su puño una nación y generaciones que esperaban ver –con las manos ocupadas- el fruto que escondía esa pollera que irregularmente levantaba el viento.


“No me importa vivir en un mundo de hombres, siempre que pueda ser una mujer en él”. También se la escuchó decir.

5 comentarios:

Brenda V | 24 de julio de 2009, 10:17

A Nazarena Velez tampoco le gusta el sexo, qué cosa... ;)
Será que de tanto venderlo se asquean. Será que ponen tanta energía en la puesta, que nunca llegan a la escena con un rédito amigable.
De ser así, si de esto se desprende la hipótesis de que las bombas sexuales no gustan del sexo, deberíamos reparar en lo que compramos, ¿no? ¿"La era del vacío" leía usted hace poco? No recuerdo de qué va, pero bien se aplica ese título.

Anónimo | 25 de julio de 2009, 10:41

Me gusta la sección. Me gusta el análisis. Es un poco lo que charlábamos hace tiempo escuetamente sobre periodismo y psicoanálisis, ¿no? Al menos en eso pienso cuando leo todo lo que escribís sobre Marilyn y su frase.
Hace poco, posteé en mi blog una entrada que decía solo: "Nunca me gustó Marylin Monroe". Es cierto. Nunca me gustó. La veo y no veo la belleza que ven todos. Y cada vez que engancho una peli que la tiene de protagonista, lo único que llego a ver es tristeza. Entonces, empiezo a pensar que no es tan buena actriz si sólo me transmite lo triste que estuvo siempre.

Joakki | 7 de agosto de 2009, 1:13

Esto es brillante.Cuando se reciba cuelgue el cuadro y dedíquese a escribir, si es que tiene las agallas de Phelps.
Aunque no esté de acuerdo con la hermenéutica: A Marilín le gustaba más jadear que a un toro mecánico.El whisky y el cigarrillo no es más que autocompasión.

Anónimo | 4 de septiembre de 2009, 20:01

ehhh no pueden comparar a Marilyn Monroe cn nazarena velezzzz.. x diosss jajaja

Anónimo | 22 de diciembre de 2010, 17:01

Acuerdo con Joakki en su primer párrafo. Lo suyo es el relato y el ciberespacio. El fotografo de MM era sensual y lograba fotos bellisimas, no se si el sexo era importante para ella, lo que si sabia era jugar a ser sensual.

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